Al caer la noche

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Soy la mujer más plena al caer la noche. Cuando la luna, en solitario desde el firmamento, nos muestra el tenue camino que nos llevará a nuestro encuentro.

   Como en cada ocasión, tras deleitantes juegos de caricias que se llevaron consigo el tacto del lino y algodón, me encuentro con que no sé por donde retomar el recorrido.

   Inicio por ese cabello, no muy corto tampoco tan largo, que pide a gritos pasar mis manos hasta desordenarlo completamente. Y mientras mis dedos juegan a despeinarlo, clavo la vista en tu mirada ¡En nombre de lo que es eterno! Tus ojos parecen conocer las respuestas a todos los enigmas de la vida y poseer cada secreto del universo mismo guardado en ellos.

   Me seduce el misterioso tono que tiene tu voz, un timbre grave y ronco que entre todo su sarcasmo esconde montones de promesas placenteras, promesas que nunca quedaron incumplidas.

   Me aferro a tus brazos, tan cálidos y fuertes, que me ofrecen refugio en momentos donde la lucidez abandona mi juicio. Brazos fuertes que me inmovilizan en el ángulo correcto para que devores cada sensible punto que te ofrezco.

   Así, mientras tus dedos delgados hablan con mi piel un lenguaje de dedicación y constancia, los míos emprenden el recorrido por tu espalda, tan ancha que parece haber sido creada para que mis dedos se aferren hasta que una a una sus uñas dibujen,
violentas, indescifrables patrones en ella.

   No sabría describirte en tu totalidad, eres un ser que me incita a perderme contigo por arrolladores caminos inciertos. Alguien que guarda conocimientos demasiado sensuales para mostrarlos plenos durante el día…pero esto es la noche. E irónicamente cada dulce pecado nos arrastra a culminar un juego que resultar ser más que glorioso.

   Tal vez lo que más me agrada son tus labios que sonríen complacidos cuando dejo escapar suspiros entremezclados con discretas expresiones de júbilo. Labios carnosos que gustan de acallar mi último grito en un beso fortuito.

   De este modo, al caer la noche me vuelvo la mujer más plena del mundo, porque numerosas veces me entregas tu alma en cada uno de nuestros encuentros, y entre suspiros recibo cada fragmento. Porque me encadenas a ti con embriagante pasión mientras te adueñas posesivo de cada uno de mis pensamientos, la prueba más grande es esto: Tú ya protagonizas cada uno de mis sueños.

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