25. Dulce de menta

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¿Listos para el fuego? 👀🔥🔥🔥 Comenten mucho o la próxima vez que vean a Ivanna y Luca será en una mezquita ☝🔪-------

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¿Listos para el fuego? 👀🔥🔥🔥 Comenten mucho o la próxima vez que vean a Ivanna y Luca será en una mezquita ☝🔪
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25. Dulce de menta

—¿No te parece que ya es suficiente? —pregunto con miedo, creyendo que hago lo correcto, viéndola coger el vaso de Whisky de las manos del mesero.

—No sabía que traje papá —se burla Ivanna.

—Solo me preocupa —aclaro.

—Yo no pierdo la consciencia con un par de tragos —me echa en cara—. Ve a seguir haciendo amigos.

—No era eso lo que intentaba —digo, volviendo a ocupar mi lugar en la mesa—. Averigüe algo —Me aproximo a ella para susurrar—: El chef dice que a Becker no le interesa que le ayuden con la expansión, pero si los contactos que podamos ofrecerle.

Ivanna recibe la información con interés. No obstante, parece decidir si confía, ya sea en mí o en el chef. Al final parece comprender que no tiene alternativa; Becker ni siquiera quiere escucharle.

—Habrá que hallar la manera de hablar con él entonces —decide.

Llegó el momento de demostrar que soy útil.

—Puedo encargarme de eso —propongo y claramente vuelve a dudar. No confía en que pueda servir para algo más que hacer lo que me pide.

—¿Cómo? —cuestiona y, poniéndome en marcha, busco a algún mesero. Necesito lápiz y papel.



Hay muchas maneras de ganarse la vida en la universidad cuando necesitas recursos para libros y otros gastos de última hora: hacer trabajos a compañeros, vender lo que sea, o bien, sacarle provecho a alguna habilidad. Yo hice las tres cosas y la última, por mucho, siempre fue mi favorita.

—Sí, a Luca le encanta dibujar —dice Ivanna a los invitamos que comparten nuestra mesa. Ya estoy dibujando a la primera persona: una señora mayor a la que, con ligeros trazos de caricatura, coloco sentada en un trono como si fuera una reina. Ella está encantada; tanto, que en seguida muestra el dibujo al resto de la mesa.

—A mí dibújame junto a Keanu Reeves —me pide un señor, y así, uno por uno, en lo que sirven la cena, invitados se colocan alrededor de mí a modo de formar un círculo.

Pronto, entre palabras de agradecimiento, recomendaciones de mi trabajo y aplausos, llamamos la atención. El señor Becker se aproxima cuando voy por lo sexto dibujo. Ivanna me lo hace ver con un gesto y, conforme al plan, finge no importarle.

—¿Qué sucede? —pregunta él, sonriente. No comprende por qué motivo ya no es el centro de atención de su propia fiesta. Tanto Ivanna como yo guardamos silencio y dejamos que los invitados digan lo que pasa.

El asistente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora