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CAPÍTULO OCHO, ❪you was too inconsistent!❫
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COMO LO PROMETIÓ, entró a mi habitación luego de que terminara de bañarme y secara mi azul cabello. Su mirada era neutra, estaba fija en mi y en mi bata de baño.
—¿Qué haces acá, Ben? —dije con inocencia tratando de que él me creyera el cuento de "estaba tomada no lo recuerdo".
Pero él me conoce, conoce mi voz, mi mirada, mi cuerpo.
No dijo nada, solo lo vi desabrochar su cinturón para luego quitárselo y dejarlo a un lado de la cama. Bajó sus pantalones junto a su bóxer dejando su polla a mi vista, abrí mis ojos ante la "sorpresa". Él se acosto en la cama mientras lo masajeaba con cuidado y me miraba directamente.
Su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes y mis ojos en su polla.
—Ven Evelyn, recibirás tu castigo, princesa.
Negué con la cabeza al verlo, enserio no quería seguir con todo eso, como dije antes por alguna razón me lastimaba que él solo me viera como una persona con la cual puede tener sexo cuando le de la puta gana.
—No me hagas ir por ti, te irá peor.
Le creía, oh vaya que le creía. Pero él no estaba pensando las cosas, estaba siendo demasiado inconsistente.
—Ven y móntame... quiero que mi polla te llene por completo, oh Evie no sabes cuanto te deseo.
Y caí rendida a sus palabras y deseos; me acerque temerosa a él mientras mordía mi labio mirándolo. Me subí arqueadas sobre él, mi coño fue chocando contra su dura intimidad, mis fluidos lo lubricaron sin problema.
—Móntame.
Y obedecí, deje que mis paredes lo rodearan por completo haciendo que de mis labios salieran gemidos y de los de mi mejor amigo gruñidos.
—Oh mierda, que apretada estas...
Me moví circularmente sintiendo cada vez más el placer de la vida, sentía todo tan rico... tan nuevo en mi. Me acerqué a él dejando que me besara con necesidad y brutalidad, dos características que lo completaban totalmente. Deje que mi trasero subiera y bajara para que su polla entrara y saliera de mi.
Gemí sobre sus labios cuando levantó un poco mi cadera y movió la suya haciendo que las penetraciones fueran más rápidas que antes, mis gemidos eran duros, fuertes.
Pedía piedad por mi, por mi intimidad... él jamás la tenía, él solo hacía lo que su polla le dictaba, y al parecer lo que más le gustaba a mi mejor amigo es llenarme completamente.
Entonces la puerta abriéndose y una voz que conocíamos a la perfección nos devolvió a la realidad.
—Mora azul, ya regres... —era Mal, sus palabras se cortaron al tiempo en que bajaba rápidamente de Ben—. ¿¡Pero qué demonios!?
Nos miraba confundida, dolida, horrorizada, asqueada y demás.
Por mi cabeza solo pasaba un «Mierda, mierda, mil veces mierda».
