Las próximas tres hojas están arrancadas casi completas, y la poca tinta visible está corrida, como si hubiese caído líquido encima de cada palabra.
¿Qué pasó ese día? 18 de marzo... El día anterior quedamos en que íbamos a salir.
Comienzo a pensar, e intento recordar cada cosa que ocurrió durante esas veinticuatro horas.
En la mañana fui a trabajar, como siempre, y salí temprano porque iba a ir a aquella tienda de smoothies con Minnie. Al llegar a casa me di una ducha y me puse un atuendo casual, pero intentando lucir lo mejor posible. Me eché algo de perfume, e intenté acomodar mi pelo de tal manera que pareciera menos rebelde.
Después de unos minutos, bajé a encontrarme con ella. Al verla en su auto le sonreí, y luego me subí a este.
– Buenas tardes, Minnie~ –dije y besé su mejilla suavemente.
Ella sonrió de vuelta.
– Buenas tardes, Uqi... –asintió y volvió a encender el auto para conducir a la avenida luego– ¿Qué tal tu día?
– Meh... Bastante ocupado, como siempre. –miro por la ventana hacia afuera– Hoy vendí tres pisos, estoy orgullosa de mí misma. –sonreí.
– Oh wow, eso es algo de lo que estar orgullosa. –afirmó emocionada– Ya tenemos qué celebrar hoy, sí.
Reí leve, y luego le miré.
– Siempre estás tan contenta, ¿cómo lo haces? –pregunté ladeando mi cabeza.
Me miró por un instante, luego devolvió su vista a la carretera.
– Oh, bueno... –rió leve, algo incómoda a mi parecer– Supongo que es porque me gusta ver sonreír a la gente también, y... Soy bastante positiva casi todo el tiempo...?
– Ahora mismo, tienes tu boda en menos de quince días, y estás bastante calmada. –mencioné el tema.
Aquel tema del que ambas huíamos. Aquel que cambiaba por completo nuestro estado de humor. Nunca supe por qué sacaba siempre el tema, quizá porque había una pequeña esperanza dentro de mí que quería que ella dijese: "Me di cuenta de que no le amaba, y cancelé todo".
Pero nunca lo dijo.
– Muchas otras chicas estarían nerviosas y muertas de miedo...
Miré adelante, intentando parecer indiferente.
– Tengo fe en que todo saldrá bien. –siguió mirando hacia delante, con ganas de zanjar el tema.
Algo en mí se rompió, por enésima vez.
Luego de un rato estábamos en la tienda, ella había pedido batido de helado de almendra, y yo de chocolate. Pronto nos sentamos y comenzamos a disfrutar de nuestros respectivos pedidos.
– ¿Me dejas probar del tuyo? –pregunté atrevidamente.
Es anti-higiénico, ya sé. Pero con ella realmente me daba igual.
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