La mañana transcurrió tranquila. Oskana y Arkadi se encontraban cocinando mientras Selene leía un libro de conjuros en el salón. Alexander por su parte, se excusó diciendo que iba a "tomar el aire" pero el muchacho en realidad necesitaba calmar sus demonios internos y lo estaba pagando con un árbol cercano a la casa.
Imágenes de su vida pasada le nublaban la mente. En sus visiones aparecía una niña pequeña, de largos cabellos dorados y unos enormes ojos azules. La chiquilla corría por un prado de trigo bañado por el sol, fundiendo las espigas con el color de su pelo. La niña sonreía dulcemente mientras corría en dirección a Alexander, pero en abrir y cerrar de ojos todo cambió, la niña comenzó a gritar y, cuando quierso darse cuenta, el campo estaba en llamas, la niña gritaba de miedo y el fuego se reflejaba en sus grandes orbes azules inundados de lágrimas.
—¡Alexander!—grita con desesperación.
—¡Sara!—la llama con desesperación el joven.
—Alexander... ¡ALEXANDER!—La voz de Selene lo sacó de su trance.
—¿Selene? ¿Qué haces aquí?
—Arkadi me dijo que te llamase para comer ¿Qué te ha pasado?—dijo mirando con sorpresa los nudillos ensangrentados del chico.
—Nada.
—Ven, vamos a curarte eso.—Selene sacó un frasco con un líquido verde—. No te preocupes, son hiervas curativas.—Alexander se dejó hacer y, tras terminar de curar sus heridas, la muchacha cogió un pañuelo de tela violeta y vendó su mano con mucha delicadeza. Selene miró hacia el chico, quien la miraba fijamente, ambos se miraban a los ojos, estaban muy cerca, pero cuando ella se dio cuenta de aquella situación se puso de pie rápidamente—. Vamos a casa antes de que Oskana y Arkadi se preocupen—dijo nerviosa. El chico se levantó con un ligero rubor y asintió sin mirarla.
Ambos caminaron en silencio a través del bosque, hasta que un grito atravesó los árboles hasta llegar a los oídos de los chicos. Era el grito de Arkadi. Ambos se miraron y corrieron a través de la espesa vegetación hasta llegar al lugar de donde provenía el grito. La visión era horrorosa. Unas llamas rojas consumían rápidamente la cabaña de madera y Arkadi observaba como su casa se destruía, mientras Oskana intentaba recuperar el aliento.
—¿Qué ha ocurrido?—preguntó Alexander nada más llegar.
—No lo sabemos. Algo entró en la casa e intentó asesinarnos, conseguimos salir por poco—explicó Arkadi con lágrimas en los ojos.
—¿Visteis algo más? ¿Algo reconocible?—dijo Selene intentando ayudar a Oskana.
—No. Lo siento.
—¿Porqué las llamas son rojas?—dijo el chico intrigado.
—Es porque fueron hechas por un conjuro, no es un fuego natural—explicó Selene—. Yo me encargo. Flammas in infernum ire in tenebras et ex venisti—(llamas del infierno volved a la oscuridad de la que habéis salido) Tras el conjuro de Selene las llamas crearon un gran remolino y entraron en la varita, esfumándose por completo, pero ya no había nada que hacer. Tan solo habían quedado los cimientos—. Esto es culpa mía.
—No querida—dijo Oskana ya recuperada—. Esto no es culpa tuya, sino de esos malditos que quieren destruir el mundo mágico—acarició la cabeza de Selene con cariño—. Además, podremos arreglarlo. Nos llevará tiempo, pero juntas lo haremos—tras esas palabras le dedicó un tierno beso a Arkadi, quien mostró una pequeña sonrisa.
—Sin embargo, vosotros debéis continuar con vuestro camino. Debéis ir al pueblo de Irwine, ahí encontrareis a uno de los reyes sabios, quien es posible que os pueda ayudar en vuestra búsqueda.
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La Última Bruja de Salem
FantasyTras el asesinato de su abuela a manos una misteriosa sombra y obligada a abandonar su hogar, Selene luchará por encontrar a su padre y descubrir el secreto que encierra en su interior, para así librar a la humanidad de un gran mal que se cierne sob...