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   Recordar la sensación de tus dedos helados recorriendo suavemente mi espalda, tu mirada pretenciosa con una chispa de nobleza, la voz profunda y hechizante, más el único aroma que nubla mi raciocinio dulcemente.

   Tú... Existiendo tanto en el mundo para amar y odiar ¿Por qué tenía que encontrar todo ello convergiendo en ti?

   Contemplando la luna, entiendo la razón de que los griegos vieran al amor y la esperanza como los peores males de la especie humana.

   Siempre desapareces sin dejar pistas, sumiéndome en un vórtice de ansiedad y frustración, un dolor que no mata pero tampoco me permite el descanso en la inconciencia.

   ¡Maldición contigo! Parece que no sabes ser de otro modo y yo... yo absurdamente no sé hacer otra cosa que amarte.

   Más que lujuria, estar contigo siempre fue un hábito, una adicción y un encanto, pese a los tormentos que acarreas.

   Eres mi caja de pandora. Toda mi perdición se condensa en ti, y el peor de mis males va de la mano con este amor... definitivamente lo peor que se puede tener es la esperanza.

   Esperanza, de volver a encontrarnos, que se expande como un virus altamente infeccioso por todo mi ser y me deja creer que ésta fué nuestra última despedida, ilusionándome con un reencuentro que borrará toda amargura.

   ¿Qué haría sin esta esperanza? Puedo continuar gracias a ella aunque el precio sea tanto dolor, a tí te podría esperar toda mi vida; incluso si fueran el amor, el dolor y la esperanza lo que me conduzca a mi fin.

   Irónicamente, he decidido que será así. No voy a decepcionarte. Me haré fuerte para alcanzarte cuando nos veamos de nuevo, siempre es así. Pero ésta vez voy a detenerte, seré lo suficientemente fuerte para que elijas quedarte... conmigo.

Relatos de ellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora