Capitulo 5

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El domingo ha amanecido despejado al contrario que su mente. Apenas ha dormido y eso ha provocado que unas maravillosas ojeras la acompañen y por tanto, en contra de su rutina habitual ha decidido maquillarse. Solo espera que su hermana no se dé cuenta, pues bien recuerda como cada vez que la veía maquillándose reclamaba que hiciera con ella lo propio y es ese recuerdo el que saca por fin una sutil sonrisa en el rostro de Aitana.

Cuando llega al centro se sorprende de ver que es su hermana la que abre la puerta

- Estaba ansiosa porque llegaras, cualquiera la para- dice Loli justo detrás de la pequeña

Y Aitana se lleva cierta desilusión, pues en el fondo quiere volver a ver a Luis, con suerte puede haber reflexionado sobre lo que se dijeron o al menos podrían acabar la conversación que empezaron

- ¿Estás bien?- la pregunta aquella mujer

- Sisí, solo que no dormí bien- se excusa

- Yo tampoco, el que mejor cuenta los cuentos es Peceda- dice la pequeña

- Pero cómo tienes tanto morro...- le contesta la monitora agachándose a hacerla cosquillas, lo cual hace que la niña patalee y grite en busca de la ayuda de su hermana

- Te lo has buscado- le dice a su hermana forzando una sonrisa- anda vamos- tiende la mano a Laia mientras pide permiso con la mirada a aquella monitora

Salen de esa casa con una Aitana un tanto ausente y una Laia con la energía de ambas

- Tata- llama su atención- ¿no quieres jugar conmigo?- pregunta la pequeña

- Claro que quiero- contesta la mayor poniéndose de cuclillas para estar a su altura- ¿por qué piensas eso?

- Hoy no estabas contenta cuando me has visto- dice Laia haciendo alusión al estado de ánimo que ha acompañado a su hermana todo el día o mejor dicho, desde anoche cuando habló con Luis

- Ya te he dicho que no he dormido bien- contesta acariciando la mejilla de la niña

- Tengo una idea- dice Laia con una sonrisa en su cara y levantando su dedo índice, lo cual provoca una risa refleja en la mayor de las dos- Papá decía que hacer sorpresas le ponía contento y por eso muchas veces al salir del cole comprábamos flores a mamá- la explica

- Me parece buena idea- cede ante su hermana- ¿Y a quién podemos sorprender nosotras?

- Mmmm- lleva su mano a su barbilla con su pequeño dedo índice sobre sus labios- a Peceda le ibas a comprar un cuento, puede ser la sorpresa- dice decidida

Aitana frunce el ceño pues en este caos mental que lleva no recuerda haber dicho eso a su hermana. Tras unos segundos, recuerda como prometió comprar un cuento a ese chico que la trataba tan bien y ese chico era Luis, a pesar de que ahora mismo tenga una imagen poco clara de él. ¿Era el chico encantador que narraba su hermana y la ayudó su primer día de trabajo? O ¿Era un imbécil que la juzgaba sin conocerla? Por ahora no tiene esa respuesta, pero siempre fue una niña y una chica inquieta y no quiere quedarse con la duda. Así que, quizás esa sorpresa que dice Laia no es tan mala idea y sirve para tender puentes o al menos a una conversación.

- Me parece bien- dice incorporándose- pues vamos a buscar una librería- afirma mientras el flequillo de su hermana da botes debido a los saltos de alegría de la pequeña

Cuando te adentras en una librería, te adentras en un mundo mágico, lleno de posibilidades. O al menos así lo ha visto siempre Aitana, sabes cuando entras pero no cuando sales. Su mirada viaja de una sección a otra y tiene que centrarse para buscar lo que quiere y no dejarse guiar por libros que la atraen como lectora. Decide seguir los pequeños pasos de Laia, pues en este caso si la intención es comprar un cuento, su criterio tiene más peso. De pronto se ve rodeada de cuentos como "El monstruo de colores", "El gato garabato" o "¿A qué sabe la luna?", le parece ver una edición de "El principito". Puede ser una buena opción, es un clásico, a todo el mundo le gusta y dicen que es un libro que hay que leer en diferentes etapas de tu vida... Pero un cartel llama su atención, parece que indica una novedad literaria. "Es un breve cuento de dragones y aventuras que enseña la importancia de ser comprensivo y confiar en la capacidad de hacer el bien"- lee Aitana en voz alta mientras se acerca a la estantería. Los pasos de Laia siguen a los de su hermana hasta alcanzar un stand con un montón de libros en cuya caratula hay un dragón

OhanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora