Tu vida podría haber seguido siendo igual de aburrida que siempre de no ser porque obtuviste poderes especiales debido a un accidente con una probeta.
Una inesperada visita de Tony Stark, reclutándote para su equipo, te sacará de la rutina y te ade...
Al día siguiente, al despertar y revistar el móvil, ves que tienes un whatsapp de Tony Stark:
Ey, Lewis, ¿qué tal todo? ¿Podrías pasarte por la Torre Stark a lo largo de la mañana? Te envío la ubicación por si no sabes llegar. En recepción ya saben que vendrás. Sólo tienes que identificarte con tu DNI o pasaporte.
Sientes una dolorosa quemazón de rabia que hace que te incorpores en la cama y mires el móvil como si quisieras pulverizarlo.
"Tenías que aparecer justo ahora, Stark" piensas enfadada "Dos meses después, tras haberme hecho pensar que mi vida continuaría apestando como siempre, haciendo de rogar incluso al pobre Peter, que ya ni siquiera viene a cenar al bar. Tenías que solicitar mi presencia ahora que tengo la muñeca rota y... ¡Maldita sea! Ahora que me he besado con Rogers"
Aunque le has dicho al Capi que no quieres nada serio, eso no te deja exenta de sentir atracción por él. En poco más de una semana, Steve ha demostrado preocuparse más por ti que Tony en dos meses.
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Llegas a la Torre Stark, te identificas en recepción y te dejan subir a la última planta, donde te indican que se encuentra el genio trabajando.
El ascensor te deja en una enorme estancia, acomodada para convertirla en un bonito, sofisticado y acogedor hogar. Caminas por la sala de estar, entre los sillones y estanterías, buscando al multimillonario.
—¿Tony?—preguntas. —¡Frío-frío!—te responde su voz, pero no la oyes en directo. Se hace oír a través de los sistemas de sonido instalados por toda la casa. —Oh, vamos—gruñes—. Paso de jugar a ese juego estúpido. Dime dónde cojones estás.
Le oyes reírse por lo bajo.
—Sigue todo recto hasta el final del largo pasillo, a la derecha.
Caminas dando zancadas hasta la zona que te ha indicado, y empujas la puerta metálica que permanece entreabierta. Da a unas escaleras de caracol, que comienzas a bajar mientras oyes el sonido del metal chocando.
Al llegar al pie de las mismas, ves a Tony delante de una de sus mesas de trabajo, golpeando con un martillo una pieza de metal incandescente. Lleva un pantalón de chándal y una camisa gris sin mangas, y los músculos de sus brazos se tensan y marcan con cada golpe.
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