XLX | Te escuché

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       A STEVE NO LE GUSTABA PARA NADA la forma en la que Lyann gritaba el nombre de su mejor amigo, de una forma desesperada, asustada y suplicante

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A STEVE NO LE GUSTABA PARA NADA la forma en la que Lyann gritaba el nombre de su mejor amigo, de una forma desesperada, asustada y suplicante. La instalación completa temblaba bajo el potente grito de la Banshee, y mientras todos chillaban de miedo y se quedaban paralizados, Steve y Sam corrían como dos balas, atravesando pasillos y centros de control, bajando escaleras y pateando puertas con tal de llegar hasta Lyann y Bucky. Sin embargo, para cuando llegaron el silencio sepulcral los detuvo, solo para darse cuenta de los veinte soldados derribados, inconscientes en el piso.

—Ayuda...

Steve clavó los ojos en el instructor, tirando en el piso de la celda de Lyann y Bucky.

—Estoy aquí. Ayuda...

Entonces Steve la vio.

Lyann estaba tirada al fondo de la sala, con la espalda contra la pared y las manos aun esposadas, aunque había una cadena conectada a ellas. La escuchó gemir y moverse solo un poco para alzar la cabeza, mostrando el rastro de sangre que le corrían por una herida justo en la línea del cuero cabelludo. Ella parpadeó, como si tratara de enfocar la vista.

Steve apretó los puños y se acercó al instructor a grandes zancadas, tomándolo de la camisa para levantarlo y golpearlo contra la pared.

—¿Quién eres? —le gruñó—. Dime quién eres y lo que quieres.

El instructor sonrió un poco.

—Ver caer un imperio.

La vista de Lyann se acostumbró justo a tiempo para ver a Bucky lanzarse contra Sam, golpeándolo rápidamente con su brazo de metal y dejándolo inconsciente, yendo directamente contra Steve. Gruñendo para sí misma –y lastimándose las cuerdas vocales dañadas–, Lyann se levantó lentamente del suelo, los ojos fijos en el instructor.

El hombre se rió al verla.

—No puedes usar tu maravilloso grito contra mí, querida —dijo con una sonrisa triunfante, acercándose a ella mientras se daba unos toquecitos en una oreja—. Tengo unos tapones especiales, diseñados por tus increíbles doctores de HYDRA. Ah, fue un increíble robo.

Lyann respiraba muy rápido, muy furiosa. Sus manos temblaban por la fuerza que ejercía en sus puños, clavándose las uñas.

—¿Por qué? —jadeó.

El instructor fingió lastima.

—Porque tú conocías el proceso. No podía tenerte por ahí si sabías lo que iba a hacerle... Aunque de todas formas ingenié un plan b, solo por si acaso.

—¿Cuál es tu nombre?

—Barón Zemo.

Así como él, Lyann también dio un paso al frente, y como sabía que tenía toda la atención de Zemo, no había forma de que él se diera cuenta como Lyann agarraba lentamente la cadena que le colgaba de las esposas, preparándose.

[1] Banshee | Civil WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora