-2-

1.2K 37 37
                                    

En un cuarto de paredes azules decorado con pequeños dibujos de nubes y aviones, el ambiente era muy tranquilo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.










En un cuarto de paredes azules decorado con pequeños dibujos de nubes y aviones, el ambiente era muy tranquilo. El escritorio pegado a la pared tenía cada material en donde debía estar, a diferencia de la cama que estaba justo al lado, cuyas sábanas de diferentes tonos morados se mezclaban con los seis peluches que estaban regados por toda la cama. Era un cuarto bien adornado y feliz, tal como la dueña, una niña que se encontraba dormida en esa misma cama.

Estaba tranquila y profunda en su bello sueño, hasta que toda esa paz y tranquilidad fueron interrumpidas cuando el despertador que estaba en la mesa de noche marcó las seis y media de la mañana. La niña abrió sus ojos verdes rodeados de pestañas largas y oscuras que adornaban su mirada, y que contrastaban con su pelo de color castaño claro.

Se levantó y fue directo al baño, hoy era su primer día de colegio y quería arreglarse para verse perfecta. Cuando entró al baño, le puso el seguro a la puerta para luego girar la llave de la ducha. Mientras esperaba a que el agua se calentara, se quedó un buen rato mirándose al espejo.

En el reflejo se vio a ella misma, una niña de diez años, de tez morena y con el pelo rizado. No era la más delgada, pero eso nunca le molestó y no pensó que le fuera a importar a nadie. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando se dio cuenta del vapor que salía de la ducha, el cual significaba que la temperatura ya estaba lo suficientemente caliente como para meterse en el agua.

Después de bañarse y secar su cuerpo, salió del baño para poder escoger la ropa que se pondría ese día. Se puso sus jeans, unas sandalias negras y su camisa morada favorita, para luego bajar y saludar a su madre, quien ya le había preparado el desayuno.

Le había preparado unas tostadas con huevo revuelto, su desayuno favorito. Ambas conversaron de temas aleatorios hasta que sintieron el bus en la entrada y llegó la hora de despedirse.

—Te amo Tea, ten un maravilloso día— Gritó la madre de la niña mientras la veía subirse al bus.

La mañana había transcurrido como cualquier otro día. Al llegar al colegio, vio a su mejor amiga, Laura, y se acercó a ella para luego entrar juntas a su próxima clase. Hacía más de un mes que el par no hablaba, debido a que Laura había ido de vacaciones a Francia y otras partes de Europa.

En los ojos de Tea, Laura era una niña muy linda. Era alta, delgada y casi todos los niños de su salón estaban enamorados de ella ¿Cómo lo sabía? Pues todos esos niños siempre le pedían ayuda a Tea para que su mejor amiga se fijara en ellos. Le pedían que les diera su número o que hablara bien de ellos en frente de Laura.

Ya se había acostumbrado a ser la mensajera, pero a veces se preguntaba por qué no le pasaba lo mismo a ella, por qué los niños no le prestaban tanta atención. Se preguntaba si acaso no era lo suficientemente linda o delgada para gustarle a los demás.

Pasaron cinco años y en el mismo cuarto de paredes azules con dibujos de nubes blancas en el techo, varias cosas cambiaron. Ya no habían peluches por ninguna parte, el escritorio estaba hecho un desastre y las sábanas ahora eran de un color gris opaco. Había alguien durmiendo ahí, pero esa no era la misma niña de antes, esta era una adolescente que no había podido dormir tranquilamente durante la fría noche.

Asylum [Zodiaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora