Keira puso la última piedra sobre la tumba de Erin, creando así un carín, que señalaba el lugar de reposo eterno de los restos mortales de la chica, como un entierro irlandés. Selene no había pronunciado palabra desde el acontecimiento. La pequeña Lizbeth lloraba desconsolada abrazada a Nero, quien también tenía un semblante serio. El silencio inundaba el ambiente.
—Selene ¿Quieres decir algunas palabras?—la chica negó con la cabeza—. Vamos, prepararé un poco de té.
Todos entraron en la casa, Selene seguida muy de cerca por Alexander, quien no le quitaba la mirada de encima.
—Cielo, comprendo tu dolor...
—¿Puedes saber quién lo hizo?—el semblante de la bruja era oscuro.
—Puede ser...
—Inténtalo—ordenó. Keira miró hacia a bajo y procedió.
—¡Irion!—en cuanto pronunció el nombre, un hombre con un traje negro, cuernos de macho cabrío y alas de murciélago se presentó delante.
—¿Qué puedo hacer por usted ama?
—Intenta localizar a quién creó el conjuro de maldición.
—Haré lo que pueda—y, acto seguido, el hombre comenzó a desprender un halo de luz rojizo, haciendo que se marcase un camino con humo.
—El uso de la magia siempre tiene un precio, no puedes hacer ningún hechizo sin ser localizado—explicó la mayor de las brujas.
—Pues vamos—pero antes de que Selene diese un solo paso, Keira la detuvo.
—No puedes ir así como así, es muy peligroso—la chica miró con tristeza a la bruja, debía hacer algo para seguir su camino, pero no quería arrastrarlos junto a ella.
—Está bien—respondió. Todos se quedaron en silencio, pero Selene estaba ideando un plan para esa misma noche.
Con la niebla de la mañana aprovechó que todos seguían durmiendo para escabullirse de la casa, no sin antes, tomar prestadas algunas cosas necesarias, como hiervas y pequeñas cantidades de algunos tarros que tenía Keira. Salió por la puerta principal cerrándola muy despacio para no despertar a nadie y en cuanto se giró, no pudo reprimir dar un brinco por la sorpresa que le produjo encontrarse a Alexander justo detrás de ella.
—No creas que vas a detenerme—intentó sonar amenazante.
—Soy su protector madamme, lo que usted haga es mi responsabilidad, no puedo impedirle hacer lo que quiera, pero iré con usted—dijo haciendo una pequeña reverencia.
—Bien, pues vamos—el chico de tez pálida se convirtió en cuervo y se posó en el hombro de la chica—. Encima yo tengo que transportarte, si tendrás morro...—rodó los ojos.
"Lo siento, pero veo inútil malgastar energías habiendo otros métodos, yo la transportaré cuando esté cansada". Graznó. La chica no pudo evitar sonrojarse al imaginarse en los brazos del chico.
"¿Puedo preguntar porqué se marcha sin avisar a sus amigos? Al menos debería despedirse de ellos."
—Algo que decía mi abuela es, que si no sabes el futuro, no te despidas con un adiós, sino con un hasta luego, pero si les digo que me voy no me lo permitirán.
"Entonces no se vaya"
—Debo hacerlo, todos a mi al rededor mueren sin yo poder hacer nada, primero mi madre, luego mi abuela y ahora Erin, están mejor sin mi y todo porque no puedo invocar un protector, soy demasiado débil.
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La Última Bruja de Salem
FantasyTras el asesinato de su abuela a manos una misteriosa sombra y obligada a abandonar su hogar, Selene luchará por encontrar a su padre y descubrir el secreto que encierra en su interior, para así librar a la humanidad de un gran mal que se cierne sob...