Michael

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Me levanté como un día cualquiera. Las 7:30 de la mañana, llevé aquella mochila negra de todos los dí­as que tenía dentro paquetes que repartí­a, porque efectivamente era repartidor, y no, no eran precisamente periódicos.

Me vestí­ y desayuné como pude, la verdad aunque tenía tiempo, me tocaba hacer el reparto antes de llegar a la universidad a mis clientes habituales. Cogí­ la moto y poniéndome mi casco salí­ en dirección a las casas indicadas.

Tras todo este ajetreo, fui a la universidad, iba muy justo de tiempo, no tení­a apenas minutos para hacer algo que me gustase o simplemente relajarme.

Entré al edificio, que poco a poco me estaba quitando la vida, lo que yo no sabía era que me encontraría con Jason , simplemente llegaba tarde, pero ese día tampoco era tan importante, la mayorí­a de los compañeros de clase estaban de prácticas, trabajando en distintas partes de la provincia. Pero nosotros dos no í­bamos, él era nuevo y necesitaba reforzar sus enseñanzas y a mí­ se me olvidó apuntarme, ¡qué despiste!

- ¡Ey! ¡Hola!- Dije mientras contenía la respiración como podía e iba hacia él.

Al parecer no me escuchó, iba como siempre con sus auriculares bailando, cantando y pegando saltos sin parar, corriendo para posteriormente deslizarse en el suelo, parecí­a un niño pequeño y no le importaba lo que pensasen de él, nadie regí­a sus normas de lo que estaba bien o mal, simplemente era LIBRE. Algo que yo no podí­a y por lo tanto lo admiraba.

Me acerqué a él como pude para quitarle un auricular y volver a repetir el mismo saludo de antes, con una sonrisa dibujada en mi rostro, debido a que era evidente lo que iba a pasar.

-¡AHHHHH! -Pegó un gran grito mientras se giraba a verme con las manos en la cabeza y exaltado por lo sucedido.

Lo sabí­a, siempre se asusta por todo, y ni siquiera le habí­a gritado, solo le saludé. Al terminar de girarse y ver mi rostro su cara se tornó a un color rojizo, estaba muerto de vergüenza.

-Joder, que susto...no te...esperaba- Dijo dándome un pequeño puñetazo en el hombro, que entre que no me lo dió con ganas y no tení­a fuerzas, fue como si se hubiera posado una mosca en mi brazo y empecé a reírme.

- ¡Siempre te pasa igual! - Dije con mis manos en la barriga flexionando mi torso hacia delante sin parar de reir.

Me miró con una cara intentando hacerse el enfadado, pero no le salí­a muy bien eso de mentir, desde que le conozco todaví­a no ha sido capaz de mentir correctamente, pero no importa, no sé si eso se consideraría como defecto o como virtud.

-Entre esto, y que no tengo ganas de ir a clase estamos apañados. ¡Vaya día! -Dijo cruzándose de brazos y observando mi rostro.

-Pues no vayas a clase. Yo tampoco tengo ganas de ir, así­ que me has dado una idea. Paso de entrar en ese aula. -Dije sin bromear ya que me estaba mirando con una cara de asombro.

-¿Qué dices? ¿Cómo que no vas a entrar si estamos ya en la universidad?- En ese momento le cogí­ del brazo y lo llevé corriendo hacia el exterior de la misma en dirección a los aparcamientos.

-Ponte esto - Dije con el casco en la mano al lado de mi moto mientras lo miraba.

- ¿Lo dices en serio? - Su cara cambió por completo y se tornó a estar como si a un niño le estuvieras dando una piruleta.

-Y tan en serio, ¿Me ves bromeando?- Impaciente le puse yo el casco en la cabeza y se lo abrochó mientras le miraba a los ojos.

-Pero ¿cómo te vas a montar tú si ni siquiera tienes otro casco? - Dijo anonadado por la situación que habí­a surgido de la nada en esos minutos.

AMOR UNIVERSITARIO.Where stories live. Discover now