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Se movió, estaba extrañamente cómodo, oh sí. Se sentía seguro y ese calor... más ese aroma tan relajante. Era en verdad tan... de lo mejor.

Abrió sus ojos poco a poco y se movió de donde estaba un poco, haciéndolo hacer ruido de inmediato ese rostro que vio unas veces se presentó, eso le hizo comprender el porqué reconocía ese aroma. Dió unos ruidos de felicidad, estaba emocionado de verlo de nuevo!

Eh? Miró un poco alrededor buscando y notando que le faltaba alguien, vaya broma. Uno estaba y el otro no. Enojado aventó lo primero que sintió.

— Esperé jovencito! — Regaño su visita ante su acción. - No puede aventar todo cuando se moleste. - Comento este y el hizo puchero, pero el hombre no se daría por vencido. - Ningún Kent será un hooligan, así que no debes de aventar nada más pequeño delincuente. - Le acomodo el ratón de peluche que había ido a dar al suelo.

Una chica aparece en la habitación y el visitante habla con ella un poco, el no sabe que pasa, pero ella le mira sonríe triunfante. Ni idea, pero ambos le miran felices y al parecer más relajados, el se mueve un poco y... Oh! Miren esas cosas!!! 

— Oh! - Apenas dice la pelinegra al ver como su cuñadito a descubierto su pie e intenta alcanzarlo, seguramente para probarlo como a visto que hace; Lex mira esto y va por el pequeño que seguramente rodaría en cualquier momento, así que en nada estaba pensando en hacerle una trinchera de almohadas, ya era casi de noche y lo único que en verdad había pasado para bien es que Jon se había mejorado de su malestar.

Clark había llamado a casa en cuanto pudo y se sorprendió de que Lex le respondiera, cosa que desconcertó al hombre de Kansas y aunque no lo diría, le gustó.

Ambos se pusieron al tanto de ambos bandos y como ya una ex pareja consagrada, se pusieron de acuerdo.

Lex se quedaría a cuidar de Jon y él estaría más extrañamente relajado, haciendo su deber.

A los ojos de una joven omega, aún seguía sin saber porque tan perfecto matrimonio se había separado. Era casi imposible o imperdonable, para ella.

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La oscuridad. Nunca fue su enemiga, aunque muchas veces sintiera que la cubría y como si nada la desaparecería de la faz de la tierra. Sin embargo, a veces ese mismo acto la ayudaba cuando querían reprenderla o querer hacerle algún daño.

Pero esta vez no; esta vez la oscuridad era su amiga, la mejor que pudiera tener si lograba su cometido, lo había planeado desde hace años; pero hasta ahora y no veía otra salida más que esta y sabía que la cosas no sería nada fácil, pero era mejor a lo que el futuro le quería imponer.

Fue sigilosa como un felino, silenciosa hasta lo más que podía, incluso respiro poco, con decir que ni sentía el peso de la maleta que llevaba con ella. Su mente y nervios tan alertas por cualquier cosa, sentía que el estrés la podía matar, pero en esos momentos hasta aquel final sería mejor, mucho mejor.

Imagino que las escalera iban a ser el reto, pero por el contrario, fue el llegar a la puerta de la cocina de la mansión, la cual para su desgracia estaba cerrada, eso la asombro, ya que esa la dejaban abierta para el criado que seguramente estaría afuera, en la casa humilde de la servidumbre.

Se controló antes de que la desesperación la dominara, debía de pensar... sí, eso pensar. Miro la ventana de madera y no lo pensó dos veces. Subió el mueble y la abrió con cuidado, esperando que no rechinara o algo por el estilo; después vio donde podría caer, como recordaba el matorral de rosas abajo, se abrazó los brazos, había optado ponerse una ropa delgada para agilizar su tarea, pero en esos momentos pensó que esto no fue completamente beneficioso. Cerró los ojos, respiro lentamente y los abrió; eso no era nada, si era un pequeño costo por su meta anhelada; la pagaría.

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⏰ Última actualización: Jun 12, 2020 ⏰

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