― Llegas tarde —dijo impasiblemente desde el sillón detrás de su escritorio. Las mamparas de cristal a sus espaldas dejaban ver una magnífica Barcelona.
― Es bueno verte después de tanto tiempo —Sebastián entró campante a la amplia oficina del director de la firma de arquitectos.
― ¿Cómo estuvo el viaje? —Víctor lo estrechó en un abrazo y después se acercó a la estancia de licores.
― Terrible.
― ¿Avión o tren?
― Tren.
― ¿Por qué, en nombre de todos los cielos, hiciste eso? —preparaba dos bebidas mientras Sebastián dejaba sus pertenencias en un sofá y metía sus manos en los bolsillos del pantalón. El recién llegado alzó los hombros.
― La gente decía que era entretenido.
― ¿Y si te dicen que lanzarse libremente desde la torre de Shanghái también es entretenido, lo haces?
― De hecho...
― No me respondas, sábelo-todo —Sebastián rió.
― Solo quise hacerlo. Aunque dudo que pase de nuevo. Doce horas en tren es muy pesado.
― La experiencia es la suma de nuestros errores —le ofreció un vaso de whisky con hielo.
― ¿A qué hora viene el cliente?
― A las diez.
― ¿Y por eso me apuraste tan temprano? —le entrecerró los ojos.
― Te conozco, Sebastián. Si no hay luz afuera tú no sales de la cama —Víctor tomó el porta planos y lo llevó a la amplia mesa de su escritorio—. Por cierto —dejó su trago a un lado y sacó los planos del tubo para expandirlos—, ¿por qué tardaste tanto? Te faltaba imprimirlos, no hacerlos de nuevo.
― No encontraba una imprenta a mi gusto. Estuve en un par antes de encontrar la indicada. Además...
― ¿Además...?
― Nada...
― Por gusto no estuve contigo cinco años, Martínez —lo miró rápidamente—. Cinco largos e irritantes años. Ya, cuéntame.
― Me encontré con Noelia —tomó asiento en el sofá poniendo un tobillo sobre la rodilla y bebió del vaso.
― Oh, ¿Noelia Villegas?
― La misma. Vive con Mireya.
― ¿En serio? —apartó la mirada de los planos para prestar más atención a su amigo.
― Le comenté que trabajaría contigo. Sería bueno visitarlas, ¿no crees?
― Sí, sí, por supuesto. Oye, no volviste a saber de ella después de que se fue de Granada.
― No...
― Te inquieta de todas formas.
― Tampoco pienso que sea así. Lo nuestro fue turbulento, se me despertaron los sentimientos después y me costó un poco acostumbrarme a su ausencia. Pero la superé, y creí que no sería posible.
― Entonces estarás bien, Sebas.
De eso no estaba tan seguro. Verla fue inesperado. La encontró hermosa y de manera fugaz recordó todo lo vivido junto a ella.
No tendría por qué serlo, pero el reciente encuentro era tortuoso en su mente, se repetía una y otra vez.
Después de la reunión, se instaló en su oficina, una tan grande, moderna y sobria como la de su compañero. No pudo concentrarse demasiado en su labor frente a la computadora de escritorio. Exhaló profundamente, mientras se acercó a su bar en una esquina, para tomar un poco de agua.
ESTÁS LEYENDO
Otra vez tus ojos
ChickLitNOVELA PENDIENTE DE CORRECCIÓN. Hay algo muy particular en la búsqueda del amor: no todos tienen el mismo objetivo. Para Sebastián era más fácil no tomárselo tan en serio, mientras que para Noelia era el hombre que deseaba su corazón. No sería ella...