-Si se enamora, ella podría perder.-

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Al día siguiente, cuando amaneció, me encontré al lado mía a Patricia Grier; me quedé mirándola fijamente varios minutos, y supe casi al instante, que era ella; Además, desde el principio lo supe, debía ser ella sino, no sería ninguna otra.

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Bajé a hacerle un buen desayuno, de recompensa, por todo lo que había sucedido el día anterior. Ella me había contado que la tarta de queso, era su preferida, y con unas buenas fresas en la parte de arriba, ya me la habría ganado.

Subí, y cuando la miré una segunda vez, observé sus pequeños ojos; pensé que no los cambiaría por ningunos otros.

Finalmente, se levantó y sonrió al ver que la miraba.

Le di su desayuno, y me lo agradeció con un beso en la mejilla; debo reconocer, que aunque hubiera sido en la mejilla, era el mejor beso que nadie, nunca, me había dado, y esas pequeñas cosas, hacían que cada vez me enamorara más de esa chica de ojos verdes.

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'Siento lo de ayer.' - se atrevió a decirme y agarré su mano.

No te culpes, cúlpame a mí por casi perderte. - le dije y sonrió.

¿De verdad tienes miedo a perderme? - me preguntó ilusionada, y tan solo afirmé.

Ella, calló y la miré de nuevo; no podía creer que sintiera eso por esa chica.

Y me pregunté que por qué con nadie más lo había sentido... Que qué era esa sensación de estar a su lado, y que algo te invada por completo.

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¿En qué piensas? - me preguntó y le cogí sus manos.

Creo que eres muy hermanosa. - le contesté y sus mejillas se sonrrojaron.

Eso no es cierto. - contestó ella y agachó la cabeza.

Para mi si cierto. - le dije levantando su cara y aparté el cabello de su pequeña y redonda cara.

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No lo hagas, por favor, no... - insistió. ¿Pero como iba a evitar besar sus labios? ¿Cómo podía no hacerlo?

No haré nada que no quieras. - le dije y ella se levantó de mi cama.

Entonces, ella me advirtió que tenía que irse, a su casa, ya que sus padres estarían preocupados, así que sin más, la acompañé hasta su casa.

Gracias, Christian Brooks, gracias por ser así. - dijo cuando estaba a punto de marcharme, me giré y besé su frente.

'Estoy enamorado de ti, y de todos tus pequeños defectos.' - le susurré y ella me abarazó.

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Tras eso y tras estar con Jay preparando el trabajo de biología, estuve esperando a Tris durante todo el día, pero ella no llegó; y decidí ir a casa de la familia Grier para saber lo que le había hecho hacer cambiar de planes a Tris. 

Cogí unas flores, para llevárselas a la señora Grier, y cuando me iba acercando me di cuenta, de que el Beetle de Tris no estaba, y entonces, sin esperarlo, el señor Grier abrió la puerta. -Me pilló por sorpresa y debo reconocer que grité como una niña pequeña cuando ve un insecto.-

Señor Grier, Tris y yo habíamos quedado hace una media hora, pero no ha aparecido... ¿Sabe dónde está? - le pregunté y el me miró extrañado.

Brooks, ella tiene que hacer su viaje diario.  -contestó el señor Grier, y yo me quedé más extrañado aún.

Pasaron unos minutos, y me quedé sin palabras, no sabía a que se querría referir el señor Grier, y quería averiguarlo...

¿No sabes de que te hablo? - me preguntó de nuevo el señor Grier, y negué la pregunta con mi cabeza.

'Esta chica, tan prudente como siempre.' - susurró de nuevo el señor Grier, y me quedé mirando al suelo durante unos segundos.

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¿A qué se ha querido referir con su viaje diario? ¿Qué le pasa a Patricia Grier, señor? - le pregunté y él esbozó una sonrisa.

Creo que debes saberlo, pero antes, necesito que prometas algo... - contestó el apenado.

Pasaron unos segundos incómodos, y creo que el señor Grier, tenía una mala noticia, y estaba planteándose como decirme lo que escondía Tris.

Patricia, está enferma. - dijo el señor Grier, y noté como mi corazón rompió en pedazos, sabía que ella tenía problemas, pero hasta ese punto...

¿Cómo no me lo ha contado antes...? - pensé.

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Su enfermedad, es casi única, sólo la poseen muy pocas personas en el mundo. -contestó el señor Grier y le miré.

¿Se morirá? - le pregunté y el tocó mi hombro.

Su corazón es débil, hasta puedo decir que es el más débil de todos. - continuó el señor Grier, y me preocupé aún más.

¿Qué quiere decir con eso? - pregunté de nuevo.

Cuando nació, Rose, tuvo un problema bastante grave, y afectó al corazón de Tris... La hemos llevado a los mejores médicos de Canadá, y todos dicen lo mismo... Si se enamora, pierde.

¿Pierde...? ¿Acaso puede perder alguien en el amor?- le pregunté pensando bien en lo que había dicho.

Es sencillo de entender, ahora todo depende de ti. -contestó él, y le miré fijamente. 

¿Cómo una cosa tan seria puede depender de mí? - pregunté y el sonrió.

Ella no puede, no puede sentir amor hacía nadie, su corazón es como un bomba, si aprietas el botón, estalla.. Casi la perdemos con la muerte de Lia - contestó él y sentí desprecio hacía mi mismo.

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'Si hubiera sabido eso...' - pensé, recordando lo que pasó ayer.

Si de verdad la amas, no dejes que se termine esto; de lo contario ella morirá. - dijo el señor Grier, y, tras eso, corrí a mi casa.

 Después de que el señor Grier me contará lo de su hija,  no sabía de que forma decirle a Tris que sabía lo sabía todo; recordé lo cruel que fui el día anterior ella podría haber muerto por mi culpa... 

[...]

Déjame soñar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora