🌙 :･тнє ωαƖкιηg ɗєαɗ✧❞ [C A N C E L A D A]

T A R A

❝Chill❞

Tomo una bocanada de aire con la vista en el suelo y emprendo obligatoriamente mi camino hacia el vagón asignado. Todo en cuestión de segundos se fue a la mierda al igual que mis ilusiones y eso me agobiaba, pues en mi cabeza no entraba una forma de salir de aquella situación. Al llegar delante de la puerta del vagón no me atrevía a girar y observar a mis allegados, temía que sólo una acción mía haga echar todo por la borda y que este sitio se convierta en un campo de guerra ya que en primer lugar fue por mi culpa estar así.

No sabría decir cuanto tiempo había pasado, pero Gareth me dio la señal de abrir la puerta del vagón, y si rechistar lo hice, parecía agusto al ver como obedecía sin imutarme siquiera. Me desagradaba pero debía hacerlo.

Entro al lugar reducido y el aire sofocante golpea abruptamente mi rostro, el calor iba a matarnos allí dentro. Camino entre la oscuridad escuchando la puerta de fierro cerrarse para mantenernos en el ambiente silencioso, el cual no duró por mucho.

-¿Rick?

Observo donde provenía la voz llevandome la sorpresa de encontrar a algunos de nuestros amigos restantes junto a un par de desconocidos. Busco a mi hermana con la mirada encontrandola detrás del coreano. Camino hacia ella a pasos torpes pero esta me gana al correr en mi dirección, enredandonos en un abrazo necesitado lleno de tristeza y melancolía.

-¿Estás bien? -murmura contra mi oído-.

-No -respondo tragandome el nudo en mi garganta-.

-Lo siento -acaricia suavemente mi cabello y no evito apretarla con fuerza-.

Estos días de su ausencia y la de Beth no pude dejar de pensar en la prisión y nuestro padre, me está siendo difícil poder superar el duelo de nuestra perdida, pero me alegraba de estar junto a ella finalmente. La castaña me separa lentamente y coloca uno de sus brazos en el mío, quedando frente a las personas que desconocía completamente.

-Ellos son Abraham, Rosita, Eugene y Tara, nuestros amigos -señala Glenn con una pequeña sonrisa-.

Observo a la chica llamada Tara, por lo poco que se ve en tanta oscuridad parecía tener un aspecto varonil, el rostro decaído y como todos los presentes, destrozada. Su mirada nos recorría a todos como yo lo había hecho, hasta que llega a la mía. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo cuando miró en mi dirección e inevitablemente desvíe la vista separándome de Maggie para caminar hacia Carl, quien se encontraba bastante callado.

En ese instante supe que otra parte de mi vida había comenzado, otra parte de nuestras vidas.