Sonrío al ver cuánto significaban todos esos detalles para ella.
Aparto mi vista de las letras y tomo otro sorbo del café. Miro alrededor y me sorprendo al ver a BamBam sentado en la barra, conversando animadamente con alguien. No parece haberme visto aún, así que debería escaparme.
Me termino el café a toda prisa, cierro el cuaderno y lo sostengo en mi pecho mientras me paro. Me pongo mi bolso al hombro y me dirijo a la puerta sigilosamente.
– Hace mucho no nos veíamos... –escucho detrás de mí, y paro en seco.
Reconozco la voz perfectamente. Sonrío incómodamente y me giro, para encontrar a BamBam sentado de espaldas, pero con la cabeza en mi dirección. Saludo con la mano y me acerco a él.
– Em... hola. –digo incómoda.
– ¡Hola! –sonríe casualmente y hace un gesto de la mano para indicarme que me siente a su lado.
Me acerco más y me apoyo en la barra a su lado, pero no me siento.
– No gracias, no voy a sentarme. –niego con la cabeza.
– Oh. Está bien... –asiente– ¿Cómo estás?
– Yo estoy bien. –casi sonrío– ¿Tú?
– He estado mejor... –ladea la cabeza.
– Uh... pues espero que mejores. –sonrío incómodamente, y hago ademán de dar la vuelta para marcharme.
– Cuesta, luego de todo lo que sucedió. –dice, haciéndome parar al instante.
Lo miro. Tiene una expresión sombría y dolida, con la vista en la bebida que tiene al frente.
– BamBam, yo—
– No, no te preocupes... –cubre su dolor con una sonrisa.
Miro abajo.
– Nunca pretendí—
– Está bien, dije... –sigue sonriendo falsamente.
Dirijo mi vista hacia él y siento la suya, culpable, sobre mí.
– Fue un comentario fuera de lugar por mi parte. –masculla, y luego niego con la cabeza sosteniendo su mirada.
– No esperaba menos. Fui yo la causante de todo, de cualquier manera... –afirmo, y luego miro aparte.
– ¿Cómo está? –pregunta, curioso.
– Ha estado mejor... –ladeo mi cabeza, vacilante, antes de reaccionar y esbozar una muy leve sonrisa– En fin... Ya me voy, cuídate.
Me despido con un gesto de la mano, y me dirijo a la salida rápidamente, sin darle tiempo a responder.
Salgo a la calle, y comienzo a caminar sin rumbo. Continúo mi camino hasta que encuentro un parque casi vacío. Decido tomar asiento en un banco a la sombra y pongo mi bolso a mi lado. Vuelvo a abrir el cuaderno, y fijo mi vista en una entrada que lee: "13 de marzo".
Hoy pasé un rato recordando cuando era pequeña: era feliz, solía hacer nada más que jugar, reír, pasar el tiempo haciendo cosas que parecían tan grandes en ese entonces... Tenía también al mejor de los mejores amigos. Desde mis 5 años estuvo ahí, siempre a mi lado y apoyándome en todo. Lo que no imaginaba era el rumbo que tomaría todo a medida que creciéramos, cómo cambiarían sus sentimientos y cómo influirían en mi vida.
Todo estaba tan claro en mi mente... Me casaría con el chico que más quiero en el mundo, el chico que más nos convenía tanto a mí, como a mis padres.
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