Capítulo 6

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Brooklyn


Observo el asiento vacío de Bala, lleva mucho tiempo en el baño, me pregunto si estará bien. ¿Debería ir a ver? Estará haciendo sus cosas o planeando algo para matarme. Esa última idea me hace reír, es tan pequeña que es adorable verla con una pistola. Ahora hablando en serio, puede que tenga problemas. Pensandolo bien este sería un buen momento para escapar, quitarle  un par de cosas y salir por patas. Sin embargo, no estoy seguro de querer hacerlo. Al principio era la idea. Pasaba por aquí de camino y quería llenar la mochila, no tenía idea de que hubiese alguien por aquí, pero cuando la vi se me iluminó el rostro. Hacía tanto tiempo que no veía a nadie que solo tenía ganas de gritarle para que se girase y me viese. Al principio pensé que podría formar parte de los carroñeros pero la observé durante un tiempo y parecía estar sola. No se que pensamiento se me pasó por la mente pero decidí seguirla hasta que se me ocurriese que hacer. Pero ella fue más lista que yo y aquí estamos. 

 Sin meditarlo bien me levanto y salgo de la sala buscando el baño. Solo se escucha el fuerte sonido de la lluvia pero de pronto oigo algo más, un débil sollozo. Me acerco a una puerta de madera blanca y veo el cartel con el dibujo de una mujer. Llamo suavemente a la puerta.

- ¿Bala? Soy Brook. Bueno, ¿quien más podría ser? M-maldita sea, olvídalo soy idiota.- Debe de pensar que soy imbécil. El sollozo ha parado. -¿Estás bien?

- Sí, no te preocupes.-Su respuesta es monótona. 

De pronto se abre la puerta y sale secándose las lágrimas pasando por mi lado a toda prisa.

La sigo a través del pasillo hasta la habitación en la que llevamos un par de horas. Ella se sienta en su sillón y se hace una bola, agarrándose las rodillas con un brazo mientras observa por la ventana la lluvia y se tapa la cara con un libro en la otra mano. Hace un poco de frío, tal vez se encuentre mal. Me levanto y me quito la chaqueta negra que llevo puesta. Siempre suelo vestir de negro, es más fácil para pasar desapercibido. Me acerco a ella y se la pongo por encima. Ella me mira confusa y yo me alejo de vuelta a mi silla.

- Póntela, es muy calentita.

Ella me mira con sus grandes ojos grises hinchados de llorar que se asoman por encima del libro y responde con un gracias muy flojito. Se la pone. Está adorable. No se por qué esta triste pero no me gusta ver a la gente así, y por alguna extraña razón, siento la necesidad de abrirme a ella.

- Yo tenía 16 cuando paso El Final. Mi madre ya estaba enferma, así que no pudo aguantar mucho pero yo me quedé con ella hasta que murió a pesar de que ella me pedía que me fuese con el equipo militar de rescate. Me negué, no me atrevía a dejarla sola. Mi padre, bueno a él le perdí el rastro hace mucho tiempo cuando nos abandono a mi madre y a mí.  -Bala gira la cabeza y me mira directamente a los ojos.- Cuando mi madre murió yo me quedé un tiempo en aquella ciudad. Le prometí a mi madre que no me quedaría solo en la ciudad, que me iría con mi novia y buscaríamos un grupo. Ella quería que yo viviera, que fuese feliz. Verla morir fue lo más duro que he hecho en mi vida, ella era muy fuerte, era un ángel...- Se me ha quebrado la voz.- Lo siento, no se si te interesa... 

- No, no, por favor continúa, si tú quieres. Mi padre decía que compartir las penas con alguien te libera. - Su voz suena apenas en un susurro. Se sorbe la nariz y esconde parte de su cara en mi chaqueta que le viene enorme y me observa fijamente. Me levanto y me acerco a la ventana.

Mi novia Maddison y yo nos fuimos de la ciudad y nos unimos a un grupo, un grupo de saqueadores. A mí no me gustaba nada el rollo que llevaban pero Maddie parecía contenta así que decidimos quedarnos. El tiempo pasaba y yo lo pasaba mal robando a grupos e incluso a familias pero Maddie no ponía queja. Hablé con ella pero no quería irse, pensé en irme yo solo pero la quería demasiado para dejarla. Estúpido de mí, un adolescente enamorado, no hice caso a mi cerebro.-Me siento en la repisa de la ventana y suspiro.

- Me tocó irme con dos tíos del grupo a la ciudad de al lado por ordenes del jefe a pesar de que yo no quería dejar a Maddie sola con esos tíos de los que no me fiaba, y a la semana  cuando volvimos, yo fui a ver a Maddie para darle un regalo que le había traído de la ciudad y cuando entré en su habitación la encontré en la cama con el jefe del grupo, Chuck. La furia se apoderó de mí, casi lo mato de una paliza. Recuerdo la sangre en mis puños y los gritos de Maddison suplicando que lo dejase, diciéndome que si no paraba lo iba a matar.- Desvío la mirada de la ventana y veo a Bala de pie frente a mí. Me mira con tristeza y se coloca junto a mí. Me da una señal para que continúe y yo lo hago. - Eso fue hace mucho, y bueno, el resto ya sabes, me hicieron lo de los ojos y me fui. Caminé solo muchos meses hasta que te encontré.

- Lo siento, debe de haber sido muy duro para ti.- Vacila con poner su mano en la mía, pero al final no lo hace.

- No pasa nada, estoy bien. Me pasé una semana entera en un bar, los males del corazón los curé con alcohol. Aunque después de aquello, acabé con más dolores a parte del de corazón.- Ella sonríe.

Nos reímos los dos a la vez y quedamos mirándonos frente a frente, a pocos centímetros uno del otro.

- Te quedan mejor las sonrisas que las lágrimas.- Digo retirándole un mechón de la cara y colocándoselo detrás de la oreja. Ella sonríe y sus ojos grises descansan en los míos.

- También tú chaqueta me queda mejor a mí que a ti.

- ¿Eso crees?- Ella asiente riendo y yo sonrío.- Pues tienes toda la razón del mundo.


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