Capítulo V: Comienzo

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Cuando llegaron al departamento, el movimiento ya empezaba a decaer.

-Me gustaría tener una mascota, sabes- dijo Temo, dejando sus llaves sobre la mesa del comedor.

-¿Un perro?

Negó con cabeza.

-No, creo que soy más de gatos. Tengo malos recuerdos con perros y me gustan los animales tranquilos.

-¿Gatos? Me sorprende, neta. Creí que serías de animales más cariñosos.

-Lo soy. Me gustan los gatos porque son cariñosos y duermen mucho.

En cuanto cerraron la puerta, lo abrazó por la espalda y besó su cuello.

-No necesitas un gato. Me tienes a mí. Soy cariñoso y duermo mucho- se inclinó para susurrar en su oído -Y puedo acariciarte,- deslizó una mano arriba y abajo por su abdomen -lamerte,- rozó con su lengua el espacio entre su oreja y su mandíbula para luego morder el lóbulo -morderte, arañarte...

Metió sus manos bajo la chaqueta y la camisa y jugó en el borde de sus jeans negros con sus uñas, largas para un pianista y cortas para un chico.

Temo intentó no temblar en los brazos de su novio.

-Tahi, tenemos que irnos...

-Dijiste después de las ocho-musito contra su cuello, aspirando el aroma de su colonia: Carlo Corinto. Era un poco difícil separarla del Antheus de la chaqueta de Diego.

Le quitó la chaqueta en movimientos suaves, acariciando sus brazos y espalda sobre la camisa de seda negra.

Rindiéndose ante sus besos y roces, Temo se giró en su abrazo y lo beso son fuerza, haciéndolo sonreír.

Se deshizo de su propia sudadera con urgencia. Empujó a Temo sobre el sofá y colocó sobre él, pasó una pierna entre las suyas. Emulando las acciones de Temo en su primera vez, empujó sus caderas contra las suyas. Él resbaló sus manos en una lánguida caricia desde sus homoplatos hasta apretar su trasero y empujar sus caderas al mismo ritmo.

-Hmm- suspiró el de rizos disfrutando de la sensación de la presión y la fricción del roce de sus entrepiernas.

De pronto, alguien llamó a la puerta.

Antes de Temo pudiera hacer nada, Aris lo besó mantenerlo callado.

La persona volvió a tocar.

-Guys, sé que están ahí. ¡Y más les vale estar vestidos!

Temo rió, moviendo a Ari a un lado.

-No, déjala que crea que ya nos fuimos- rogó apoyando sus antebrazos a cada lado de su cabeza y sus rodillas a los lados de su piernas para evitar que se moviera.

Temo sonrió.

-El auto está aparcado afuera. Lo verá si no lo ha visto.

-¡Chicos! Diego está abajo, no tenemos la dirección y los estamos esperando para irnos.

Ambos rieron ante la impaciencia en la voz de Yolotl. Temo movió a Ari de la cintura.

-Noo- le hizo un puchero adorable -anda, por tu gatito.

Temo dejó ir una risa enternecida. Era tan lindo.

-Párate, gatito. Y ponte la sudadera.

Se quedó mirándolo desde el sofá sin molestarse en alcanzar la sudadera blanca que tenía a un lado.

Tratando de peinar su cabello, Temo abrió la puerta sin percatarse de que Ari no tenía intenciones de vestirse. Yolo llevaba un corto vestido rosa ceñido, un poco exagerado para una adolescente.

Él es mío || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora