Capítulo 12

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- ¡¡No, no, no!! Esto está mal ¡¡Se supone que no escaparía!! ¡¡Se supone que debíamos atraparlo!! ¿Cómo logró escapar? ¡¿Por qué no lo detuvieron?! Santo cielo. -Inuyasha golpeó con furia la pared agrietándola.

- Había pasajes secretos en la mansión que no tuvimos en cuenta. Escaparon por uno de ellos hacia las alcantarillas, mientras derribábamos la puerta principal.

- ¿Qué no tuvieron en cuenta? Dijiste que habían contemplado TODAS las posibilidades, que no había oportunidad para que Bankotsu escapara. Me aseguraste que Kagome estaría bien.

- Inuyasha...

- No, Myoga. Eres mi jefe y te respeto pero esto se ha salido de control. Me convenciste de esperar más tiempo, un mes. ¡UN MALDITO MES! Y ahora no sabemos adónde huyó Bankotsu, ni que harán con Kagome. ¡Él podría herirla! -Las últimas palabras parecían ahogarse en llanto contenido.

- Naraku la quiere viva. Por eso la ha mantenido encerrada todo este tiempo. Ese maldito debió saber que teníamos la casa monitoreada y por eso no se arriesgó a venir.

- Si lo sabía... ¿por qué no le dijo a Bankotsu que sacara a Kagome de allí antes?

- Para que no sospecháramos, quizás.

- No lo creo, este asunto es demasiado enrevesado.

- No podrán ir tan lejos. Los encontraremos.

- Eso espero... juraría haber escuchado la voz de Kagome al entrar a la mansión y no quiero que esa sea la última vez que la oiga.

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POV Kagome.

-Maldición, mi cabeza. - Abrí los ojos, despacio, temiendo lo que me encontraría cuando lo hiciese. Era un lugar casi por completo oscuro, lleno de moho, ratas y gotas de agua que caían del techo.
El completo opuesto al lugar en el que me habían mantenido prisionera antes. Tenía las manos y los pies atados con sogas nuevamente. Mis extremidades comenzaban a pintarse de un color azul morado por la falta de circulación.

 Veía a Bankotsu ir de un lado al otro de la habitación intentando llamar a alguien por teléfono

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Veía a Bankotsu ir de un lado al otro de la habitación intentando llamar a alguien por teléfono. Se dio vuelta al escucharme, se disculpó por el golpe que me dio sin un verdadero arrepentimiento y se acercó para inspeccionar mi rostro. Hizo un comentario sarcástico y volvió a alejarse.

Inspeccioné de arriba abajo la pequeña habitación donde me hallaba cautiva. La puerta estaba sin cerrojo y entreabierta, si lograba desatar las sogas podría intentar escapar. Miré a Bankotsu, seguía ocupado con su celular. Busqué entre el suelo algo que me fuera de ayuda. Encontré una pequeña pieza de metal afilada. Intenté cortar la soga que sujetaba mis manos pero era demasiado gruesa como para conseguir que se corte. Junté algo de fango del suelo y comencé a deslizar mis manos con la esperanza de que resbalaran entre los amarres. Luego de mucho intentar las sogas al fin parecieron ceder y pude sacar una de mis manos, después de eso fue cuestión de segundos para liberar la otra.
En mi desesperación por darme prisa, entorpecí mis movimientos, liberar mis pies fue la mayor odisea de mi vida. Una vez logrado, me incorporé y antes de que Bankotsu volteara me eché a correr por la puerta a lo largo de un tenebroso pasillo. Debió darse cuenta al instante, porque lo oí maldecir y segundos después correr detrás de mí.

Sálvame de la SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora