Capítulo 6: Reunión

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   Kagura bajó las escaleras muy deprisa, tanto que casi se le torció un pie. Su hermano la miraba fijamente a los ojos a pesar de que a veces miraba de reojo a su padre, que miraba por la ventana con un gesto de preocupación, Kamui se regodeaba de ello como si estuviese bien que Umibouzo sufriera por sus dos hijos.
   Su hermana trató de acercarse a él, pero cada paso que ella daba hacia delante, él lo daba hacia detrás. El rostro de él mostraba una sonrisa falsa, y cerraba los ojos, eso antes intimidaba a Kagura pero ahora estaba acostumbrada a ese semblante que siempre tenía.
   Ella sacó el paraguas al ver que su hermano hacia lo mismo, Umibouzo saltó por la ventana para ver más de cerca y tratar de impedir la pelea pero ya fue tarde, Kamui ya se había lanzado contra su hermana sin dejar de quitar esa sonrisa. «Estúpido hermano», pensó ella al contraatacarle y juntaron sus paraguas, no paraban de moverse hacia delante y detrás cogiendo impulsos. Él decidió separarse para atacar con un salto por detrás pero ella se defendió rápidamente. «Has mejorado bastante, hermana tonta del universo», aunque él pensaba eso cada vez que se la encontraba se juró que nunca se dejaría vencer por ella otra vez, pero en el fondo se alegraba de ella estuviese bien, y además, seguía sin llevarse del todo bien con su padre pero él no admitía, o más bien no quería, que se alegraba de verlo también.
   Luchaba porque era su forma de decir que se sentía mal por lo ocurrido, siempre escondía todo, sus heridas, sus ideas... Kagura de esto se dio cuenta pero no quiso dar por terminado la lucha hasta que no le devolviese las dos peleas que tuvieron hace poco.
Cuando ella se despistó al pensar en aquello, Kamui le metió una patada en la nariz haciendo que ella chocase con el suelo, deslizándose unos metros atrás y con sangre en su rostro. Ella se levantó riéndose, volviendo a empuñar su paraguas aún más con fuerza.
   Gintoki saltó por la ventana, la mirada de sus compañeros le seguían su espalda pero no siguieron detrás de él. Umibouzo puso un brazo delante suya, haciendo que parase en seco.
Umibouzo sonrió levemente.
     —Quieto. —Dijo mientras seguía mirando la lucha que para él le provocaba una sensación enternecedora.
     —Hacen esto para que Kamui se desahogue y no se sienta arrepentido, ¿verdad? —preguntó Shinpachi, que tenía los brazos cruzados sobre su pecho, mirando expectante.
Umibouzo asintió con la cabeza al chico.
   Esta vez, Kagura le devolvió el golpe mucho más fuerte que el de las otras veces, tan fuerte que sono un crujido de un hueso del brazo de su hermano, él se rió y la cogió del brazo y la lanzó contra una piedra. Por una extraña razón, los dos sonreían y hasta que uno no cayó no dejaron de luchar. En esta batalla ganó Kamui, puso una rodilla agachándose para acercarse a su hermana que estaba tumbada boca abajo y sacando sangre por la cabeza, por la nariz y por la boca. Se sentía exhausta pero a la vez se sentía orgullosa de ser más fuerte, y sabía que Kamui también lo estaba.
     —Levanta, tonta —ordenó él mientras se reía en su cara, era una risa socarrona pero a la vez amigable.
     —Algún día te juro que te aplastaré los huevos, y te los volverás a tragar —le amenazó su hermana, se levantó a duras penas pero ella sonreía aunque sentía mucho dolor en su cuerpo.
   Él se encogió de hombros y formuló con la boca en silencio «ya veremos».
   Gintoki se había acercado lentamente a los dos, y ayudó a Kagura para mantenerse de pie.     Kamui le miró fijamente mientras seguía sonriendo. «Este tío no para de sonreír, joder», pensó Gintoki, un tanto incomodo.
     —¿Sois pareja? ¿Verdad? —inquirió Kamui, mirando a los dos de hito en hito.
     —¿Me vas a matar por serlo? —Gintoki respondió con otra pregunta.
     —No, ella sabrá lo que escoge —respondió él, volviendo a encogerse de hombros. Su mirada demostraba otro tipo de palabras. Su mirada era amenazante, típica mirada del hermano sobre protector.
     —He escogido bien, aunque sea un tonto —musitó Kagura, entrecortada. Se encontraba cansada así que Gintoki la hizo sentarse, y él se sentó a su lado mientras ponía un brazo sobre su hombro.
     —Bueno tu también eres tonta, no me sorprende que tengas un gusto tan pobre —bromeó su hermano, Kagura cerró su puño con fuerza y le miró con desprecio. Kamui arqueó las cejas, respondiendo a esa acción y también levantó su puño.
     —¿Podemos ir al grano, por tercera vez hoy? —dijo Mutsu, que estaba al lado de Umibouzo, mientras miraba un reloj que tenía en su muñeca derecha —. Hay algo de prisa.
     —¿Puedes coger a Kagura? —preguntó el padre de ésta a Gintoki, éste asintió y la llevó cogida a su espalda.
     —Antes de que «vayamos» —recalcó Kamui, entrecerrando sus ojos— a buscar a Utsuro, me gustaría decir que me temo que ya ha encontrado algo que vosotros temíais que encontrase.
     —¿Cuándo? —preguntó Katsura, observando a el hermano de Kamui con la frente fruncida. Seguramente porque no confiaba en su palabra.
     —Le seguí —se encogió de hombros, despreocupado— me di cuenta que al rato que era el planeta donde mamá nació y pues bueno, dejé una flor allí —señaló al lugar abandonado donde la habían visto anteriormente— cuando salí, le volví a ver en una zona donde había muchas plantas para ser una zona desértica, excavó y sacó un cristal de un color verde o así —explicó él, al sentarse una piedra.
     —¿Y se marchó sin más? —preguntó Umibouzo, muy preocupado.
     —Sí, ni siquiera vino con nadie, estaba solo.
   Gintoki miró de reojo a Umibouzo, él empezó a dar vueltas, estaba agobiándose.
     —Papá —le llamó Kagura, ella tenía casi los ojos cerrados pero su voz estaba serena - ¿esa piedra posiblemente habría salvado a mamá, cierto?
   Por primera vez, Kamui parecía interesado en el tema. El padre de ambos asintió lentamente con la cabeza y observó a su hijo, tragando saliva en el mismo momento en que le miró.
   Kamui se levantó, pero no parecía estar agresivo, más bien pareció darse cuenta de algo. No dijo nada, se mantuvo callado por el resto del tiempo en el que los otros hacían planes y volvían al barco volador.
   Nada más entrar, él se fue a una habitación para encerrarse.
   Kagura tocó con los nudillos de su mano para pasar, al ver que no hubo respuesta decidió entrar lentamente, y vio a su hermano sentado en la cama con la cabeza mirando hacia abajo, sus manos estaban encima de su regazo.
     —¿Kamui...? —preguntó ella, mientras se agachaba para verle su rostro, él evitó mantener contacto con ella—. Kamui... no te sientas culpable.
     —Fue la culpa de los dos, tanto suya como mía -susurró él, movió sus dedos algo nervioso—. Pero sé que al principio fue mía.
     —Mamá ya lo dijo, tuviste mucha carga en tu pequeña espalda. Fue demasiado para ti —ella se sentó a su lado, y vio que a Kamui solo le cayó una lágrima que se la secó inmediatamente.
     —Solo quería ser más fuerte, para vosotras dos. Pero salió mal, estuve trastornado.
     —Bueno, ella entendería que no saliese bien del todo. Estuvo feliz por los tres hasta que murió —ella puso un brazo sobre su hombro, Kamui se sobresaltó pero no le incomodó en absoluto, es más, sus músculos dejaron de contraerse de tantos nervios.
     —Eres una molestia a veces, te pareces demasiado a ella, en demasiadas cosas —susurró Kamui. Miró fijamente al rostro de su hermana, y sonrió, sincero —. Cuando te vi hace cinco años ya me molestaba que te parecieses a ella, y ahora eres casi su viva imagen.
     —Algo bueno he tenido que sacar —bromeó ella, y él se rió levemente.
     —Como comprenderás, sabes que no me voy a disculpar de las peleas anteriores.
   Kagura asintió con la cabeza rápidamente.
     —Pero —siguió hablando él— no volveré a repetir esas mierdas -suspiró después de acabar de hablar.
   Ella sonrió, muy feliz. Abrazó a su hermano suavemente y él, al principio, tardó en procesar aquello pero luego se lo devolvió.

     —¿Con qué Utsuro ya ha cogido la piedra? —habló Sakamoto, estaba conversando con Mutsu sobre lo que había pasado mientras Gintoki y Katsura estaban sentados, uno más aburrido que el otro—. Estamos perdidos.
     —No tiene porque, tan solo hay que saber donde se encuentra ese hijo de puta y volver a hacer lo mismo hace tres años -intervino Katsura. Gintoki le miró con incredulidad —. ¿Qué pasa?
     —Sabes tanto como nosotros que no es fácil derrotarlo, Zura.
     —No es Zura, sino Katsura —le reprendió él, con los ojos entrecerrados. Gintoki soltó un bufido mientras se relajaba más en la silla.
     —Tan solo hay que pasar a la acción cuanto antes, otra vez. En poco, algunos de los barcos que tenemos por el espacio nos dirá su paradero...
     —Es mejor volver a Edo, dejar que vuelva para conseguir lo que quería y en ese momento, hacerle añicos -susurró Gintoki. Gintoki tenía algo de razón pero tanto Sakamoto como Katsura no querían volver a pasar por lo mismo.
     —Ya veremos, el hermano de Kagura al menos nos dijo que no tiene ni un cuerpo totalmente desarrollado, pasará semanas —explicó Mutsu, que hasta en ese momento estaba calla.
   Gintoki se rió levemente, creía que ella estaba en broma pero se dio cuenta que ella iba en serio. Estaba totalmente equivocada.
     —A ese monstruo no se le puede parar apenas, en todo caso habría que aprovechar ahora para quitárnoslo de en medio, no después.
   Gintoki se levantó al decir esto, y decidió marcharse, sin querer hablar más de ello. Le parecía una idiotez y una pérdida de tiempo, pero sabía que la estrategia de ellos tampoco era mala del todo, no tenía información de donde estaba, ni que desarrollo llevaba por ahora, ni que iba a hacer después... Estaba hecho un lío.
   Vio a Shinpachi de lejos y caminó hacia él, llevaban tiempo sin hablar con todo lo que estaba ocurriendo.
     —¡Eh, cuatro gafas! —le llamó Gintoki al llegar a su lado, Shinpachi le saludó de vuelta con la mano—. ¿Preocupado?
     —¿Quién no lo estaría en estos momentos? —preguntó él, arqueando las cejas y mostrando una media sonrisa.
     —Bueno, si hace tres años salió todo bien...
     —Es posible que esta vez sea peor, Gin-san. Lo sé, lo noto en tu cara y en la forma en la que hablas de esto —le cortó Shinpachi, le dio unas palmadas suaves en la espalda—. No tienes que ocultar lo que piensas.
     —Se podría decir que ahora estará más fuerte que antes y es posible que esta vez no se le pueda matar —admitió Gintoki. Su tono de voz apenas se escuchaba - pero no perdemos nada por intentarlo.
   Shinpachi asintió con la cabeza, dando la razón en esa parte de la conversación.
     —¿Sabes donde está Kagura? —preguntó Gintoki, rompiendo la tensión del ambiente.
     —Creo que está con su hermano y su padre, si no me equivoco estarán en el comedor —respondió él, con una sonrisa de complicidad —. Ahora mismo iba para allí, puedes explicarme lo que habéis hablado de mientras.
   Gintoki aceptó aquello y le contó todo. Shinpachi pensó lo mismo que Gintoki, pero que había que actuar con algo de cautela.
   Llegaron al comedor, y los dos se sorprendieron al ver a la familia de Kagura sentados en un rincón apartado hablando de buen rollo, aunque el padre y el hijo seguían mostrándose desconfiados del uno a el otro.
     —Hey, ¿podemos sentarnos? —preguntó Gintoki a Umibouzo. Él hizo un ademán con la mano indicando que se sentasen los dos.
     —¿Qué plan es el siguiente para actuar? —preguntó Kagura. Cogió la mano de Gintoki por debajo de la mano y él sintió un cosquilleo. Rápidamente recordó la noche que tuvo con ella hace dos días.
     —Pues... —Gintoki carraspeó — no se sabe aún.
   Kamui le miró de reojo y Gintoki le devolvió la mirada confusa, luego notó como alguien le daba una patada fuerte debajo de la mesa. Gintoki aguantó el dolor y soltó la mano de Kagura. Ella se sintió confusa y Kamui sonrió victorioso. «Será mamón», pensó el dolorido de Gintoki mientras se acariciaba la mano.
     —Entiendo —susurró Umibouzo con los ojos cerrados y asintiendo con la cabeza —. Hay que actuar con cuidado, sin que se de cuenta.
   Tanto Gintoki como Shinpachi iban a dar su opinión pero antes Kagura le dio la suya —:
     —Perdón que discrepe con eso, ¿no deberíamos actuar antes de que ya esté fuerte del todo?
     —¿Sabemos su paradero? —preguntó su padre a su hija. Ella negó con la cabeza —. ¿Sabes lo que hará después? —ella volvió a negar con la cabeza —. Pues entonces, es por eso que hay que actuar dentro de un tiempo no ahora.
      —Viejo, creo que somos cuatro contra uno respecto a opiniones —intervino su hijo con la misma sonrisa socarrona de siempre. A Umibouzo le entró muchísimas ganas de reventar la cabeza de Kamui pero se contuvo.
     —Niños... —suspiró él mientras se levantaba, y se fue sin despedirse.
   Kagura soltó un bufido y cruzó sus brazos sobre su pecho, estaba enfadada y Gintoki lo entendía pero no dijo nada.
     —Bueno, ¿ahora eres mi cuñado no? —dijo Kamui, como si fuese algo que siempre ha sido así. Shinpachi, que en ese momento estaba bebiendo agua, escupió todo y se disculpó.
     —Solamente somos pareja —respondió Gintoki con una sonrisa.
   Kamui le miró, confundido. No entendía como una persona como él estuviese con su hermana pero parecían felices, y aunque no quisiese admitirlo, le gustaba la idea de que estuviesen juntos puesto le importaba la felicidad de su hermana, a pesar de que él lo ocultase siempre.
     —Lo que dije, mi cuñado.
   Kagura tuvo que reírse a carcajadas. Gintoki notó que su risa era más animada y alegre que de costumbre, por primera vez vio completamente su felicidad en sus ojos. Ella antes en sus ojos detonaban algo de tristeza y fueron así en momentos espaciados, en muchos.
   Kagura decidió irse a dormir temprano, a Gintoki había veces que le mareaba el no ver el sol casi nunca por días. Se quedó solo con Kamui, que tenía apoyado su barbilla en el dorso de su mano y movía las piernas como si fuese un niño pequeño.
   Gintoki se fijó que en especial, en su pelo, tenía un pelo que sobresalía hacia arriba. Eso era algo que también tenía la madre de Kagura.
    —Espero que cuides a mi hermana lo suficientemente como para que no te haga lastimar el que hayas nacido —musitó Kamui. Los pensamientos de Gintoki pararon al momento en el que él habló.
     —No eres el más apropiado para decir eso —protestó Gintoki, algo enfadado.
     —Tienes razón, pero quiero arreglar ciertas cosas con ella —asintió su hermano mientras se enderezaba en la silla.
     —Menos mal que no ha sido tarde para ti. Has tardado bastante.
     —Lo sé, aún así sé que no voy a volver a ser el de antes, no porque no pueda. Es básicamente porque no quiero.
   Kamui se levantó, sonriente y se marchó a una habitación que le habían dejado. Gintoki le observó, pensando en la frase que había dicho anteriormente «sé que no voy a volver a ser el de antes, porque no quiero». Él entendió perfectamente a que se refería, él mismo ya no pudo ser el de siempre, pero también es porque no quiso.
   Se encaminó a la habitación de Kagura, tocó antes de entrar. No hubo respuesta, él sonrió y entró, y se encontró a Kagura dormida en la cama, abrazada a la almohada y sacando baba por la boca. Tenía el pelo despeinado y las ropas se habían movido de sitio. Él la cogió para meterla debajo de la manta, se quitó la ropa dejandose solo los calzoncillos y se puso a su lado. Pasó un brazo por detrás de la cabeza de Kagura mientras que su mano izquierda tocaba su rostro lentamente, y la dio un beso de buenas noches.
   Ella soltó un suspiro y se acercó más a Gintoki, él la abrazó más fuerte y durmieron juntos abrazados.

   Todo estaba oscuro, caminaba pero sin rumbo a ningún lado. Se dio cuenta de que estaba en el espacio, en algún lugar remoto y metida en una nave espacial. Se acercó a una luz morada que provenía del único sitio que podía ir, cuando, de repente, sonó un estallido y vio como caían cristales al suelo mientras que salía un niño de allí.
   El niño sonreía, con ambición, y sentía supremacia ante todo y todos. El niño se aproximó a mirar por un ventanal, estaba observando a un planeta azul en el que la chica que le estaba observando a él, se dio cuenta de que era la Tierra.
El niño volvió a sonreír, esta vez su sonrisa era nostálgica pero a la vez amenazante, sus ojos detonaban tristeza y un brillo asesino. Luego miró a su cuerpo, no lo tenía completo. Le faltaba un brazo y el resto del cuerpo parecía deformado.
     —Señor, cuando usted diga... —empezó a decir un hombre de pelo castaño detrás suya.
   El niño se giró para mirarle con un mohín de desprecio.
     —Todavía no, deja que me recupere. Tardaré como mucho unas semanas —le cortó el niño —. Voy a probar una cosa —susurró mientras se lanzaba contra el hombre y le cortó el cuello, lo dejó semi colgando. Soltó un sonido de disgusto.
   El niño volvió a girarse, esta vez fue para mirar a la chica que estaba soñando. Ella dio un paso atrás sin saberlo, éste sonrió con asco.
     —Tienes un cigoto... No llegará a ver la vida, una lástima. Bueno, más bien, vais a caer todos como unas flores marchitas.
   Y el sueño terminó oscureciéndose todo.

   Kagura despertó con un grito, asustada y temblando, tenía mucho sudor en sus manos y en la frente. Gintoki, que estaba a su lado, la tranquilizó poniendo una mano sobre la de ella y dio un apretón con suavidad.
     —¿Qué has soñado? —preguntó Gintoki, incorporándose para estar sentado.
     —Ha sido un sueño raro. Vi a un niño desformado que observaba a la Tierra como si fuese un trofeo que quiere conseguir a toda costa, después le cortó el cuello a un hombre y luego...
     —¿Luego? —inquirió Gintoki. Tenía el ceño fruncido, pensaba en que diría Kagura después.
     —Nada, ahí es cuando terminó —Kagura mintió mientras no paraba de venir a su cabeza la última frase de el niño.
     —Duerme un poco más, aún es pronto —concluyó Gintoki, se tumbó de nuevo con Kagura en sus brazos y respiró tranquilo.
   Ella no quiso cerrar los ojos.
   «Tienes un cigoto...», «a qué se refiere» pensó Kagura, mientras se aferraba más a los brazos de Gintoki. De repente, ella abrió los ojos de par en par. «¿Estoy embarazada?».


   Gintoki notó en todo el día que Kagura actuaba extraño, no hablaba mucho con él y cuando éste le preguntaba sobre cualquier cosa, ella titubeaba antes de dar una respuesta sin mucho sentido.
   Kamui muchas veces le miraba de reojo con el ceño fruncido y eso provocaba una cierta incomodidad en Gintoki, pero no podía hacer nada, lo entendía.
   Decidió dejarla sola un rato, caminó por todo el barco volador reflexionando sobre muchas cosas a la vez, se sentó en el comedor y Shinpachi se acercó.
     —Kagura se siente mal, ¿verdad? —preguntó éste cuando se había sentado al lado de Gintoki.
     —¿Qué es lo que le pasa? —el hombre de pelo blanco no sabía a que se refería con aquella pregunta.
     —Um... Creía que lo sabías. No tiene apetito apenas, y lo raro es que ha vomitado esta mañana por lo visto -respondió mientras bebía un café.
     —No sé, he preguntado tantas veces y ella al final me ha ignorado en todas —miró de reojo a su compañero, y supo antes de cuentas que iba a preguntar—. No, no hemos discutido ni nada. Está así desde que tuvo una pesadilla.
     —¿Sobre qué?
     —Creo acordarme que iba sobre un niño desformado y diciendo idioteces... —de repente se calló al pensar que ese niño podría ser el nuevo cuerpo de Utsuro. Se levantó rápidamente pero cayó al suelo al momento en el que algo chocó con el barco volador.
   Shinpachi se llevó un fuerte golpe en la coronilla, pero estaba bien. Sadaharu, que en ese momento estaba dormido, se levantó de golpe y empezó a gruñir.
   Todas las personas que estaban en el comedor empezaron a moverse a todas direcciones con armas. Mutsu se acercó a ellos corriendo para avisar de lo ocurrido -:
     —Los Naraku están aquí —su voz estaba entrecortada porque daba grandes bocanadas de aire al respirar.
   Kamui y Umibouzo pasaron con sus paraguas por detrás de Mutsu preparados para defenderse puesto ya estaban entrando algunos del otro bando. Gintoki, vio por el rabillo del ojo a Kagura correr detrás de su padre y su hermano, Gintoki decidió detrás ir suya pero Katsura le cogió del brazo para llevarselo a otra parte.
   Shinpachi y Sadaharu empezaron a seguir a Gintoki.
     —¿Qué haces, Zura? —preguntó Gintoki mientras se dejaba guiar por Katsura.
     —No soy Zura, sino Katsura. Sakamoto ha dicho que vayamos con él, así que no seas terco, ella estará bien —Katsura guiñó un ojo mirando a Gintoki, pero se estampó con la pared al no mirar por el camino.
     —Vaya par de idiotas, ¡caminen! —gritó Shinpachi, agarrando a los dos y buscaron a    Sakamoto en la sala de control de mando.
   Sakamoto en ese momento estaba cogiendo su pistola y se giró, se encontró con Katsura con la nariz ensangrentada, Gintoki urgandose la nariz con el dedo índice y Shinpachi los llevaba como niños pequeños.
     —Vamos, en marcha —ordenó Sakamoto. Cuando pasó por el lado de los tres añadió—: Vaya par de inútiles sois.
     —Habla el idiota natural —resopló Gintoki, Sakamoto reaccionó con una sonrisa amplia.

   Kagura se encontraba con su padre y su hermano, los tres estaban listos para luchar aunque con las discusiones de Umibouzo y Kamui no se podía concentrar del todo.
   Unos enemigos entraron haciendo un agujero y ella los echó hacia fuera con una patada y lanzando disparos con su pistola.
   Se preguntaba a veces donde podría estar Gintoki, se sentía arrepentida por no contarle todo el sueño pero ella sabía que no era bueno decirle que estaba en sospecha de que estaba embarazada, o probablemente Gintoki se lo habría tomado en broma.
   Mutsu les ayudó en varias ocasiones, pegando puñetazos y patadas a los que se interponían en su camino, ella estaba algo preocupada por Sakamato aunque no era una mujer que admitiese ese tipo de cosas. Ella siempre actuaba como que la vida de él le daba igual pero a la vez ella le tenía muchísimo aprecio.
   Kamui era el que mejor se lo pasaba en estas situaciones, su sonrisa nunca se le borraba, aquella sonrisa amenazante con los ojos cerrados. A Umibouzo eso no le gustaba pero no le quedó otra que concentrarse en lo otro, pelear con él seguía siendo una pérdida de tiempo, incluso ya con Kagura y Kamui era complicado, con Umibouzo era el doble.
   Empezaron a entrar por otro agujero unos cuantos Amanto en ayuda de los Naraku, entre ellos unos Yato pero para ellos tres junto con Mutsu era pan comido. Eran cuatros yatos, uno de los más fuertes contra Yatos que solamente perdían cuando intentaban algo contra ellos.
   De un momento a otro, a Kamui le iban a atacar por la espalda cuando alguien se puso en medio, Kamui se fijó en aquella persona y sonrió aún más.
     —Nos volvemos a ver —dijo Abuto, mientras se colocaba el paraguas en su hombro.
     —Creía que habías muerto —Kamui lo dijo con un tono muy despreocupado.
     —Lo mismo había pensado yo —Abuto entrecerró los ojos pero luego se rió y siguió luchando.
   Kamui se giró para buscar a su familia que le había dejado solo.
    «Nunca esperan, estos retrasados», pensó él mientras los buscaba.


   Había una nave a lo lejos, en ella estaba el niño deformado observando la batalla encarnizada que se estaba formando. Sonrió con desprecio y susurró -:
     —Es una pena que yo no pueda, pero al menos me da más tiempo.
   Cerró su puño con fuerza e indicó que la nave partiese para que no se perdiesen más el tiempo.
Mientras el barco volador de Sakamoto estaba rodeado de cuatro naves grandes enemigas, por lo tanto tuvo que pedir refuerzos. Depende de cuando llegasen, era su victoria o derrota.


(GinKagu) Tiempos de oscuridad |Terminada/en proceso de edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora