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La lluvia hacía que el bochorno se elevara e incluso el columpio donde estaba sentado empezara a chirriar un poco ante él su suave movimiento, casi mínimo. Nadie diría nada, sino era porque el mismo chico dejaba camuflajearse un camino de lágrimas por sus mejillas blancas.

El olor tan ya conocido a tierra húmeda empezaba a llenar el ambiente, ocultando el olor de ese joven omega con el corazón destrozado.

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La semana para un grupo de chicos estaba yendo de mal a mejor, Scott un pequeño Beta de piel oscura caminaba en dirección a esa línea subterránea abandonada de la ciudad de Fawcett City, para muchos que vieran por donde caminaba el menor sin ninguna pena, se pondría blanco al ver a gente desde vagabundos, drogadictos, prostitutas y de más regados por el lugar. Algunos le saludaban y este les regresaba el saludo, sin embargo hasta el final de la línea toco a una puerta de hierro, algunos curiosos voltearon, pero Scott entró en un Flash; cerrando la puerta para ver una sala de controles en esa habitación, el aroma a omega llenaba el lugar que gracias a los Dioses estaba sellada, no salía ni el sonido.

-- Traje la cena. – Dijo bajito mientras se acercaba a una esquina donde había un montón de mantas, algunas sucias y otras no. en medio ya hacía un chico de su edad con sudadera roja, el cual sudaba por los dolores de su ciclo. – Vamos. – Dijo con calma mientras ayudaba al otro a sentarse. – Solo esta noche y ya mañana estarás como nuevo, amigo. – Le dijo con suavidad mientras le acariciaba la frente, despegándose unos cuantos cabellos oscuros de esta.

El ojiazul asintió cansado y recibió la comida de buena gana, en verdad comer cosas sin caducar eran raras las veces.

-- ¿Estabas en el “trabajo”? – Pregunto mirando al otro que asintió, pero ante la mirada acusadora este alzó las manos.

-- Tranquilo, tranquilo. Ya deje eso. – Comentó antes de que el de piel clara le miraba furioso. – Ayude en la tienda de convencía de la calle 3, me pagaron poco pero estos, mostró las piezas de sandwich que trajo. – Ya iban a caducar, así que hice de mi lengua una flauta para las cobras. Me las vendieron a un  tercio de lo que cuestan. – Soltó orgulloso de su hazaña. – No eres el único que sabe cómo hacer negocio, eh Billy. – Le sonrió y el otro solo le regreso la sonrisa de forma leve, el mismo sabía que de estar bien hubiera conseguido esos sándwich gratis, pero no iba a menospreciar el trabajo arduo de su mejor amigo.

Después de comer quedó completamente en brazos de Morfeo, dormir era lo mejor para que se le pasara el celo, Scott siempre le cuidaba con vehemencia, por lo que se sentía muy seguro allí.

Lo bueno es que en la escuela había avisado de su pequeño problema, por lo que no se preocupa por ello.

-- Mary… -- Susurro entre sueños.

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En otro lugar, una habitación muy femenina una joven castaña se levantó de la cama de golpe, había sentido que alguien la llamaba, corrió a la ventana y no vio a nadie. Eso la entristeció, desde que tenía uso de razón le pasaba eso... Su actual familia pensaba lo mismo que varios psicólogos, debía ser la carga de haber sobrevivido a ese fatal accidente cuando niña… Ella sentía que esa voz era la de su hermano… fallecido.

Por lo menos se calmaba cada que le llevaba flores a esa tumba donde tres lápidas se alzaban, mostrando lo que alguna vez fue su familia genética.

Vivir con el hermano de su padre y sus hijos era algo agobiante para la chica, la cual no tenía idea de que harían con ella cuando presentase casta.

Seguramente si sale que es omega la mandaran a un convento, ya que como estipula el testamento de su padre la herencia la tendrán sus hijos… si son alfas tomarán posesión inmediata a la mayoría de edad; pero si son omegas o betas, solo al contraer matrimonio, no importa la edad, pero solo el dinero se le daría a los hijos a las parejas no.

Podrían decir que era algo muy arcaico, pero su padre lo pensó bien… siendo omegas con fortuna cualquiera que se casara con ellos solo lo haría por el dinero, pero si llegaban a encontrar a alguien que los ame de verdad, eso no les importará.

Suspiró, su tío era ambicioso y ella lo sabía, en cuanto ella diera signos de ser Omega o beta su tío la metería en el convento, ya que si no podía tocar el dinero, nadie lo hará.

Regreso en su pasos y entró en su cama, esperaba que su futuro pinta mejor, que esa lluvia que caía sin tregua afuera.

— Joseph… -- Respondió al fantasma de su hermano mayor, aferrándose a algún milagro. — Mamá, papá...

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Era demasiado tarde ya, la lluvia era sin cuartel, miro por la ventana y no se la pensó dos veces, fue a buscar a su torpe hermano.

No era idiota, él sabía tan bien como todos en la familia que este llevaba años enamorado de su mejor amigo alfa, Conner Kent.

El cual al irse de servicio militar por unos años a europa, regresó simplemente con esposa y ¡un hijo!

¡Por Dios! Nadie se esperaba esa, ni siquiera los padres del mismo chico. Aún recuerda la cara de consternación del CEO omega Lex Luthor; el hombre sabía cómo era su hijo, rebelde, moldeandose fuera de las reglas de la aristocracia que él deseaba para su único hijo… incluso trato de hacerlo a la fuerza, pero no pudo. La mentalidad liberal de su ex pareja lo hizo indomable… pero un alfa de buen corazón.

Por otra parte Clark J. Kent a pesar de ser alfa, casi se desmaya, sino era porque cargaba a su cachorro Jonathan S. Kent Lane; primogénito de segundo matrimonio, donde lastimosamente su mujer murió al dar a luz a el pequeño ojiazul.

Ambos tuvieron que reunirse en el aeropuerto por una estratagema de su vástago, solo para ir con sus amigos y allegados para ver como entraba animado y acompañado de una linda morena de cabellera corta, pero lo que los dejaba con un sentimiento de enigma era ver el bultito en sus brazos.

Al final el joven de forma fresca les presento a su mujer e hijo. Estaba seguro que incluso Alfred miró a su hermano, viendo su reacción. La cual estaba en shock…

— Estúpido Tim… te dije… — Musitó molesto cuando recordó que el menor le había dicho que deseaba con todo su ser omega para casarse con Conner. Pero el otro al ser mayor simplemente se fue a la academia antes de que se supiera su casta y cuando supo este ya estaba arribando a misiones fuera de la ciudad.

Al final el menor no tuvo oportunidad ni siquiera de decir sus sentimientos y ahora no podía. Menos viendo el lindo rulo del bebé de su amado. Era sin duda su cachorro.

Antes de siquiera llegar a la salida su fiel mayordomo le extendió un par de paraguas en silencio y él lo agradeció.

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La lluvia lo había hecho irse lejos del parque donde había estado, el lugar se volvió de repente inundado, por lo que caminó y después corrió hasta tratar de buscar mínimo una marquesina para atajarse, su ropa estaba completamente mojada; así tal vez y con una señal de piedad de los cielos le diera algo mortal y así podría librarse de su dolor.

No supo bien como camino aún ensimismado, por lo que llegó a un área alejada de las calles que solía ir.

Todo fue tan rápido, que no vio cómo el coche, la luz, el ruido, los gritos, la sangre y el crujir del metal doblándose.

TravesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora