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Debiste haber intuido que la mentira que le dijo Tony a Peter también te incluía a ti.

Ha pasado una semana desde que regresasteis de Alemania, y no tienes noticias suyas. Le mandaste un whatsapp ayer, preocupada por su integridad, y te ha dejado en visto con el doble check azul. Al menos, piensas, sigue vivo.

—Yo sigo esperando a que venga a jugar la partida—te dice Dana.
—Quiere venir, pero me dijo que le esperaban unos días complicados.

Sabes que la misión no ha acabado, y que Tony debe de estar a la búsqueda y captura del Soldado de Invierno.

—¿Pero qué pasó?—te pregunta tu amiga mientras coméis la lasaña sobrante del bar de la noche anterior—. No entiendo por qué apenas hablas del tema. ¿No te gustó el sitio?
—Estaba bien. Conocí a gente interesante, pero sentí que no terminaba de encajar ahí—mientes—. Le dije a Stark que me lo pensaría, y él me dijo que me volvería a llamar para ver si he cambiado de opinión.

James Rhodes estaba grave hace una semana. Entiendes que son varias cosas que se le vienen encima a Tony y contra las que tiene que lidiar. Por eso procuras entender su ausencia y el hecho de que no haya respondido a tu mensaje. Bastante ocupado y estresado debe de estar como para que andes molestándole con mensajitos.

Pero el tiempo se prolonga durante un mes

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Pero el tiempo se prolonga durante un mes. Un mes en el que tu vida vuelve a ser la que era, con tus cuatro horas de curro, tus ratos libres con Dana, tus constantes negativas a formar una relación estable con Matt y a tener cualquier tipo de contacto sexual con él, y con alguna que otra intervención heroica bajo el seudónimo y el traje de Agony.

A quien sueles ver, mínimo una vez a la semana, es a Peter y a su tía. Apenas tienes tiempo de hablar con él delante de ella, pero aprovecháis los momentos en los que la mujer se ausenta para ir al baño, o las pocas veces en las que habéis coincidido con vuestros respectivos trajes por las calles de Nueva York, para exponer vuestra preocupación por el hecho de que Stark se haya olvidado de vosotros.
En su caso, sabes que Tony no está interesado en volver a tenerle entre sus filas, pero no tienes valor para decírselo. Y, por mucho que te duela, sabes que seguramente Tony esté pensando lo mismo de ti.

Nadie te ha asegurado que, por el hecho de haberte dado cuatro besos con él, el multimillonario vaya a tenerte en alta estima y en cuenta para las misiones que tenga que realizar.

"Sólo eres una más, Ash" te dices "Y no me importa ser una más. Yo tampoco esperaba sacar nada de aquello, pero odio sentirme ignorada en cualquier aspecto"


Cuando se cumplen dos meses desde lo de Alemania, das a Tony Stark por perdido. La diferencia es que ahora sí que has llegado a verle en la televisión, en alguna rueda de prensa o asistiendo a algún evento al que ha sido invitado.
Está bien, a salvo y parece que bastante contento. Incluso ha protagonizado el último anuncio de Gillette.

Maldito cabrón. ¡Ni siquiera te ha pagado! Y ni siquiera se ha dignado en responderte al mensaje que te dejó en visto. Porque, durante estos dos meses, ha sido el único que le has dejado.

"Si piensa que voy a arrastrarme y suplicarle atención, la lleva clara"

Porque ese es otro tema en el cual has pensado mucho durante las últimas semanas. No eres tan ilusa, a tus veinticinco años, como para creer que entre Tony y tú han saltado las chispas del amor, ni vais a acabar comprometidos y felizmente casados con hijitos correteando a vuestro alrededor, en un bonito jardín mientras os besáis y dais gracias al cielo por la suerte de haberos conocido.
Sabes, o crees saber diferenciar entre una noche loca sin compromisos y una experiencia romántica que puede desembocar en algo estable.
Y lo de Tony y tú fue una noche de borrachera, sexo y dos o tres besuqueos tontos por diversión.

A estas alturas de la vida no crees en los cuentos de hadas. Desde que besaste a Stark por primera vez, supiste que aquello no significaba nada. Lo que no puedes negar es que tuvisteis una conexión aquella noche, mientras os abríais metafóricamente el uno al otro hablando sobre vuestros sentimientos. Aquella noche, ambos necesitabais hablar, sobre todo él, y os apoyasteis mutuamente a la vez que os sanabais un poco el alma.
Te repites a ti misma que no buscas nada serio con él, pero es innegable que algo pasó aquella noche, algo especial, y te fastidia a raudales que Tony se haya olvidado de algo así.

"No quiero un anillo de compromiso, imbécil, pero qué menos que preguntar, por cortesía, cómo estoy, qué tal me va todo y... ¡Oh! Ya que estamos, ¡pagarme los putos tres mil dólares!"

Te duele sentirte así de ninguneada e ignorada. Hace que todo parezca haber sido un sueño. Una fantasía pasajera, en la que por poco pudiste tocar los cimientos de una nueva y mejorada vida, pero continúas sumida en el abismo.

"Gracias por nada, Tony Cabrón Stark"

Para rematar, dejas de ver a Peter frecuentando el bar. Te gustaría llamarle y preguntarle si está bien, o si ha pasado algo. También hace un tiempo que no tienes noticias de Spider-Man, pero por desgracia no llegaste a pedirle el teléfono para poder llamarle.



Aquella noche, tienes la mala suerte de toparte con unos matones contra los que más te hubiera valido no meterte.
Es imposible no hacerlo si los ves atracando a un pobre chico que prácticamente se orina encima de los nervios.

Tus poderes son extraordinarios, pero limitados. Y más cuando se te echan encima nada menos que ocho gigantes fortachones armados con navajas. Por eso, cuando te ves vilmente acorralada y comienzan a golpearte, te es imposible escapar y defenderte. Les hieres, sí, pero son demasiados. Como nunca utilizas los guanteletes, sueles dejarlos en casa. Grave error. Ahora te irían de perlas.
Sacas tus dagas del cinturón y notas que las hundes en carne ajena, pero te llueve tal marabunta de puñetazos y patadas que tus pequeñas armas salen disparadas lejos de ti.
Los cortes de sus navajas sanan rápido gracias al suero, pero los golpes contra los huesos son dolorosos, y notas cómo te cruje la muñeca izquierda a la par que sueltas un grito de dolor que pondría el vello de punta incluso al impasible Charlie.

Te arrojan contra el suelo, demasiado adolorida para siquiera ponerte en pie. Sientes aflojar tus fuerzas, a punto de desmayarte.

Antes de que puedan rematarte, los matones comienzan a caer a tu alrededor, pero tú no eres la responsable. Alguien les está dando una buena paliza, alejándolos de ti.

¿Es Peter? No.

Cuando el callejón queda despejado, con todos los violentos hechos mierda en el suelo, una figura escultural, iluminada en contraluz por una de las farolas, se sitúa ante ti.
Se te cierran los parpados, pero la luz del faro de un vehículo, que pasa en esos momentos junto a la calle, le ilumina el rostro y le reconoces.

—¿Capi?—susurras antes de perder el conocimiento. 

 

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A dos bandas (Tony Stark, Steve Rogers y TÚ) ¿A quién elegirás?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora