EPÍLOGO PARTE 1

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Epílogo Parte 1.

Era su aniversario número diez; Madison se apresuraba con su arreglo, puesto que su esposo la esperaba para llevarla en un recorrido en bote por el río Delaware. Llegó junto a Spencer luciendo esplendida y ansiosa y este le dirigió una mirada enamorada; le tomó las manos y se las llevó a los labios para besárselas.

- estás preciosa cielo ¡te amo tanto!

- lo sé ángel mío; también te amo; cada día que paso a tu lado, te amo más y no dejo de agradecer por esa noche, hace ya más de diez años

- soy el que más agradece esa noche cariño; es por eso que antes de irnos al bote, quiero llevarte a otro lado

Salieron de casa después de compartir un amoroso beso, que les reconfirmaba lo que se habían dicho. Spencer condujo atravesando la ciudad hasta llegar a Holmesburg; dónde desvió hacia el conocido y muy recordado puente de piedra.

- aquí empezó nuestra historia amor – dijo Spencer luego de bajar del auto y acercarse justo al lugar dónde ella había estado llorando aquella noche – jamás dejaré de agradecer, el haber decidido venir al puente esa noche

- y yo nunca dejaré de agradecer, el haber sido capaz de proponerte aquello – dijo ella con una sonrisa mientras recibía el beso de su esposo – son diez años a tu lado mi ángel, diez años amándote y siendo amada por ti.

- tengo tanto porque agradecerte amor; y sé que una vida no será suficiente para hacerlo. Es por eso que deseo que cada día a tu lado sea especial – fue al auto y regresó con una botella de champán y dos copas de cristal – vamos a brindar por nuestro amor. Diez años, tres hijos y que sigas tan hermosa como siempre, merecen una solemne celebración

- tú también sigues tan guapo como cuando te conocí; recuerdo que me cortabas la respiración en cuanto te veía; todo mi cuerpo temblaba por la expectativa

- ¿y ya no tiemblas? – le preguntó él, burlón, dándole un apasionado beso, de esos que sabía que a ella le hacían temblar

- por supuesto que sí; lo sabes – dijo ella sonriéndole coqueta; Spencer llenó su copa y brindaron por su felicidad.

Después de unos minutos más, y de compartir otros besos y demostraciones de cariño, abandonaron el puente para ir al rio Delaware, dónde los esperaba el yate de Spencer dónde acostumbraban a pasear de vez en cuando con sus hijos, Samuel de nueve años, Cristal de seis y Julia de tres.

...

Amy esperaba su tercer hijo; estaba muy cerca de completar diez años de estar felizmente casada con Dave y en ese momento él estaba en su trabajo. Ella como era natural dado su avanzado estado de embarazo, estaba en casa en compañía de sus dos hijas, Alice de ocho años y Megan de cinco; ahora nacería su pequeño a quien esperaba ponerle por nombre Mathew.

Dave regresaba a casa muy temprano; había empezado a ausentarse más y más de su trabajo en la firma, quería estar junto a Amy cuando llegara la hora y sus amigos entendían perfectamente y lo apoyaban.

Llegó a su casa después de las tres de la tarde y de inmediato fue en busca de su esposa a los jardines; Adelaide y Tom la cuidaban en su ausencia, y la dejaban hacer alguna actividad entre las plantas.

-¡Amy! – la voz de Dave era una caricia para los oídos de ella, levantó el rostro sonriente, e intentó levantarse pero de inmediato su mirada cambio por una de angustia al sentir una fuerte contracción - ¡¿Qué ocurre cielo?!

- ¡llegó la hora...! ¡duele...! ¡Ay! – Dave pasó del asombro inicial y tomó a su esposa en brazos para conducirla al auto

- ¡Adelaide! ¡Lester! – gritó llamando a su mayordomo ya que la señora corría tras él - ¡pon las cosas de Amy en tu auto y sígueme hacia la clínica! – él no se iba a demorar esperando a que trajeran las cosas de su esposa; la puso en el asiento de atrás por sugerencia de ella misma y condujo con la mayor prudencia que pudo tener en ese momento - ¿Cómo vas cielo?

NO SE LE MIENTE AL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora