― Hola —dijo Noelia, abalanzándose hacia Sebastián en un abrazo. Él la recibió incómodamente.
― ¿Qué... qué haces aquí? —atinó a preguntar, al separarse.
― ¿Qué haces tú aquí? —rió ella—. ¿No estabas en Granada?
― Pues me fui al terminar la carrera. Qué gusto verte de nuevo.
― ¿Tienes prisa? —dijo al observarlo de pies a cabeza con el maletín y el porta planos en el hombro izquierdo.
― Eh...
― Deberíamos tomar algo, ¿no te parece? —lo interrumpió.
― Es que...
― ¿Un café? —volvió a atacar—. Apenas son las ocho y diez. Y yo todavía no entro a trabajar. Vamos, ¿sí?
― Mmm...
― Ven, la cafetería que está allá sirve bebidas deliciosas —con una sonrisa lo arrastró al lugar. Cruzaron la transitada calle y en la esquina buscaron una mesa exterior. Un par de cafés les fue servido enseguida— No sabes cuánto me emociona encontrarte.
― ¿Ah sí?
― Oh, vamos, Sebastián. Han pasado... —perdió la mirada contando mentalmente.
― Seis años, Noelia —dijo impasiblemente.
― Oh sí, sí. Pues yo he estado aquí desde entonces. Ya me gradué y estoy trabajando.
― Qué bueno.
― ¿Y tú, Sebas?
― Después de graduarme fui a Nueva York por un tiempo, y a Londres, luego volví a Granada y ahora aquí me tienes.
― Vaya... Son viajes caros. Me imagino que tu profesión es muy rentable —apoyó el mentón en una mano. Su curiosidad saltó a la vista.
― No lo niego, gano muy bien, además me gusta mi profesión.
― ¿Y por qué estás en la ciudad?
― Trabajaré para una nueva compañía. Y se supone que tengo que estar en una reunión en veinte minutos —miró su reloj de muñeca.
― Oh, disculpa por entretenerte.
― Víctor comprenderá.
― ¿Víctor?
― Es la compañía de su padre.
― Oh...
― Él me consiguió el puesto.
― ¿Y Harry?
― Al graduarnos se mudó a Madrid. Mireya también se mudó, creo que está en aquí, en Barcelona. Casi no hablo con ellos. Me comunico más con Víctor.
― Bueno. Es bueno escuchar que todos están bien. Y de hecho Mireya vive conmigo.
― ¿En serio?
― Sí. Tenemos una villa. Compartimos los gastos. Llevamos la convivencia estupendamente.
― Qué bueno, me gustaría visitarlas en algún momento.
― Nos encantaría. Oye, ¿ya diste una vuelta por la ciudad?
― No, no, apenas llegué ayer.
― ¿Y no quieres? —no esperó respuesta. Tomó una servilleta, sacó un bolígrafo de su bolso y escribió su número de celular, luego se lo entregó— Si te decides, avísame. Conozco la ciudad y podríamos conversar mejor. Ya terminaste tu café, será mejor que te vayas, sino Víctor se molestará —enseguida hizo señas al mesero para pedir la cuenta.
― Déjame invitarte, por favor.
― Bueno —sonrió.
Después cada uno se fue por su lado.
Se notaron cambiados. Él tenía cabellos más largos y lacios. Por su lado Noelia lucía cerquillo en la frente, bien peinado, y sus cabellos castaños eran más cortos, por debajo del hombro apenas. Contaría ya con veintitrés años y él con veinticuatro.
¡Seis años! Y a pesar del tiempo y la distancia, a veces, solían recordarse el uno al otro.
Elpasado venía a encontrarlos de frente, tomándolos verdaderamente por sorpresa.
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Otra vez tus ojos
ChickLitNOVELA PENDIENTE DE CORRECCIÓN. Hay algo muy particular en la búsqueda del amor: no todos tienen el mismo objetivo. Para Sebastián era más fácil no tomárselo tan en serio, mientras que para Noelia era el hombre que deseaba su corazón. No sería ella...