Nirvana.

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   Cuando llegamos a la entrada de la caverna, la primera en la que Raine y yo habíamos estado, Lucian se detuvo.

- Aquí está, a salvo, tal como te lo prometí.

   Mi corazón dio un vuelco de emoción. Él estaba a salvo, a sólo unos cuantos pasos de mí…

   Desvié mis ojos hacia el suelo, suspirando de alivio. Luego recordé aquello que quería preguntarle cuando me despedí de mis padres.

- ¿Me juras que cumplirás tu promesa, aunque yo no pueda recordártela después de mañana?

   Se acercó hasta quedar parado frente a mí, entonces se hincó sobre su rodilla, cerró su puño para apoyarlo sobre su corazón y bajó la cabeza en señal de obediencia.

- Cumpliré con mi palabra, por ti. El muchacho regresará con los suyos. No tengo intención de acabar con su vida, aunque creo que lo habré hecho cuando te quedes aquí…

   Suspiré. Esa sería la pura verdad, al menos hasta que él fuera capaz de superarlo. Esperaba que él fuera más fuerte que yo y así lo hiciera. Raine era más fuerte y además, nunca desampararía a mi familia. Me lo había prometido. Por sobre cualquier dolor, él cumpliría su palabra.

- Vete… él está tendido allí dentro. Pronto despertará.

   Volví a inspirar profundamente, pero esta vez, no me pesó. Disfrutaría de Raine ahora, mientras lo tenía y mañana, cuando él se hubiera ido, ya no tendría nada más que lamentar. Umma desaparecería, sería libre.

   Lucian comenzó a caminar selva adentro entre la oscuridad. Estaba a punto de meterme al ventisquero cuando me habló:

- Dedicaré mi vida a hacerte feliz, ¿sabes? -dijo con voz queda y la mirada más sincera y comprometida- Sólo aspiro a que un día me ames la mitad de lo que lo amas a él…

   No respondí. Sólo asentí indiferente y entré a aquel recinto en la roca.

   Tal y como Lucian lo había prometido, Raine estaba tirado en el suelo, acurrucado como un bebé. Su herida estaba vendada y dormía un sueño agitado, removiéndose, sudando. La luz de la luna, pálida como su piel, le arrancaba reflejos a su pelo.

   Me acerqué a él y limpié la transpiración de su frente. Su cuerpo se relajó como si supiera que yo estaba velando su sueño.

- Umma… -murmuró aún dormido y yo me desarmé.

  Mi nombre en su voz siempre ha sido el canto más dulce, aún cuando está furioso. Estoy segura de que jamás me cansaré de oírlo…

   Oh, Dios… ¿Cómo es posible que te ame de esta manera?...

   Él, que había llegado a matar y seguramente, no dudaría en morir por mí, nunca debía saber que yo había ofrecido mi vida a cambio de la suya. Nunca me perdonaría si supiera que había echado por la borda todo el sacrificio que él había estado haciendo para protegerme.

- Umma… -me llamó otra vez. Sonaba tan angustiado…

- Estoy aquí, amor… estoy aquí… -respondí dejando que una lágrima se escapara. Mejor ahora y no cuando despertara.

   Levanté su cabeza y la apoyé sobre mi regazo. Sólo quería llenarme los ojos de la imagen de él que más me gustaba -además de la de su sonrisa retorcida con sus impresionantes ojos azules brillando de picardía-: él durmiendo pacífica e inocentemente.

   Pasé mis dedos por su cabello rojizo, tan suave como una pluma. Su coleta, mi coleta, pendía hacia un costado sobre mi falda.

   No pude evitar imaginar cómo hubiera sido esa vida de la que habíamos hablado en la mañana, una vida de adolescentes normales enamorados.

La caza del león azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora