˗ˏˋ 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐨𝐦𝐬 い 𝐦𝐚𝐭𝐬𝐪𝐮𝐚𝐫𝐞 ˎˊ˗

cuatro

—eu, ¿dónde andabas? no me diste bola en todo el dí...

—tengo casa sola hoy —lo interrumpió matías con emoción —, en la noche monto joda, por favor decime que vas.

giró su septum de dos semanas.
—voy a ver sí me dan ganas.

—¿por qué te haces de rogar conmigo?

—dale en serio, ando medio desanimado.

y es que al chico que rotaba la argolla en su nariz las fiestas no llamaban mucho su atención, ni siquiera juntarse en grupo, porque a veces sentía que su mente y su cuerpo no estaban en el mismo lugar.
apareció una sonrisa característica por unos dientes finitos, largos y cuidados: matías.

—ahí me avisás —se le acercó mucho para empujarlo sutil —, aburrido.

ni siquiera le dijo con quién había pasado su recreo, porque todos eran de ellos, parece que una tonta fiesta era más importante.
se asomó hacia el pasillo y lo vio riendo con un chico. era nuevo y extrovertido, su mente y su cuerpo en lados diferentes otra vez.

(•••)

se sintió tan deprimido por no haberlo tenido con él, tan egoístamente necesitado que la tonta fiesta se convirtió en el tonto que fue a la fiesta. se sentó en uno de los sofás de la casa de candia mientras analizaba a gente bailar con alcohol en la sangre (o en mano), y de repente se sentía afortunado de no ser ese tipo de chico. ¿dónde estaría su amigo de cabello frondoso? seguro migrando, pero en realidad zigzagueaba escaleras abajo justo a unos metros de él.

lo tomó de la mano, estaba frío.
—n-no tenías que venir. —arrastraba las palabras y sus comisuras para sonreír relajado.

—entonces me voy. —se paró en ese tono frío.

se miraron a los ojos con la telepatía suficiente para mantenerlo en su ruidosa y desastrosa casa un rato más. lo llevo a su cuarto así mismo como se había apreciado ante él, de la mano.
matías cerró la puerta y lo miró rápidamente, no quería que se fuera ni por la música ni por la gente o mucho menos por estar un poco pasado.

—te extrañé mucho, rod. —lo abrazó con pereza.

—necesito una explicación.

candia comenzó a dar besos amigables en el cuello del sobrio mientras éste le reclamaba algo de atención pero al momento de tener que justificarse quedo en un silencio crujiente, porque lo interrumpían besos más intensos por ese mismo cuello, y a rodrigo eso lo tenía en el cielo.

—me caes muy bien. —susurró matías en su oreja luego de haberlo dejado con ganas.