Capítulo III: Las cosas claras

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Ya era tarde. Faltaban pocas horas para el anochecer. Si bien habían pasado la mayor parte del día separados, Ari estaba calmado; la plática con Yolotl lo había tranquilizado: ahora que sabía cómo comportarse con Melissa, no había nada de lo que preocuparse, sólo tenia que prestar atención y cuidar de Temo.

Tarareando una canción, abrió el refrigerador para buscar en su interior algo de comer.

En ese momento, escuchó la puerta principal.

Abandonó la cocina para mirar en el pequeño recibidor y vio a Temo entrando.

-¡Hola, tahi! Esperaba que me llamaras para ir por ti.

Mientras que su humor había mejorado considerablemente, el de su novio parecia haber empeorado.

-Volví en un taxi.

Sin siquiera mirarlo, Temo se dirigió a la alacena y tomó un vaso que llenó de agua y apuró de un trago.

Oh oh. Mala señal.

Ligeramente ansioso, Aristóteles se sentó en la mesa pretendiendo que reordenaba las pulseras en sus muñecas.

-¿Cómo te fue? Demoraron mucho.

-Ari, ¿puedo preguntarte algo?

El otro tensó la mandíbula y las palabras de Yolotl resonaron en su cabeza.

-Sí, sí, claro, tahi, dime.

-¿Tienes algo contra Mely?

Sí. Un mundo de cosas. Odio que se te restriegue, creo que oculta algo y es obvio que quiere algo contigo.

Una vez más, las palabras de Yolo vinieron a su mente. Y se contuvo.

-No, no, para nada, yo ni la conozco.

Temo alzó una ceja.

-Ya.

Se volvió hacia el pasillo y se dirigió a su cuarto. Un nudo en su garganta y el vacío en el estómago impulsaron al de rizos a seguir a su novio hasta su habitación.

Lo vio entrar y se detuvo en el marco de la puerta. Tal vez sería mejor dejarlo solo y que se le pasará el coraje, pensó mientras miraba su espalda y los movimientos de sus brazos reacomodando alguna cosa en el escritorio.

¿Le habría contado Mely de lo del centro comercial? Seguramente y probablemente se había inventado otras cosas; así es como peleaban las mujeres, de acuerdo con Yolotl.

Ari hizo una mueca y sacudió la cabeza. Dos podían jugar ese juego.

Entró lentamente y lo abrazó por la espalda.

-¿Estás enojado?- inquirió.

Temo frunció el ceño. Ari estaba actuando muy raro, aún para sus estándares. Se deshizo de su abrazo y avanzó al otro extremo de la habitación, donde las cajas con su ropa se apilaban junto a la cama.

-¿Qué te pasó hoy?

Aris tragó pesado.

-Este... ¿a qué te refieres?

Temo dio un paso hacia él.

-Sabes de lo que estoy hablando. Tu actitud.

¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué digo?

-¿Mi actitud?

-Sí. Ponerla a limpiar, hacerle una broma de mal gusto, y luego lo de los Claveles. ¿Qué rayos con todo eso?

Temo lucía muy serio, de modo que lo tenía dividido entre el pánico y las ganas de aventársele encima a besos.

-Hmm... este... -sonrió entre nervios- pues ella se ofreció a ayudar y de lo otro... pues solo era una broma.

Él es mío || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora