XIII | Te protegeremos

7.6K 793 118
                                    

     LYANN OBSERVÓ CON TRANQUILIDAD CÓMO LOS ENFERMEROS Y DOCTORES IBAN Y VENÍAN CON URGENCIA, asegurándose de que todos sus signos vitales estuvieran estables

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LYANN OBSERVÓ CON TRANQUILIDAD CÓMO LOS ENFERMEROS Y DOCTORES IBAN Y VENÍAN CON URGENCIA, asegurándose de que todos sus signos vitales estuvieran estables. No se quejó cuando le hicieron incontables estudios, se mantuvo obediente y callada, aceptando la ayuda y algunas palabras de aliento de uno que otro enfermero. Comía, se hidrataba, hacía pequeños ejercicios supervisados por su médico y se obligaba a descansar el cuerpo, a pesar de que su mente estaba demasiado activa como para reposar.

No hablaba, pero hacía uno que otro gesto para hacerle saber a los demás a su alrededor que los estaba escuchando. Era lo más amable que podía cuando dos enfermeras llegaban siempre con unas pastillas y algunas medicinas que debían inyectarle, y se esforzaba por no alejarlas cuando las veía acercándose con las jeringas. No golpeó a nadie, no amenazó, sino que se sumergió dentro de su ser para averiguar qué rayos le estaba ocurriendo desde que revivió. Y era el segundo día desde que había regresado de la muerte misma cuando Steve Rogers cruzó la puerta de su habitación en la enfermería, quien se quedó a supervisar el resto de los chequeos que le faltaban y se quedó incluso después de que acabó. No habló, pero se quedó a observar a Lyann.

Los ojos de Lyann se movieron con libertad alrededor de la habitación, recordando el lugar completamente destrozado cuando regresó. El bullicio que había dentro de su cabeza era agobiante, pero recordaba poder sentirlo todo con una increíble intensidad y claridad que hasta le dio miedo. Había sangre, vidrios y gente herida por todas partes, alguna alarma sonaba y le retumbaba en la cabeza, un enfermero que tenía una peligrosa herida en la cabeza había logrado levantarse para cumplir su deber como enfermero y chequear si Lyann se encontraba bien mientras que Natasha Romanoff tomaba el pálido rostro de Lyann y la miraba a los ojos...

—¿Estás bien? ¿Puedes oírme? Lyann, háblame. ¿Te encuentras bien?

Mentida en el recuerdo, Lyann arrugó el ceño.

Natasha se había vuelto completamente loca cuando ella recobró la conciencia, estaba tan desesperada por saber que si encontraba bien o con la fuerza suficiente para hablar que incluso gritaba y los ojos se le llenaban de lágrimas. Sin embargo, Lyann no podía comprender cuál era la razón para tener esa reacción en ella, si no ha hecho más que crear embrollo uno tras otro desde que se conocieron.

Suspirando, Lyann se levantó de la cama, a pesar de que su enfermero —Carlos, se llamaba— le había pedido mil veces que no lo hiciera, y se colocó frente a la pared de vidrio que daba al campo alrededor de la instalación de SHIELD.

—Lleva casi dos horas ahí sentado, Capitán —Lyann se cruzó de brazos y miró a Steve Rogers—. ¿No tiene algo más que hacer además de observar mi aburrida recuperación?

—Yo no la llamaría aburrida.

No, Lyann podría estar pensando que su recuperación estaba tomando tiempo, pero para los demás, especialmente para Steve, era totalmente lo contrario. En cuestión de minutos, toda la fuerza y destreza de la joven había regresado una vez que escapó de las garras de la muerte. Parecía como si nunca hubiese sido torturada por días, hora tras hora, ni que había estado en coma por tres días.

[1] Banshee | Civil WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora