Parecía que nadie me sacaría de este encierro en el que me encontraba, contando las horas y los minutos comenzaría el conteo regresivo para mi deceso y con ello culminaría las esperanzas de poder sobresalir y llegar a ser alguien en este mundo.
En el instante que vi abrir la puerta del cuarto en el que me encontraba, un aliento de vida y esperanza entró y arrebato todo rastro de miedo que había dentro de mi. Pude notar que entraban tres personas: los dueños del orfanato y el comprador, quien me sacaría de este horrible lugar.