Capítulo 9

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Levanté la mirada y sí, ahí estaba, la señora Natalia Freeman, tan rígida y seria como siempre, tragué saliva al verla, ahora entiendo todas las veces que mi padre me decía que vivir con Lillian no era nada comparado a vivir con la abuela, una mujer dedicada a los negocios de la familia y perfeccionando todo lo que ve a su paso, no me extraña que ella y mi madre se lleven mejor que cualquier suegra con su nuera.

—¿Donde estabas? — preguntó en seco sin apartar la mirada de mis posiblemente muy notorias ojeras —Y por Dios santo, ¿Qué es lo que traes puesto? — si, ambas son iguales

—Fui a una fiesta y esto es solo una porción de todo lo que hay en mi armario—solté, tenía jaqueca y las piernas me traicionaban, por lo que me dirigí a las escaleras tratando de evadir las preguntas y sermones de Natalia

—¿A donde crees qué vas?— dijo tomándome por los hombros cuando pasé a su lado

—A mi habitación, muero de sueño— exclame sincera, realmente no quería saber nada de nadie en lo que restaba del día

—Por supuesto que no, subiras pero a cambiarte esos harapos y vendrás conmigo al centro comercial, tú y yo tenemos mucho de qué hablar — sentenció

—Abuela, no iré a ningún lado, estoy muy cansada, no puedes obligarme a nada— dije al final mirándola decidida

...

—No puedo creer que me obligaras a venir— afirme cruzada de brazos en el asiento delantero

—A una abuela jamás se le dice que no— sonrió con burla por primera vez en el día

—Aún no entiendo que haces aquí— comenté— jamás habías hecho caso de lo que Lillian decía sobre mí, ¿Por qué ahora te interesa? — pregunté mirando por la ventana

—Violett— inició— por supuesto que me importas, Lillian siempre me habla desesperada tratando de encontrar una solución para todo lo que haces...

—Yo no hago nada— me defendí interrumpiendola

—Sé que tu madre ha cometido demasiados errores querida, pero deberías, no lo sé, tratar de— suspiró— darle otra oportunidad

—Ni pensarlo— escupi con la mayor sequedad posible

—Violett, ella merece tu cariño— habló sin apartar la vista del camino

—Ella no merece nada de mi— inicié— controló mi vida quince años, no pienso volver a ese maldito infierno— comencé a exaltarme— quiere manipularme a su antojo sin que yo diga nada, convertirme en la princesa que deseaba que fuera, así que dime, ¡¿Quién es ella?!— giré bruscamente mirando a Natalia

—¡Es tu madre!— gritó y solo tragué amargo— No importa lo que haya hecho, ella merece tu respeto y que la trates como se debe, Violett

—Ella no merece nada de mi— agregué al final y salí del auto ya que oportunamente estaba parado gracias al tráfico

—¡Violett!— inició a gritar Natalia— ¡KENNEDY VUELVE AL AUTO!

—¡Nadie puede controlar mi vida!— le grité de vuelta y fui caminando hacia otro lugar, cualquier lado sería mejor que estar en un auto con una mujer que defiende a otra sin razón aparente.

Pateo una pequeña roca al caminar con las manos metidas en los bolsillos de mi pantalón, ya estoy un poco más tranquila pero los reclamos de todas las mujeres a mi alrededor atormentan mi cabeza, llego a un pequeño parque de diversiones y me dirijo al tobogán hasta sentarme en la punta a organizar mis ideas.
No es una etapa, soy de ésta manera, ¿Por qué nadie lo entiende?

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