Capítulo XI: Otra vez

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P. S. Solo quiero avisar que este cap está dramático aún para mis estándares :0

-Hola, sobris.

Arreglada con un vestido color champagne, Yolo subió al coche negro de Ari.

-Hola, Ari. ¿Y Temo?

-No quiso venir, tenía que trabajar.

La chica no respondió. Solo miró por la ventana mientras dejaban su vecindario.

-Oye, Yolo.

-¿Qué?

Ari no despegaba los ojos de camino, pero venía muy pendiente de ella.

-¿Qué te dijo Arturo?

-Me preguntó si iba a venir.

-¿Nada más? ¿Y por eso vienes?

Yolo rodó los ojos.

-Sí. Me dijo que quería que viniera y quiero saber porque.

-¿Y si es alguna trampa?

-No soy tonta, tío. Puedo cuidarme sola.

Ari rio.

-Perdón.

Llegaron al club y entraron juntos.

Como la noche anterior, los meseros preparaban todo mientras el comjunto hacía lo propio.

Una risita aterradora y tierna llamó la atención de ambos. Ahí estaba Valentina, enfundada en un elegante vestido rojo.

-¡Hola! -se acercó a Ari y Yolo dando brinquitos e inclinó su torso sugestivamente sobre Ari.

-Te guardé una mesa.

Sin disimular, Aristóteles brincó hacia atrás.

-¡Aléjate de mí!

-¿No te da vergüenza acercarte a nosotros después de lo que hiciste?

Antes de que Yolo pudiera bofetearla, arañarla o hacer cualquiera de las cosas que estaban pasando por su imaginación, Arturo llegó corriendo.

-¿Qué está pasando?

Notó la presencia de Valentina y enfureció.

-¿Qué haces tú aquí?

-Vine a verte.

Aparentemente le respondía a Arturo, pero sus pupilas estaban clavadas en las de Ari.

Aristóteles sintió náuseas. Nunca había sentido la más remota atracción por las chicas, pero era la primera vez que sentía asco y desprecio por una.

Guió a Yolo a otra mesa.

-Voy a poner mi teclado. Ten cuidado con esos dos.

Yolo asintió y se sentó. Observó a Arturo dejar a Valentina en otra mesa antes de irse a arreglar los cables y micrófonos.

Pasados unos minutos, lo vio regresar con ella y conducirla hacia su mesa.

Valentina exhibía una sonrisa y Arturo iba serio.

-El gerente no quiere que ocupemos más de una mesa. Se van a sentar juntas.

Yolo no dijo nada. Vale se sentó y le sonrió.

-¿Vienes con Aristóteles?

No respondió.

-¿Estás muda?

-Cállate, sabes quién soy y quién es él.

Ella no dejaba de sonreír.

-¿Por qué estás tan enojada, niña?

Él es mío || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora