Capítulo 1

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Siento la brisa como caricias en mi rostro, respiro profundo, siento como los fosas nasales se llenan del olor salado del agua de mar, escucho las olas romper en las rocas, tengo mis ojos cerrados contemplando con mis sentidos todo lo bello de la playa, escucho las gaviotas felices alimentándose.

-Amiga, te traje una malteada. -me interrumpe mi mejor amiga Mairely, siempre llena de energía y con su sonrisa blanca y contagiosa.

-¡Que delicia! Gracias amiga. - ella toma asiento a mi lado en la arena, yo me siento para tomar la malteada con mi amiga. Ambas amamos las malteadas de chocolate acompañada de la brisa del mar y la hermosa vista.

-¿Qué te parece si vamos un rato a caminar cerca de las olas? - antes solíamos mojar nuestros pies en la orilla, sentir como nuestros pies se hundían en la arena, pero luego de ver como una chica casi se ahoga, decidí no volver a meterme al mar.

-Sabes que ya no me gusta mojarme... -la miro con reproche.

-Lo sé, por eso te dije que cerca.

-Ya te conozco bien y siempre termino sola esperándote a la orilla porque decides meterte entre las olas y luego darme abrazos. -pongo los ojos en blanco, me gusta que sea tan alegre pero la idea de ir a trabajar toda mojada; no me agrada mucho .

-Te prometo que ésta vez no lo haré. -levanta el meñique como promesa.

-De acuerdo. Vamos pero cuando se acabe mi malteada nos regresamos a casa, creo que ya no iré a trabajar las horas extras.

-¡Así no se vale! -hace pucheros.

-Bueno, vamos... -ella sabe que mi malteada siempre la termino en pocos minutos, hoy haré una exención para que ella disfrute del mar a como yo lo disfrutaba antes.

Vamos caminando entre la arena húmeda gracias a la marea que va bajando y dejando la arena mojada, escucho las personas reír cuando se corretean entre sí, los niños hacen sus castillos de arena, los adultos juegan con sus hijos y mascotas, mientras los más atrevidos deciden undirse entre las grandes olas. Mairely camina junto a mí con sus brazos abiertos sintiendo la brisa, yo observó hacia unas personas jugando volleyball, mi amiga también les mira y nota a quién exactamente observo.

-No lo veas. - sugiere mi amiga, pone su mano en mi hombro como muestra de apoyo.

-Que difícil... - susurro apartando la mirada con esperanza de que no me llame,mientras muerdo mi labio; aunque por dentro deseo que diga mi nombre.

Sigo mi rumbo con Mai, siento como mis manos se ponen frías de los nervios, mi corazón se acelera con forme nos vamos acercando más, quiero devolverme para no verle, pero mi corazón pide a gritos sus abrazos, sus caricias prohibidas, cuando de repente mi corazón deja prácticamente de latir.

-¡Tamy! -le escucho gritar.

-Ups, te vio... -susurra Mai mientras caminamos.

-¡Diablos! -intento respirar con normalidad, levanto la cabeza para mirar hacia donde la vos me ha llamado y ahí está, le veo, está radiante como siempre con su abdomen marcado, esos ojos azules que me recuerdan siempre al mar cuando le veo, su cabello es perfecto y se mueve como danza entre la brisa húmeda salada, su cuerpo parece tallado por los Dioses de la mitología griega, sus manos llenas de las venas que tanto me gustan, su piel es brillante y perfecta.

-¡Hey! -saludo al verle más cerca. Trato de sonar lo menos interesada.

-¿Escuchando de nuevo? - él es mi mejor "amigo" y sabe que me encanta escuchar el mar.

-¡Sí! Sabes que amo todo en la playa.

-Lo sé. ¿Quieres jugar?. - trata de hacerme jugar como antes lo hacíamos con los chicos de la Universidad.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora