La muerte de paso

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Para hacer mas ameno el camino en el bosque intente leer mas el primer "libro de los profetas", y vaya que descubrí varias cosas.
Hasta que fui interrumpido por el sonido de un galopar que se aproximaba hacia mi, el caballo me golpeó, derribándome. Y al levantarme lo vi, era la mismísima muerte.

Muerte:Descuida Desmond, aun no vengo por ti, nuestra lucha por tu alma será en otro momento.
Desmond: ¿¡Entonces qué haces aquí?!
Muerte: ¿Qué no ves el banquete que hay a tu alrededor? Tantas almas que cosechar, menos mal que para mi el tiempo no es un problema.
Ademas, no soy yo el que debe preocuparte.
Si no, el grandote que esta deambulando al rededor del cementerio de aquí enfrente.
Desmond: ¿Qué? ¿De qué hablas?
Muerte: Tienes el libro de los nombres, ¿No?
Dale un vistazo a "El verdugo".
Por cierto, el libro #5 esta en el cementerio también. Suerte, ansío con ganas nuestro encuentro.
Desmond: Adiós muerte, te veré pronto.

Después de nuestro encuentro me puse a buscar rápido entre las paginas a "el verdugo", antes de enfrentármelo.
Al parecer es un humanoide de 10 metros de altura aproximadamente, con una cabeza en forma de tribunal de la cual hay una balanza unida hasta arriba, no tiene ojos, y su piel es grisácea, ademas de que sus dedos, hombros y codos parecen garras, lo único que viste es la mitad de una túnica negra que le cubre la parte inferior de su cuerpo.

Cerré el libro, y con espada en mano me dirigí hacia allá. Y efectivamente, ahí estaba, rondando en el cementerio en medio del bosque.

Desmond: ¡Oye! ¡Tienes algo que me pertenece!
Verdugo:Ven aqui por el si lo quieres, profeta. Ya enfrente a tu gente antes y todos han muerto a mis manos.

Empuñe mi espada y tan pronto como el estrello su mano derecha contra el suelo para aplastarme, lo esquive y se la encaje.
Alzo su mano y con la otra intento quitarme encima, así que decidí quitar la espada de ahí e intentar subir por su brazo. Pero de inmediato el me bajo, golpeándome con su mano izquierda.
El grito: -"¡Arderás en las llamas de mi cuerpo, profeta!"
Seguido de eso metió su mano en una de las balanzas que colgaban de el y con su mano ahora encendida en una gran llama roja, me agarro y con un ardor digno del inframundo intento aplastar mi cuerpo.
No podía hacer otra cosa mas gritar del dolor. Hasta que, de mi empezó a brotar un aura verde oscura, mis ojos se tornaron en unas llamas verdes.
Su mano exploto, y ahora yo sin ser consiente de mis acciones. Me dirigí hacia el, salte tan alto como lo que el media y me acerque a su boca, clavándole mi espada en ella. La espada también estaba en llamas ahora, del mismo color que mis ojos. Después de eso, con una fuerza extraordinaria hice que la espada bajara, cortando todo su cuerpo hasta suelo.
Dejándolo a la mitad, de la cual salió su poderosa esencia vital.

Tuvieron que pasar varios minutos para que mi cuerpo se calmara y recobrara mi conciencia.

Desmond: Mierda...mi cabeza, como duele.
¿Que cara....? ¿Yo hice esto?
Cielos, mas vale que ese libro me diga lo que sucede conmigo.

Pero lamentablemente no lo era.
Era el libro de "origenes y funciones de los demonios".
Pero no me fui con las manos vacías, ya que fue bastante útil. Ahora sabia un par de cosas nuevas, como por ejemplo:
Jehormenther: existe desde el principio de los tiempos, es la representación absoluta del mal encarnado en una forma fisica. El es inmortal.
El verdugo: Aquel que vigila la entrada al inframundo y juzga a las almas que pasan por el. Lo que me hace preguntarme, ¿Qué hace aquí? Y, ¿Que pasara ahora que el esta dentro de mi?

Como sea, será mejor enfocarme en mi camino y llegar lo mas pronto a la ciudad. Tal vez ahí encuentre algo sobre mi.

La CaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora