Capítulo 3: Malos sueños

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Era un lugar oscuro y gélido, demasiado siniestro. El viento soplaba fuerte, las hojas de los árboles caían y, misteriosamente, salió el sol. Kagura estaba tumbada en un parque, con la diferencia que los árboles, el césped y el agua de una laguna eran de color blanquecino.
Kagura caminó por unos cuantos pasos hasta que vio a una persona a lo lejos, con el pelo de color bermellón, su ropa era de color blanca y del mismo estilo con el que vestía Kagura.
Se acercó más y esa persona se volteó para mirarla, sus ojos verdes y el mechón que sobresalía de la cabeza sorprendió a Kagura.
-¿Mami? -Kagura corrió hacia ella pero cuando llegó, ella desapareció.
Kagura empezó a llorar, sintiéndose sola no sabía que hacer en ese sitio. En un momento a otro, escuchó a alguien llamarla, una voz masculina.
Ella giró su vista en todas las direcciones intentando buscar a esa persona hasta que lo encontró. Al principio el hombre se veía distorsionado, borroso, pero al ir acercándose a ella vio su rostro y su ropa.
-¿Gin-chan? -intentó tocarle pero el cuerpo desaparecía cada vez que lo intentaba y volvía a aparecer-. Dime como salir de aquí, por favor -suplicó mientras se dejaba caer al suelo.
La aparición de Gintoki la sostuvo antes de que cayesen sus rodillas al suelo, y la observó detenidamente. Kagura ladeó la cabeza confundida, sin entender nada Gintoki acercó su rostro a ella y dijo unas palabras inaudibles y le dio un beso en la comisura de los labios. Después de esto desapareció y ella también desapareció.

Era un sueño. Kagura despertó temblando y sudando, el frío que sintió en su sueño era real tanto como lo oscuro que estaba la habitación en la que se encontraba. Al principio no lo notó pero al fijarse en sus piernas y en sus brazos, estaba retenida con grilletes en una pared. Intentó deshacerse de ellas pero no tenía apenas fuerza para conseguirlo.
La puerta de la habitación se abrió, dejando que entrase algo de luz y una persona entró en la habitación con un plato de comida, se acercó a ella lentamente y la miró a los ojos. La persona intimidaba a Kagura, hacía que ella se sintiese incómoda pero no tenía miedo.
El hombre cogió los palillos y acercó un trozo de sushi de salmón pero ella se negó a comerlo ya que había ladeado la cabeza a la derecha, éste suspiró y puso el plato en una mesa y obligó a que Kagura la mirase. Sin que pasase un segundo el hombre la besó con violencia y ella intentó separarse pero no podía, así que cogió impulso echando la cabeza atrás y lo golpeó con su frente en la cara. El hombre sonrió y le propinó un puñetazo en la cara a Kagura, luego se alejó de ella al escuchar unos pasos.
Un hombre enmascarado entró y se percató que la chica tenía sangre en la nariz, miró a su compañero y con el dedo índice indicó que no lo hiciese más.
El otro hombre asintió y se marchó sin mediar palabra, todo era extraño y asqueroso para Kagura.

-Lo siento por sus modales, anda un poco desesperado por probar carne -dijo el hombre enmascarado, cortando el silencio.
Kagura le ignoró y a cambio le devolvió una mirada con fiereza.
-¿No quieres comer?
Kagura negó con la cabeza, dispuesta a no hablar. Aunque ella tenía demasiada hambre no quería dar un bocado de la comida de estos impresentables.
-¿Ni siquiera te preguntas por qué estás aquí? -el hombre se sentó en una silla que estaba cercana y se cruzó de brazos esperando una respuesta.
-Sé que queréis algo de mí, es demasiado obvio -respondió ella con un gesto de asco.
El hombre chasqueó la lengua y se rió.
-No del todo.
Kagura frunció sus ojos e intentó adivinar por su cuenta que es lo que pretendían. El hombre al ver que ella no preguntaba se limitó a explicar pausadamente-:
-Queremos provocar a dos personas en especial, con tu secuestro se hace más ameno en que caigan en la trampa. Además, el jefe quiere probar algo de tu cuerpo -el hombre guiñó el ojo derecho y se acercó a ella, con una mano tiró de su pelo para que la cabeza de ella se echase hacia atrás y con la otra la puso en su cuello-. Es una pena que no pueda saborearlo por mi mismo.
Kagura le escupió en la máscara y el se echó hacia atrás quitando las babas, volvió a reírse a carcajadas y eso desconcertó más a ella.
-Eres una cría con agallas, pero eso es lo que más me gusta de las chicas -susurró el hombre examinando el cuerpo de Kagura de arriba a abajo.
Kagura intentó moverse de lo incómoda que estaba y deseó en ese momento estar muerta, nunca se había sentido tan indefensa al no tener su fuerza física a su favor.
El hombre se giró para coger el plato y decidió marcharse, pero antes de irse giró su cabeza con el dedo índice alzado.
-Ah si, prepárate para dentro de unos minutos, el jefe estará por llegar -cerró la puerta con llave al salir-. Te vas a divertir, o tal vez quieras morir.

Kagura no sabía si llorar de impotencia, apretó sus puños e intentó con todas sus fuerzas sacar sus piernas de los grilletes pero no podía y suspiró. No sabía que hacer, ni como aguantar la situación. En ese momento, ella empezó a pensar en su sueño... En su madre, en su padre y en Gintoki. Ella echaba de menos a Gintoki, y al pensar en él se le cayó una lágrima hasta que empezó a llorar desconsolada.


No estaba en ninguna parte, y eso a Gintoki le estaba produciendo más nervios. Con la ayuda de Sadaharu, que ya había recuperado la consciencia, con su olfato aún no encontraba nada. Los rastros de sangre que Kagura había dejado terminaban en un callejón sin salida.
Shinpachi, que hasta en ese momento también se dedicó a buscar, se apoyó en una pared, pensativo. Gintoki le observó con detenimiento y se fijó que el cuatro ojos estaba tratando de enlazar unas cosas con otras.
¨Espero que no sea tarde¨ pensó Gintoki. Estaba alterado, solo estuvo así una vez anteriormente y fue con los sentimientos encontrados que tuvo con Utsuro y cuando fue destruido.
Shinpachi observó que había una cloaca abierta, llamó a Sadaharu y olfateó, al rato dio un ladrido y Gintoki entró velozmente.
Observó a sus alrededores y lo único que veía era agua sucia, pero había rastros de sangre en la pared y los siguió, su corazón cada vez latía más rápido porque le daba la corazonada que Kagura estaría ahí. Cuando pasó unos minutos, quizás media hora se encontró con una compuerta con muchos tablones encima puestos y una ranura de una llave. Gintoki y Shinpachi intentaron forzar para abrir la puerta pero no había manera, y Gintoki empezó a ponerse nervioso ya que ambos escucharon que algo no iba bien.


Kagura no sabía cuantas horas podrían haber pasado, pero su estabilidad emocional estaba por los suelos. No entendía, o más bien no quería entender que era lo que estaba sucediendo, estaba por intentar cerrar los ojos para echarse un rato pero entró el hombre enmascarado que la propuso ir con él, ella se estremeció pero mantuvo la calma.
El hombre, que hasta en ese momento no había enseñado su rostro, se la quitó. Kagura se fijo en todos los detalles posibles, pelo de color negro, con ojos azules oscuros, una nariz larga y puntiaguda y sus dientes estaban amarillos casi negros.
Se aproximó a ella, y sostuvo la mano derecha de ella entre las suyas, el tacto de sus manos era áspero. Ella no sabía que hacer, sin embargo no tuvo apenas tiempo para reaccionar a lo que venía después.
El hombre soltó su mano y llevó sus manos al rostro de Kagura, ella empezó a forcejear pero no hubo manera y él la besó, primero con dulzura. Cuando se separó se relamió los labios y Kagura sintió miedo, no por él sino por su fuerza que no llegaba en el momento que más lo necesitaba. El hombre la besó de nuevo, y esta vez fue mucho más agresivo, tanto que ella no podía ni respirar, ella al intentar separarse hacía ruidos de desesperación y eso pareció que le entretenía más al hombre así que bajo las manos a la ropa de ella y empezó a desabrochar el botón del cuello.
-No, por favor -se quejó Kagura mientras cerraba los ojos, no quería mirar.
El hombre no dijo ninguna palabra y besó el cuello de ella, los puños de Kagura, ahora cerrados, se estaban tornando a rojos de la impotencia que sentía.
Prosiguió desabrochando los dos botones que faltaban y apartó parte de la ropa que llevaba, lo que hizo que se viese el pecho de ella. Cuando él bajó la cabeza a el pecho, ella no pudo contenerse más.
-¡Ayuda, por favor! -gritó desesperada. Asqueada de la sensación desagradable de notar su lengua pasar por el pecho suyo.
El hombre le puso una mano en la boca para que se callase y siguió lamiendo parte del cuerpo de arriba de Kagura.
Ella empezó a llorar, sin poder gritar mordió la mano que la estaba tapando la boca, éste se enfadó y la golpeó en la cara haciendo que sacase sangre por la boca, él aprovechó para lamer la sangre que se encontraba y ella se estremeció.
-¡Gin-chan! ¡Shinpachi! -volvió a gritar. Sentía dolor en su pecho y en su cabeza.
Otro hombre entró a la sala sin permiso y apartó la vista al ver la situación, avergonzado.
El hombre que había tocado a Kagura se volteó para mirarle con el semblante serio y con las cejas alzadas.
-Están aquí.
-Oh, que bien -juntó las palmas de sus manos con una sonrisa, se volteó a Kagura y susurró- no te preocupes, aún no he terminado lo nuestro.
Cuando se marcharon, ella lloró aún más fuerte y gritó el nombre de Gintoki una vez más antes de caer inconsciente por la tensión acumulada.


Gintoki había escuchado los gritos abrumadores de Kagura, y pegó una patada a la compuerta.

-¡Kagura! -bramó él mientras sacaba su espada de madera para luchar con dos personas que le atacaron a Shinpachi y a él-. ¡Quitaros de en medio!
Gintoki aligeró su paso y encontró una puerta media abierta al fondo de un pasillo, pero al dar tres pasos, tres hombres aparecieron delante suya impidiendo el paso y al poco después el hombre que tenía una mascara puesta. Gintoki empuñó con mas fuerza su espada de madera y puso una pierna delante de la otra para prepararse de cualquier cosa.
-Es una lástima que no me hayas disfrutar de ella -comentó el hombre de los dientes amarillos mientras sonreía con maldad.
Gintoki frunció sus cejas, sin entender realmente que sucedía.
-Es una chica bonita, su cuello es muy apetecible y sus pechos, grandes y bonitos -explicó alegremente, se miró las manos y sonrió-. Es una pena que no haya llegado a más, quien sabe lo bonito que habría sido meter...
El hombre no pudo terminar, ya que Gintoki le había incrustado su espada de madera en el pecho de él tocando su corazón, lo retorció lentamente antes de sacarla para ver el sufrimiento de aquella persona, que estaba agonizando. Shinpachi también estaba furioso pero no tanto como su compañero, que había matado a sangre fría a la persona que tenía secuestrada a Kagura. Los otros tres hombres huyeron, por suerte, porque Gintoki se encaminó a la habitación donde se encontraba Kagura y se le cayó el alma a los pies.
Se encontró a una Kagura indefensa, con los ojos cerrados y algún que otro corte en sus labios y en su nariz, su pecho estaba descubierto y vio que respiraba con dificultad. Los grilletes eran fuertes para ella porque también tenía sangre en los brazos.
Primero, Gintoki quitó los grilletes de las piernas y luego de los brazos haciendo que el cuerpo de ella cayese sobre su espalda, la dejó en el suelo con cuidado y él abrochó de nuevo los botones, luego tocó su rostro examinando cada corte que veía. Kagura abrió los ojos con pesadez y sonrió, aunque soltó un quejido por el daño que se había hecho en la boca.
-Gin-chan... -susurró ella, con un hilo de voz.
-Shh... no hables, estás a salvo -Gintoki la abrazó suavemente y respiró profundamente. Kagura notó que su cuerpo estaba temblando.
-Gin-chan, no ha pasado nada más, tranquilo -intentó consolar a su compañero pero ya era tarde, Gintoki rara vez tenía lágrimas en los ojos.
-Es mi culpa, no debería de haber tardado tanto, lo siento -se disculpó mientras la cogía en brazos y acercaba su rostro a ella.
-No te preocupes, siempre estarás ahí para ayudarme -Kagura puso sus brazos alrededor de su cuello puso su frente bajo la barbilla de Gintoki, éste le dio un beso en la frente a ella con delicadeza.
Shinpachi estaba apoyado en el umbral de la puerta, contemplando a los dos y por dentro se sentía algo feliz. Gintoki llevó con cuidado a Kagura hasta que la puso encima de Sadaharu y los cuatros volvieron a la Yorozuya sin ningún problema.


Kagura seguía descansando en el sofá, después de haberse tomado un plato caliente de sopa y un bol de arroz. Gintoki no se separó de su lado por ninguna circunstancia, él seguía culpándose de todo aunque Kagura hubiese insistido varias veces en que no era así.
-Parece que está algo mejor -observó Shinpachi, sentado en el sofá.
Gintoki asintió con la cabeza y acarició la cabeza de la chica, estaba algo pensativo.
-¿En qué piensas, Gin-san?
-Casi la pierdo, Shinpachi, por mi culpa -respondió Gintoki, su tono se quebró.
-No es tu culpa, ya lo sabes. Kagura ha intentado que no lleves eso arrastrándolo.
-Si hubiese salido con ella y no haberla dejado sola...
Shinpachi se rió y dijo-:
-Estabas demasiado ocupado pensando tus sentimientos por ella. Además -añadió- ¿quién de nosotros sabía si la iban a atacar, o que no podría defenderse? Nadie.
Gintoki abrió los ojos en par y miró de reojo a su amigo, él se limitó a encogerse de hombros y sonreír, mirando a Kagura en el proceso.
-Deberías de decirle a ella lo que sientes.
-No puedo, no saldría bien, Shinpachi -se lamentó Gintoki. Se sentó en el sofá y puso la cabeza de Kagura sobre su pecho, abrazándola.
-¿Ganas algo ocultando algo tan importante para ti?
Gintoki negó con la cabeza pero aún estaba dudoso.
-He de decir, que apuesto que Kagura siente lo mismo por ti, Gin-san -admitió el cuatro ojos mientras contemplaba el semblante de Gintoki.
-Mientes -dijo él, dejando con cuidado a Kagura en el armario y dando un beso en la frente. Se giró y miró a Shinpachi-. No puedes saberlo...
-Tú tampoco y, sin embargo, me estás diciendo gilipolleces sin sentido -le cortó Shinpachi, sonriendo burlón-. Puedo asegurarte, al cien por cien, que ella siente algo por ti. Solo que no quieres verlo por miedo a algo, ¿me equivoco?
-Si la perdiese, por lo que sea, no me lo podría perdonar. Prefiero olvidarme de estos sentimientos.
-Igualmente no te lo podrías perdonar siendo solo un amigo para ella. ¿Prefieres que sufra más?
-Será feliz en un tiempo con otra persona.
Shinpachi se levantó del sofá y le propinó un puñetazo en la cara.
-¿A qué ha venido eso? -preguntó Gintoki mientras se llevaba la mano a la mejilla donde había sido golpeado.
-Si quieres que ella sea feliz, primero tienes que aceptar tus sentimientos y los suyos -respondió él con frialdad y luego echó un suspiro-. Sé que para ti, ella es todo. Por eso debes de hacerme caso.
-¿A un chico virgen como tú? -Gintoki alzó las cejas intentando no reírse en el proceso.
Shinpachi se dio por vencido, se despidió de Gintoki y se marchó para dormir en su casa con su hermana. Gintoki se quedó a solas pensando en los posibles sentimientos que Kagura tuviese por él.
Se acostó en su futón, aunque no podía conciliar el sueño. Al rato, escuchó la puerta abrirse y vio a una Kagura nerviosa y sudada.
-¿Puedo dormir contigo, Gin-chan? -preguntó ella mientras se acercaba al futón de Gintoki.
-¿Tienes miedo?
Ella asintió con la cabeza bastante rápido y cayó alguna que otra lágrima.
Gintoki solamente la abrazó por unos minutos, dando caricias en la espada de ella y luego se separó, quedando solo a pocos centímetros de su cara.
Kagura, sin darse cuenta, estaba acariciando las mejillas de Gintoki y se estaba acercando cada vez más a él pero él puso sus manos en los hombros de ella para separarla. Kagura se desconcertó.
Al ver que Gintoki había apartado la vista de ella para evadirla, se levantó pero Gintoki cogió su mano para que no se marchase. Ella se volteó para mirarle pero vio que Gintoki estaba cabizbajo.
-Gin-chan, puedo dormir sola -dijo ella cuando soltó su mano.
-No quiero dormir solo -subió la cabeza lo justo para mirarla. Sus ojos parecían brillar y él deseaba que ella se quedase a su lado.
-Gin-chan, yo... no sé si es buena idea -susurró ella mientras se arrodillaba a su lado.
-¿Sientes algo por mí? -preguntó él de sopetón. A ella le sorprendió la pregunta.
-No importa, sé que sientes algo por Tsukuyo y no pasa nada, de verás.
-No siento nada por ella -afirmó Gintoki, volvió a acercarse un poco más a ella y llevó una mano suya a su barbilla para acariciarla con dulzura.
-Gin-chan no pasa nada si no sientes nada por mí...
Gintoki la cortó con un beso cálido en sus labios, por unos segundos ella fue incapaz de moverse hasta que le siguió el beso con torpeza. Él sonrió mientras la besaba y esta vez la atrajo más a él e intensificó un poco más el beso.
A los pocos segundos se separaron para respirar y ambos juntaron sus frentes y cerraron los ojos.
-¿Con esto sirve? -susurró Gintoki y la abrazó con suavidad.
-E-eso cre-creo -tartamudeó Kagura, nerviosa.
Gintoki se rió a carcajadas y se volvió a tumbar en el futón, esta vez dejando espacio para que ella se tumbase a su lado, y es lo que hizo. Echó las mantas por encima y él la abrazó por detrás, ella sintió calidez al sentir sus abrazos cariñosos. Ella se giró y miró fijamente a él, que tenía los ojos cerrados y esta vez ella aprovechó para darle un beso pequeño. Gintoki sonrió y la juntó más a su cuerpo, ella no pudo contenerse y se puso encima de él, lo cual le sorprendió. Kagura le dio un beso algo más profundo que el anterior y puso sus manos en el cabello de Gintoki, él, que no fue tonto, aprovechó cuando ella había abierto la boca, por un momento para respirar, para hacer entrar su lengua y jugar con la lengua de ella. Kagura se estremeció y soltó un gemido pequeño, al poco se separó.
-Kagura, deberías descansar -dijo Gintoki, apenas sin aliento.
-¿Por qué?
-Tienes que estar algo traumada por lo de... ya sabes.
-Oh... -musitó ella. Se quitó de encima de Gintoki y se tumbó a su lado, avergonzada a más no poder, evitó mirarle a la cara.
-Escúchame, me gustaría hacer algo más que esto contigo pero quiero que estés bien segura.
Ella asintió levemente y cerró los ojos. Tembló cuando noto un brazo de él rodeando su cintura y notó la respiración de él detrás de su cuello, y cayó dormida.


Al abrir los ojos se encontró en un lugar, muy oscuro pero sentía una sensación de calidez. Todo era negro y no se escuchaba apenas nada, tan solo unos susurros que venían de muy lejos. Kagura miró pero se sorprendió al ver que no era su cuerpo, que era el cuerpo de otra persona que ella no recordaba. Intentó buscar un espejo pero no lo encontraba, sin embargo, las voces se hacían más coherentes. Hablaban del cuerpo de un niño, de que estaba descompuesto y de una mujer que serviría para una causa.
De pronto, toda la escena cambió y se encontró en una cápsula llena de agua o de algún líquido que no sabia que era, empezó a agobiarse y con todas sus fuerzas procuró salir pero el cuerpo no se movía, dos hombres se acercaron y llevaban consigo una piedra pequeña de color verde claro. El momento volvió a cambiar y, por fin, se fijó en quién era. Ella se asustó, estaba en el cuerpo de un niño que solo tenía la mitad del cuerpo con rasguños y heridas profundas y la otra mitad no existía, también tenía un agujero en el lugar donde se suponía que estaría el corazón. En ese momento se percató, que era el cuerpo de una persona que no debería de seguir estando mantenido por líquidos. Se trataba de Utsuro, que estaba volviendo a recuperar lentamente su cuerpo, pero su corazón no estaba.
El sueño terminó y ella pudo abrir los ojos, agobiada y sudando se incorporó, se llevó las manos a la cabeza tratando de tranquilizarse. Notó una mano detrás de su espalda y se sobresaltó.

-¿Un mal sueño? -la voz de Gintoki era somnolienta, también se estaba quitando las legañas. Para Kagura le parecía adorable ver su rostro de dormilón.
Pero no supo que responder, se volvió a tumbar y notó que él la acariciaba la cara. Muchas preguntas se les vino en la cabeza sobre cuando empezó a sentir algo más por ella, por qué...
Alguien carraspeó tras la puerta, Shinpachi, sin querer, los había observado momentos atrás cuando estaban dormidos acurrucados.
Kagura se levantó rápidamente pero Gintoki, que se había levantado más rápido que ella, le dijo algo a Shinpachi y volvió a cerrar la puerto. Luego se giró, con una sonrisa angelical y Kagura dio un paso atrás cuando él se acercó a ella.
-Quería hacer algo antes de que salgamos -Gintoki acercó su rostro muy lentamente a ella, y ésta empezó a ponerse nerviosa, sus mejillas cambiaron a color rojo y los ojos de Kagura iban a los labios de Gintoki. En ese instante, él sonrió y se alejó y ella suspiró de frustración.
-Me gusta ver como te enfadas porque no te de algo que quieres -admitió Gintoki, medio riéndose de ella.
Kagura esta vez se acercó, le agarró de la parte de arriba de la camisa y lo atrajo hacia ella. Le dio un beso, esta vez algo más violento. Cuando vio que él quería más, se apartó y sonrió dulcemente.
-Y a mi me encanta ver como te frustras al querer más -Gintoki frunció las cejas al escuchar eso y cruzó sus brazos encima de su pecho e hizo una mueca, como si fuese un niño pequeño.
-¿Quieres apostar?
Kagura ladeó la cabeza, confusa de su pregunta y Gintoki sonrió maliciosamente.
-Apostemos a ver quien tarda más en besar al otro -dijo, al rato de ver que ella no preguntaba.
A ella se le abrió la boca de sorpresa, iba a protestar pero Gintoki ya había salido del cuarto.


Por la tarde, Hijikata y Sougo se presentaron en el bar de Otose para hablar con los Yorozuya. Gintoki, en ese momento, estaba tomándose un vaso de cerveza y Kagura hablaba con Shinpachi, Sougo puso en atención que parecía bastante contenta, más de lo usual.

Hijikata se llevó la atención de todos al carraspear y dijo, con voz clara-:
-Se ha visto a un chico con el pelo rojo anaranjado acompañado de otra persona atacando a un barrio cercano.
Kagura, que en ese momento estaba bebiendo agua, se le cayó el vaso estrepitosamente contra el suelo.
-¿Y mi padre? -preguntó, apenas se la escuchaba.
-No lo sabemos, china -respondió Sougo, encogiéndose de hombros-. Lo último que supimos de él es que fue a buscarte ayer pero no se le ha visto más.
Kagura suspiró y bajó la cabeza, Gintoki la observó en silencio.
-Bien -cogió su paraguas y se dispuso a salir del bar. Gintoki ya sabía en lo que pensaba, así que cogió su espada de madera y se la colocó y salió con ella. Shinpachi salió cuando salieron Hijikata, Sougo y Sadaharu detrás de ellos.
-Tened cuidado -susurró Tama, aunque ya era tarde para decirlo.


Kagura pensaba que su padre probablemente estaría luchando contra su hermano, corrió lo más rápido que podía a la par que los otros cinco. Gintoki también estaba pensando en dos problemas, el primero era que quería proteger a toda costa a Kagura y el segundo era que no quería que su corazonada se hiciese realidad, que Utsuro volviese a la vida.

(GinKagu) Tiempos de oscuridad |Terminada/en proceso de edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora