Capítulo 5

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Se dirigieron a una banca, rodeada de altos arbustos que no dejaban que los que pasaban cerca vieran nada. En ese momento la mujer no aguantó más, se cubrió el rostro y lloró desesperada, a su lado Majunia se rió triunfante.

Cuando vio la expresión de su acompañante, la muchacha corrió a su habitación, y se acurrucó contra una pared, donde lloró hasta que se durmió, deprimida. La madrugada la encontró en ese lugar, pero no fue la luz del exterior que se colaba entre las cortinas lo que la despertó, sino un pequeño ser que rompió el cemento con sus dientes para poder llegar a su lado.

— Morgana... qué bueno que me encontraste desde mi celda, no sabes cómo te he echado de menos amiga — le dijo a la rata.

El roedor llevaba dos pedazos pequeños de papel atados a su cuello, y también un lápiz. Uno de ellos estaba en blanco, en el otro solo había una frase "¿Por qué te vendiste de esa manera si no te iban a matar?"

Lo más rápido que pudo escribió antes que la descubrieran: "No es verdad nada de lo que dicen, solo me trajo a este lugar, NO HA PASADO NADA MAS. Créeme por favor".

Tuvo al ratón acurrucado en su regazo un rato.

— Quisiera que te quedaras más conmigo, pero no quiero que te descubra, comete rápido la nota, y búscala para darle la respuesta.

Ya cuando no quedó nada de la pregunta, la rata se fue con el papel escrito por el mismo camino. Ese tiempo con su amiguita de tantos años la ayudó, estaba segura que si la noche anterior él hubiera ido de nuevo a su habitación y la hubiera presionado solo un poco le habría dicho todo lo que el demonio quisiera, pero ahora si ese tipo pensaba que quebró su espíritu se llevaría una gran sorpresa. El animalito le fue dado por su abuela, y la acompañó a todos los lugares donde estuvo entrenando, en cierta manera siempre la sintió como su conexión con Veleda, que siempre le decía que fuera fuerte, por un momento lo olvidó, pero no pasaría otra vez, se prometió a sí misma.

Todavía recordaba cuando su abuelita le profetizó parte de su futuro, cuando ella cumplió 7 años.

— Mi amor, tú verás el final de esta dictadura — la anciana tenía los ojos brillantes — tu vida es muy importante para todos; serás la madre de una gran raza.

— ¿Cuándo terminará todo esto? ¿Quién los destruirá? — preguntó curiosa Cynthia.

La anciana hizo un ruido como de campanillas.

— Para otra videncia favor depositar otra moneda... jajaja — abrazó a la niña.

— Abuela, no se vale, porque nunca dices las cosas claras.

— Porque si no una profecía no tiene gracia, recuerda que tu vida es importante para toda la humanidad, cuando llegue el momento debes ser la más fuerte de todas ¿Me lo prometes?

— Así será abuela, te lo prometo.

Ese recuerdo y el animalito le dieron el ánimo que había perdido, esos demonios mataron a la anciana, lo que Cynthia nunca comprendió es porque su abuela estuvo en ese comando, como miembro del Triunvirato su misión no era esa. Miró para todos lados, vio un mueble con zapatos, con las dimensiones correctas para cubrir el hoyo de la pared, lo acomodó para que el ratón pudiera entrar y salir sin problemas, terminó justo cuando Majunia entró.

— Así que no quisiste usar la cama — le preguntó sonriente, pensando en su triunfo sobre ella.

— Me acostumbre a la comodidad de los pisos de tus celdas, sabes que desde allí la vista es preciosa — trató de que su mirada fuera lo más inocente posible para molestarlo.

"Maldición, ya volvió a su actitud de soberbia".

— Si quieres vamos a desayunar juntos, cariñito — dijo la muchacha irónica, se acurrucó a su lado y pestañeó rápido al mirarlo.

— Te traen algo — cuando los sirvientes se retiraron, él se fue furioso, pensó que la encontraría totalmente desesperada, pero estaba más fortalecida que antes.

Durante muchos días la muchacha la pasó encerrada, solo vio a Majunia cuando iba para que retirarán los platos de la comida anterior y que le dejarán la nueva, no le hablaba, solo la miraba y cerraba la puerta.

A pesar de eso Cynthia estaba de lo más cómoda, Morgana permaneció lo más que pudo a su lado, permitiendo que se comunicará seguido con su amiga del castillo, que, aunque no sabía si creerle o no, al menos siguió mandándole notas, le escribió que Uranai Baba y Selene le mandaban sus buenos deseos y le pedían que resistiera un poco más, que apenas pudieran la rescatarían, tenían un plan listo, pero el traslado a las habitaciones reales echo todo por la borda.

Mientras su guardián se devanaba los sesos pensando otro plan, el anterior le costó semanas idear, pareció funcionar, pero por alguna razón al final no resultó, algo le dio las fuerzas que había perdido. Nuevamente la escuchó hablar en susurros durante el día, debe estar loca pensó, hasta que cayó en cuenta que nuevamente estaba el ki de un ratón cerca de ella.

Al siguiente día luego de abrir para que retirarán la loza del desayuno y le dejarán el almuerzo, Majunia salió al patio interior y voló hasta situarse en la ventana de su prisionera, allí vio a la mujer almorzando, y al animalito comiendo a sus pies, cuando terminó, dejo todo para que se lo llevarán y se sentó de espaldas al ventanal, con la rata en su regazo, con quien conversaba de vez en cuando.

Él sonrío malignamente, forzó un ala de la ventana lo más suave que pudo, y entró sigilosamente, incluso el roedor no se dio cuenta de su presencia hasta que ya fue muy tarde.

— ¡¡¡Qué diablos!!! — gritó la mujer al sentir que le quitaban el animalito.

Al darse vuelta vio que Majunia tenía al ratón en su mano, apretándolo, por el momento suavemente.

— Así que hablabas sola.

— Déjala, le haces daño — el rostro de la mujer parecía papel de lo pálido.

— ¿Por qué? Es solo una asquerosa rata, si la mató nada importante se perderá — sonrió.

— Suéltala, por favor — suplicó la mujer.

La risa del Príncipe anticipaba su triunfo.

— Te devolveré a tu celda y soltaré está cosa si me dices porque mi padre no quiere que te maten.

Silencio. El hombre acercó su mano libre a la cola del animal, y le arrancó un pedazo.

— Noooo, Morgana... déjala.... — rogó desesperada, empezando a sollozar al ver el sufrimiento de su amiguita.

Él no dijo nada, solo la miró y apretó más al roedor, que chilló desesperado y se retorció en su mano.

— NO SÉ POR QUÉ NO QUIERE QUE ME MATEN... — la muchacha empezó a llorar, vencida.

— No me quieras engañar — el demonio puso los dedos para cortarle ahora totalmente la cola.

— ES LA VERDAD... POR FAVOR NO... — la joven le tomó la mano para detenerlo, y lo miró a los ojos.

Por un momento pareció que todo estaba congelado, solo se escuchaba al animalito. De a poco ambos bajaron los brazos.

La MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora