Capítulo 9: Encuentro con la muerte

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   Gintoki estaba como en un espacio vacío lleno de fuego a su alrededor sin dejarle salir o pedir ayuda, no sentía ese mismo vacío desde que murió su maestro. Sus acciones demostraban lo desesperado que estaba, y eso a Utsuro le regodeaba hasta lo más dentro de su ser.
   Al lado del cuerpo inerte de Kagura estaba Sougo, que lo había levantado como podía y lo alejó lo más que pudo de la lucha, justo en aquel momento llegó el padre de ella, observando sin poder creerse que su hija tenía los ojos cerrados, totalmente derrotada.
   Umibouzo no quería perder a nadie más, pasó por mucho. La pérdida de su esposa fue algo que le reconcomió bastante su cabeza aparte de los problemas que tuvo con su hijo antes de ello, separando a la familia entera. Él creía que si había un dios por donde sea que estuviese ahora mismo se estaría riendo de él, jugando con él como si fuese un títere.
   Él no lo pensó y atacó a Utsuro así ayudando a Gintoki, aunque éste no tenía ojos para él, solo tenía ojos y oídos para el enemigo que no parecía morir nunca.
   Nobume tuvo que esquivar varios ataques continuos de Utsuro, pero uno le dio en el hombro izquierdo provocando que no pudiese mover el brazo apenas. Kamui la cogió y saltó para evitar que Utsuro diese un toque final.
   El resto del Shinsengumi llegaron cuando hubo más enemigos llegando a la par. Sougo se unió para ayudar a sus compañeros, mientras que Nobume trataba de ayudar a Gintoki, Kamui y Umibouzo, pero Utsuro le daba igual todo lo que le echasen encima. Él quería ver al demonio blanco delante de sus ojos y lo consiguió, Gintoki estaba fuera de sí, esta vez si que podía hacerle frente a Utsuro por si solo aunque estuviese lleno de heridas, la adrenalina que sentía evitaba que él sintiese dolor físico, sin embargo, el emocional no paraba de romperle más.
   Utsuro le dio una patada a Gintoki en su cara haciendo que retrocediese y luego cogió impulso para tirar hacia delante pero Gintoki se defendió justo cuando él apuntaba a su cabeza.
   Utsuro volvió a sonreír, disfrutando del dolor de Gintoki y la desesperación de todos por volver a pararle.
     —Aunque ya no pueda cargarme el mundo, puedo destruir Edo sin complicación —susurró Utsuro, sin quitar esa sonrisa. 
   Gintoki no habló, tan solo se limitó a moverse para volver a atacarle pero éste se defendió sin problemas.
     —Así no me vas a ganar. Lo sabes, además ya no tienes nada ni nadie que proteger —dijo Utsuro al darle una estocada a Gintoki en el hombro derecho.
   Gintoki sonrió, probablemente de locura, y agarró la katana de Utsuro para quitársela. Se hizo daño en la palma de la mano, pero lo ignoraba. Solo lo quería matar.
     —¡Gintoki! —le llamó Umibouzo, sabía el dolor que sentía pero ahora mismo tenía que pensar—. No actúes sin pensar.
   El resto de bandos de Edo por otra parte tenían que defender la ciudad con todo lo que podían y hacerse cargo de los heridos, sin embargo ya habían demasiados muertos. Shinpachi llegó en na nave pequeña que pilotaba Mutsu con Sakamoto y Katsura dentro, los cuatro salieron corriendo y vieron todo el horror acumulado en las calles y demasiado humo y olor a sangre.
   A Shinpachi le vino una sensación fuerte de preocupación por su hermana, pero consiguió verla al lado de Kondo que la estaba protegiendo. Entonces Shinpachi decidió buscar a sus dos amigos pero no conseguía encontrarles. Paró en seco cuando vio una horda de enemigos correr hacia una calle determinada, con muchos ruidos de tiros de pistolas, espadas y gritos. Se acercó rápidamente y le vino una tristeza inmensa al ver un cuerpo con una cabellera reconocible, Kagura se encontraba en el suelo con varias personas al lado. Se aproximó a ella y puso su oído sobre el pecho de ella, respiraba pero apenas se notaba, sus heridas estaban vendadas pero veía que la sangre no paraba de salir. Levantó su cabeza para mirar lo que pasaba a su alrededor, y le impuso ver la furia entre Utsuro y Gintoki.
   Gintoki había hecho caso omiso cuando Umibouzo le llamó, lo que provocó que tuviese más heridas y tardase más en reaccionar. Él pensaba que Kagura estaba muerta, cuando él le vendó las heridas ya notó que ella apenas respiraba, y cuando la dejó en el suelo se percató que ella ya no vivía.
   Gintoki vio una figura reconocible atacando a Utsuro por detrás, a éste incluso le sorprendió el ataque y tuvo que esquivarlo a duras penas, se alejó de ambos y decidió atacar a Shinpachi rápidamente, pero Gintoki se puso en medio llevándose el golpe él. Chocó contra un edificio y se quejó de dolor. Sus músculos apenas aguantaban todo el daño acumulado y sus piernas le fallaban pero aún así conseguía levantarse, en el instante que olvidó solo por un segundo a Kagura, su adrenalina bajó y empezó a sentir demasiado dolor.
     —Kagura está viva —susurró Shinpachi cuando estaba a su lado.
   Gintoki abrió los ojos de par en par, no se esperaba aquello. Él creía haber estado seguro de que ella no respiró. La miró de reojo y se percató que estaba sentada, con su espalda apoya en una pared y sus medio abiertos.
   Utsuro, que se dio cuenta de donde iba la mirada de él, le llenó furia en su corazón y olvidó a todos para matar a Kagura de una vez por todas, pero Umibouzo se puso en medio y le disparó, haciendo que retrocediese un par de metros y dudando si coger impulso para atacar de nuevo. Shinpachi, Nobume, Kamui y Gintoki aprovecharon eso para atacar todos a la vez, pero al darle en sitios distintos apenas funcionó. Gintoki sabía que tenían que apuntar todos a su corazón y sacárselo y después destruirlo pero cada vez que abría la boca, Utsuro saltaba a su dirección para hacerle callar y atacarle con mucha más fuerza que antes.

   Mientras Kagura estaba como en un sueño, en el que había un túnel al final y en el otro lado había como una especie de portal que reflejaba todo lo que estaba pasando. Ella estaba en medio, sin saber a donde caminar hasta que vio una persona borrosa aparecer por el túnel y acercándose a ella lentamente. Kagura, de repente, sintió una calidez y algo familiar. Esa persona cada vez se veía más nítida, sonreía alegre y alzó su mano para acariciar las mejillas de Kagura. Era su madre, que estaba feliz de poder ver a su hija muy parecida a ella.
   A Kagura se le caían las lágrimas y de pronto miró a su vientre, posó su mano, que estaba temblando de miedo, sobre ese lugar y notó algo, bombeando dentro de ahí. Al mirar a su madre, ésta asintió lentamente con la cabeza y puso su mano sobre la de su hija. 
     —El padre te está esperando, no cometas un error —habló Kouka mientras quitaba su mano con una sensación de duda, añoraba el contacto de su hija pero sabía perfectamente que Kagura quería volver con Gintoki y el resto de los que conocía.
     —Mamá, ¿no estoy muerta? —inquirió Kagura al ver hacia atrás y ver imágenes extrañas en el portal.
   Ella negó con la cabeza y sonrió dulcemente—:
     —Tus ganas de vivir y estar con el que amas hizo que aquel pequeño que tienes —señaló con la cabeza y observó el rostro de su hija, como cambiaba a estar atónita— te devolviese a la vida. Él ha mandado células para recuperar tus órganos, y al ser Yato te recuperas mucho más rápido de lo normal. 
     —Creía que había muerto... —susurró Kagura, que tenía lágrimas en sus ojos.
     —Él no murió porque la espada de Utsuro no le dio, solo rozó. Recuerda que estarás de pocas semanas, el bebé es demasiado pequeño como para que Utsuro sepa exactamente donde está ubicado —Kouka volvió a sonreír con un brillo de afecto en sus ojos — además, lo protegiste. Vi que tenías heridas en tus manos, pero al final consiguió traspasarte la mano así que la tenías perforada. Serás buena madre.
     —¿Cómo vuelvo? —preguntó Kagura, quitó su mano lentamente del vientre como si fuese a perder el niño que tenía al quitarla.
   Kouka señaló con su dedo índice al portal que estaba detrás de Kagura, en ese momento ambas vieron a Shinpachi llegando a su lado. Kagura giró la cabeza y vio que su madre se estaba alejando mientras a miraba a su hija con una sonrisa nostálgica, y la despidió con la mano.
   La última frase de ella no paraba de resonar en la cabeza de su hija cuando Kagura entró al portal. "No temas, siempre estaré contigo".

