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Kakashi se despertó, observó la ventana y aunque unas cortinas corridas no le dejaban ver el mundo exterior, sabía que el amanecer aún estaba a unas horas de distancia. No había prisas ni apuros, podía dormir un par de horas más tranquilamente. No se había despertado preocupado o lleno de culpa, sin saber dónde estaba o qué era lo que estaba haciendo en la cama desnudo, con su alumna, también desnuda, no era nada de eso. Lo que verdaderamente lo había despertado, había sido el frío, y no era para menos, estaba completamente desnudo, y sin una sola cobija que lo cubriera, Sakura había acaparado todas las mantas y estaba envuelta como un capullo. La jovencita dormía profundamente y no parecía inmutarse del frío por el que pasaba su acompañante. Se le cruzó por la cabeza marcharse, no tenía por qué quedarse, además sería más fácil irse, evitar las explicaciones y dar por hecho que era cosa de una sola noche. Pero estaba cómodo ahí, compartiendo la cama con su alumna.

Jaló el extremo de una de las cobijas, lo hizo con tanta delicadeza como pudo y logró cubrir parte de su cuerpo, el necesario para seguir durmiendo. Sin embargo, un detalle captó su atención, Sakura ni siquiera había protestado, no se había movido ni resistido a quitar la valiosa manta, seguía tan dormida como al principio, su respiración no se había alterado en absoluto. De inmediato una alarma se prendió en su sistema, recordó que Shizune, y la misma Hokage, le habían advertido que algo así podría suceder. Debía ir por ayuda, alguien que la despertara como la última vez, pero entonces todo el miedo desapareció: su alumna suspiró profundamente y se dio la vuelta dándole la espalda, además de susurrar algo nada entendible, seguramente estaba soñando.

El ex ANBU suspiró de alivio, su suspiro llenó toda la habitación, pero no le importó, lo único verdaderamente importante era que la jovencita estaba durmiendo y que despertaría en un par de horas. Observó su espalda, la cobija había resbalado y la exhibía desde los hombros hasta la línea que separaba su cadera del trasero. Su piel parecía resplandecer a esa hora en particular, estaba más cerca de ser un ángel que una jovencita, una clase de aparición, así que Kakashi tuvo que tocarla para asegurarse de que realmente estaba a su lado, su espalda aún conservaba parte del calor corporal, mechones de cabello rosado resbalaban seductoramente por sus hombros.

Kakashi volvió a suspirar, esta vez no fue por alivio, sino más bien por una necesidad que comenzaba a calentarle la sangre. Esa tarde-noche, había ido a visitar a su alumna con la única intención de cerciorarse que estuviera bien, que no necesitara nada, y aunque por la tarde ella casi lo había ignorado por completo, él no podía olvidar la buena relación que mantenían antes de que perdiera la memoria, así que lo hacía por los viejos tiempos, porque quería pensar que todo volvería a ser como antes, además, no dejaba de pensar en la conversación con la Godaime, le preocupaba pensar que sus ojos pudieran cerrarse de nuevo, por largos y miserables meses, claro que eso sólo era parte de un pretexto, se estaba engañando así mismo. Pero resultó que una cosa llevó a la otra y ahora se encontraba compartiendo la cama con Sakura. No tenía ninguna queja al respecto. Se acercó a la mujer que descansaba a su lado y terminó por abrazarla, adecuó su cuerpo al de su alumna y sintió una calidez inmediata, una de sus manos acarició su vientre, explorando esa piel suave y particularmente cálida. Eran caricias tranquilas y suaves, pero que no tenían nada de inocentes. Besó su hombre desnudo y su mano comenzó a subir, entonces tocó su pecho, lo encerró en su mano y lo apretó con un poco de fuerza, después reanudó sus caricias en pequeños círculos y dejó que el adormilado cuerpo de su alumna despertara.

No pasó mucho tiempo hasta que consiguió lo que ansiaba, Sakura comenzó a moverse inquieta, aún estaba dormida, pero su cuerpo no pasaba por alto esas caricias tan íntimas. La joven se movía e involuntariamente chocaba con su cuerpo, algo por demás satisfactorio, pero aún quería más. Besó y saboreó su hombro, bajó la mano hasta la entrepierna de la chica y delineó sus muslos cálidos, para ese entonces algunos suspiros largos comenzaban a salir de la boca de su alumna, no tardaría en despertar. La giró con suavidad para dejarla boca arriba, prendió la lámpara que descansaba en una mesita junto a la cama, y se colocó sobre el cuerpo de ella.

EN LA MEMORIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora