III:: La Carrera

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            Tedd, el padre de Mike, había encontrado la manera de hacer los quehaceres de la casa y descansar por mayor parte de la tarde

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            Tedd, el padre de Mike, había encontrado la manera de hacer los quehaceres de la casa y descansar por mayor parte de la tarde.

            Sus labores mejoraban día con día, y aunque en ocasiones la comida sabía insípida o a quemado, o la ropa se encogía por pasar mucho tiempo en la secadora, todos en la casa sabían apreciar el enorme esfuerzo del hombre, quien veía su programa de televisión después de la comida y se recostaba a dormir o hacer alguna otra cosa.

            Karen volvía tarde. Once y media de la noche, su auto aparecía alumbrando la cochera. Sus llaves se escuchaban al abrir la puerta, sus tacones subían por las escaleras de madera hasta su cuarto. Se levantaba temprano, dejaba el desayuno en la mesa listo para que Mike y Holly se nutrieran antes de un día de escuela.

            Holly se había hecho una nueva amistad. Era una niña pelirroja, de lentes, que iba en su mismo grupo.

            Ni Mike ni Holly pasaban realmente mucho tiempo en casa. Y es que ella jugaba en las tardes con su nueva amiga Felín; Mike pasaba las tardes con Luka y Beau haciendo casi siempre algo distinto. Llevaban pocas semanas de mudarse, dos desde que había entrado a la escuela, pero rutina era una palabra que ninguno de los dos, Beau o Luka, parecía tener dentro de su vocabulario.

            Realizaban su tarea y caminaban, trepaban los árboles, Mike les dio un paseo a toda velocidad en su bicicleta; se sentía vivo al estar con ellos dos.

            Luka deseaba ser fotógrafo profesional, y su trabajo era bueno. Por desgracia su abuela y su madre no apoyaban la idea y deseaban que el único hombre de la casa fuera un militar o piloto; Luka realmente evitaba hablar de su familia.

            Mike pensaba constantemente en Hawkins y sus razones por las cuales al inicio no había querido venir aquí. Sin embargo, se sentía tonto al recordar como es que alguna vez no deseó estar en este pueblo perdido tan precioso. Las personas irradiaban auras cómodas constantes, fascinantes y misteriosas y adaptarse al lugar y ellos no resultaba nada complicado.

            Conforme a la escuela, quizá había sido lo que más había logrado intimidarlo. Porque aquí las maestras no daban clases. De hecho, cada quien estudiaba y valía por su propia cuenta. Se estudiaba de los libros de la materia para cada grado y al final de cada semana debías entregar un mínimo de trabajo. Si no terminabas en clase debías llevarlo de tarea, pero para Mike no era problema. Esperaba el receso para hablar con Luka y Beau, a pesar de que compartían un par de clases entre ellos.

            Precisamente ahora compartía el periodo de taller con ellos.

            Finalmente el enrulado se había decidido por ingresar al club de domésticos: hornear, y aunque fuera el único varón de nuevo ingresó, realmente no le importaba porque a los demás tampoco.

rhiannon  m•wDonde viven las historias. Descúbrelo ahora