   Kagura abrió los ojos lentamente, notó cada una de sus heridas y se soltó un quejido. Se sentía exhausta, y sus piernas estaban agarrotadas. Sus oídos aclaraban cada vez más el sonido y estaba empezando a marearse, veía demasiadas personas corriendo a todas direcciones pero no sabía quienes eran porque las veía borrosas.
   Intentó levantarse pero ocurrió una explosión cerca de ella haciendo que se quedase sentada viendo como un edificio caía abajo pero no le daba, alguien se acercó rápidamente a ella y la levantó en sus brazos, ella se percató de que era su padre pero no podía emitir ningún sonido.
   Utsuro vio como ambos se iban alejando a saltos, cambió su intención dejando a Gintoki y a lo otros para ir detrás de ellos, él nunca dejaba a alguien medio muerto. Aunque Gintoki fue rápido en reaccionar no consiguió llegar a ellos, Umibouzo trató de defenderse pero soltó a Kagura, Kamui llegó a cogerla justo a tiempo y la dejó en el suelo para ayudar a su padre mientras que Gintoki y Nobume se encargaron de intentar alejarle de Kagura.
   Kagura miró por el rabillo del ojo que su paraguas estaba en el suelo a unos cuantos metros de ella, cuando vio que Gintoki y el resto estaban demasiado distraídos con el ataque continuo de Utsuro, empezó a caminar a gatas para coger su paraguas. De este hecho, se dio cuenta Shinpachi, que le lanzó el paraguas para que no caminase más.
   A ella le costaba horrores levantarse, sus piernas aún no respondían para mantenerse en pie y su vientre dolía aunque su cabeza estaba aún peor, con un gesto de dolor y teniendo mucha voluntad se incorporó con la ayuda de una pared. Observó meticulosamente a su alrededor, pensaba que habría alguna forma de ayudarles sin que el enemigo se diese cuenta.
   Gintoki cayó al suelo después de que Utsuro hiciese que se le rompiese un hueso de el brazo, Utsuro se lanzó hacia él pero Gintoki se sorprendió de quien se puso delante. Un paraguas morado aparecía delante de él, y con la punta daba a Utsuro en su frente, luego sufría una patada. Con la fuerza del impacto Utsuro salió despedido por los aires unos cuantos metros.
   Kagura daba grandes bocanadas de aire, estaba agotada sobretodo cuando corrió como pudo para ponerse entre los dos, se apoyó en su paraguas y sonrió cansada.
     —No tenías que haber hecho eso... —empezó a susurrar Gintoki, aún atónito por lo que había pasado. Se preguntaba como había llegado tan deprisa, incluso a la misma velocidad que el enemigo más temido.
      —Hago lo quiero, cuando puedo y como quiera —solamente con decir aquello, decidió caminar lentamente hacia donde Utsuro había caído.
   Él empezó a reírse, se sentía más entretenido. Pero una voz dentro de su cabeza decía que ella era peligrosa, si hubiese estado con mejores condiciones físicas ella le habría tumbado de inmediato. Utsuro se levantó de un salto y se encaró a Kagura, ella se acercó sin pensárselo y se defendió exitosamente de todos los ataques que le lanzaba él.
   Gintoki atacó a Utsuro por detrás, pero éste se giró sobre su cuerpo y le dio una patada en sus costillas, después desapareció y volvió a aparecer detrás de ella y le dio una patada en su espalda, varios huesos crujieron y ella cayó encima de Gintoki.
     —¡Denle en el corazón! —gritó Kagura con las pocas fuerzas que le quedaban. Acto seguido Kamui, Umibouzo y Nobume avanzaron y le apuñalaron por detrás. Utsuro sonrió, con su brazo izquierda cogió a Kagura y la lanzó contra un edificio.
   Ella sacó un escupitajo lleno de sangre, sentía arcadas pero consiguió levantarse de nuevo con su paraguas en mano.
   Gintoki cogió una espada que estaba en el suelo y lo apuñaló de frente a su corazón, Utsuro soltó un quejido pero se sacó la espada que él le había apuñado y sacó su propio cuerpo de lo demás. Su cuerpo, ya de que por si estaba mal desarrollado, ahora parecía todo agujereado. Él sentía que algo iba mal pero no quería demostrarlo porque sabía que ellos se aprovecharían de aquello.
   Kagura, de pronto, se sintió asustada porque pensó en su hijo y no vio que Utsuro había aparecido delante de ella alzando su espada para cortar su cuello. Kamui le dio una patada en la cabeza y Kagura se alejó rápidamente de un salto con ayuda de su hermano.
     —Escucha, tienes que estar atenta, Kagura. No puedes dejar que él te llegue a ti. ¿Por qué irá tanto a por ti? —Kamui hablaba demasiado con tanta rapidez que Kagura apenas le seguía el hilo de la conversación pero pudo escuchar lo último.
     —Sabe que tengo un hijo en mi vientre —susurró Kagura, evitando la mirada sorprendida de su hermano—. Aparte, sabe que puede sacar lo peor de Gin-chan si viene a por mí.
   Utsuro volvió a sonreír una vez más con maldad, una sonrisa fría que podría congelar las entrañas de Kagura. Sus ojos se posaron en ella y lentamente ensanchó la sonrisa para lanzarse una vez más a ella pero Gintoki se puso en medio y le dio con su espada de madera en el corazón mientras que Shinpachi y Nobume se lanzaban para atacarlo por detrás, hincando sus espadas en la espalda de Utsuro llegando hasta el corazón. Utsuro sacó sangre por la boca y le costó respirar, sin darle tiempo para escapar Umibouzo disparó hacia su cabeza haciendo que perdiese parte de ella y regenerándose. Kagura y Kamui fueron los últimos en dar el golpe de gracia y luego con la fuerza de su hermano, de Gintoki y de ella sacaron su corazón. Su cuerpo empezó a pudrirse, Gintoki miró con urgencia a todos lados hasta que vieron a Sakamoto llegar con varias armas hechas de Altana.
     —Con eso debería bastar, tened cuidado con la onda —dijo Sakamoto, detrás suya Katsura cogió una espada.
   Todos los que estaban ahí cogieron las espadas en pocos segundos. 
   El corazón de Utsuro tenía una forma irregular, daba repulsión el ver como por dentro había algo que latía aunque muy lentamente, el olor que desprendía tampoco es que fuese algo bueno, era pútrido como si se tratase de un cuerpo en descomposición.
   A los pocos segundos los que tenían las espadas hechas de Altana las levantaron todas a la vez, y con un silencio se miraron rápidamente para asentir con la cabeza y bajar las espadas al corazón de Utsuro, al principio no hubo reacción pero de repente empezó a quebrarse la parte dura del corazón.
     —¿Qué onda...? —empezó a preguntar Kamui, pero se quedó callado al ver como el corazón explotaba haciendo una onda expansiva con sangre.
   Los que estaban más cerca de él salieron volando más metros, Gintoki al saber de esto se puso detrás de Kagura para que ella cayese encima de él. Cuando cayeron, él se dio un golpe leve en la cabeza pero no le importaba, lo único que le importaba es que ella estaba en sus brazos, la abrazaba fuerte pero no con mucha fuerza porque sabía que estaba herida.
   Kagura sonrió ligeramente y exasperó por la boca el aire, tenía demasiado tensión acumulado en su cuerpo. Los dos se miraron por un pequeño momento, en los ojos de ambos se podía ver el amor que sentían el uno por el otro y Gintoki le dio un beso suave en los labios. Ella notó una lágrima en la mejilla de él, pero ella sabía que tenían mucho tiempo para hablar. Probablemente todo una vida.
   Todos los conocidos y amigos de los Yorozuya llegaban de uno en uno, ellos se alegraron de ver todos sanos y salvos. Shinpachi vio como Kondo y Otae hablaban tranquilamente sin discutir de absolutamente nada, más bien le agradeció que la protegiese por tanto tiempo.
   Tsukuyo, en su interior estaba algo molesta con que se había dado cuenta el tipo de relación que tenían Gintoki y Kagura pero, a su vez, estaba feliz de que ellos dos estuvieran vivos.
   Sachan estaba demasiado celosa de la relación de aquellos dos y discutió con Gintoki diciendo que si ahora le molaban las niñas pequeñas, básicamente un lolicon, algo que había confirmado Shinpachi hace bastante.
   Hijikata y Sougo estuvieron hablando con Kondo, los tres estuvieron preocupados por cada uno y el sádico por fin había admitido que algo le inquietó por no haber visto a Hijikata por tanto tiempo. Aunque Sougo seguiría molestando a Hijikata, de eso no cabe duda.
   Kamui estuvo charlando tranquilamente con Umibouzo y ambos supieron que Kagura podría estar esperando un hijo, ya que no sabían realmente si aún seguía estando bien pero ella aseguró que estaría bien porque ella no notó nada fuera de lo normal y también porque tenía una corazonada. Evidentemente, Umibouzo al principio no le hizo nada de gracia que su hija estuviese preñada pero al final tuvo que asentir, dejándose llevar por los acontecimientos aunque eso no quitó que le golpease a Gintoki más de una vez.
   Después de esto más de uno tuvieron que volver al hospital de Edo, que estaba hasta arriba de tantos heridos. La mala parte es que hubo muertos pero era de esperarse, aunque no muchos. La vieja de el alquiler junto a Catherine estaban ingresadas en el hospital, sin embargo no estaban en estado grave y sobretodo la vieja, aunque disimulando, se alegró de que los Yorozuya la visitaran frecuentemente.
   A Kagura la estaban examinando con una ecografía si aún seguía teniendo el bebé, y misteriosamente con todas las heridas que tuvo y contusiones no perdió el niño. Ella salió de la sala y se limitó a mover la mano para Gintoki fuese con ella por un momento.

   Salieron fuera y se sentaron en un banco, Kagura examinaba despacio todo a su alrededor y recordaba el miedo y la angustia que se sentía en aquel lugar. Gintoki no sabía de que hablar o que preguntar y ella comprendió que el silencio era incómodo para él así que cortó el hielo.
     —Sigo embarazada —dijo en un susurro.
   Gintoki sonrió alegre pero sus manos temblaban, recordó tanto en tan pocos segundos que todo el estrés se le cayó encima. Ella cogió sus manos con las suyas con delicadeza, como si fuese un muñeco de porcelana y le miró con mucho cariño.
     —No sé lo que habría hecho sin ti —admitió Gintoki al pasar otro silencio por unos segundos.
     —Mmm —musitó ella, pensativa — creo que te habrías quedado con Tsuki.
     —No bromees con eso, idiota —Gintoki le dio una colleja suave y Kagura se rió con tranquilidad, disfrutando del momento que tenían a solas.
     —¿Qué haremos después de esto? Es decir, tendremos a alguien más que dar de comer... 
     —Seguir con normalidad, trabajar como siempre hemos hecho solo que alimentar a uno más, aunque también... —Gintoki estaba algo nervioso pero respiró profundamente para luego soltar lo que ella, en el más fondo de su ser, sabía que diría — me gustaría casarme contigo.
     —No tenemos dinero con que pagarlo —Kagura se levantó del banco y se giró encorvando un poco su espalda y apoyando sus manos en las rodillas—. También necesitas el permiso de mi papi, y sobretodo tienes que pedírmelo.
     —No voy a hacerlo —Gintoki negó continuamente con la cabeza y miró al suelo. Por extraña razón no podía mirarla ya que pensaba que en los ojos de Kagura ahora mismo podrían ser un sol y le estaría dañando la vista.
     —Va, Gin-chan —ella sonrió y le dio un beso en sus labios, él amaba la sensación que le provocaba sus besos. Luego de unos segundos ella se separó, poniéndose de pie y pasando sus manos detrás de su espalda. Se estaba divirtiendo con las reacciones de su pareja.
     —No, necesito el permiso de tu padre antes. Tú misma lo has dicho —él se levantó y observó los ojos de ella con detenimiento, nunca se había alegrado tanto de verlos, estaban llenos de vida.
     —Gin-chan, eres un grosero —ella puso sus brazos cruzados sobre su pecho e hizo un puchero. Eso a Gintoki le encantaba de ella, le recordaba cuando la chica tenía catorce años y pensaba lo adorable que era en esos momentos.
     —Seré un grosero y todo lo que tú quieras pero no puedes obligarme a...
     —¿Seguro? —Kagura arqueó una ceja, segura de que eso descolocaría a Gintoki y lo haría estar curioso. Ella acercó su boca a el oído derecho de él y éste se estremeció — creo que deberías saber, y acordarte, que tú fuiste el que rompió con la apuesta.
   Gintoki abrió los ojos de par en par y observó como ella se alejaba lentamente y ponía su rostro justo delante del suyo, ambas respiraciones chocaban en los labios del otro y parecía que ella le iba a besar hasta que se alejó de inmediato y dio pequeños saltos para entrar al hospital.
   "Maldita niña juguetona", pensó Gintoki mientras la seguía corriendo detrás suya, ella se reía a carcajadas de él y él se sentía demasiado feliz en ese momento. Por un momento, podría decirse que ahora mismo él se sentía lo más feliz que estuvo en toda su vida.  

(GinKagu) Tiempos de oscuridad |Terminada/en proceso de edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora