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"Beau..."
"Mande."
"Me gusta que estemos juntos."
La señorita levantó el rostro del block de hojas que sostenía. Habían pasado esa mañana en el bosque, y Beau había decidido dibujar a Mike cuando este se quedó medio dormido. Ella mordió su labio cuando, sutilmente, Mike bajó el block y alcanzó a ver el dibujo. Líneas peludas, poco detalle, excepto en sus pecas, que parecían salpicadas por toda la hoja, como si se hubiera dedicado a hacer eso todo este tiempo; probablemente así era.
"No está listo." Se apresuró a aclarar la señorita.
"No he dicho nada."
"Pero hiciste cara de que algo faltaba."
¿Lo había hecho? Solo miró como su mano se deslizaba por la hoja, con trazos torpes e imprecisos, y sin embargo, totalmente perfectos. No tenía sentido, y Mike prefería no pensarlo mucho porque le gustaba que ella fuera un enigma tan hermoso.
"No puede ser que esas sean mis pecas de verdad." Comenta tras unos segundos de silencio.
Beau parece ofendida, pero es más gracioso que intimidante.
"¿Dudas de mí?" Le da un leve empujón en la frente. "Todas son reales."
"No tengo tantas."
"Sí tienes, les he contado todas."
Mike parpadea lentamente. Porque el comentario es algo que no se esperaba y por lo tanto lo toma por sorpresa.
"¿En serio?"
"Estabas dormido." Explica y pasa sus yemas de los dedos por el dibujo, Mike desearía hiciera eso con las auténticas pecas. "Tienes constelaciones."
Esta es la faceta de Beau que no ve a menudo. Está embelesado. Es como criaturas nocturnas que salen cuando nadie ve, un misterio, vivo y alegre. Quizá enloqueció, pero no importaba si ella lo causaba.
"Estás sensible hoy." Comenta jugando con su cabello, entre los dedos.
"Un poco, pero no pasa nada."
"¿No quiere decirme?"
Ella niega, pero Mike la conoce lo suficiente como para saber qué hay dolor en sus ojos. No brillan como siempre, brillan con lágrimas tímidas y bien ocultas.
