UN DETALLE DEFINITIVO:

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UN DETALLE DEFINITIVO:

Sakura caminaba un tanto cabizbaja. Les quedaba un largo andar, iban a la Aldea de la Arena, y el trayecto recién había comenzado, sólo un día de viaje. Naruto iba a su lado, comentando algo que la joven ni siquiera estaba escuchando, su mente estaba concentrada en el hombre que caminaba unos metros más adelante, pero no iba solo, custodiaban a un comerciante y su hermosa hija, una mujer pocos años menos que Kakashi, de espeso y sedoso cabello negro, largo y abundante, de piel tostada pero que le iba de maravilla, de rasgos delicados y totalmente agraciados, alta y esbelta, y como si eso no fuera suficiente, tenía ojos verdes, pero no como los de Sakura, más profundos y de una tonalidad más peculiar, ojos grandes y preciosos, con una personalidad resplandeciente.

No era una mujer grosera, o demandante, como Mei, eso era lo peor del asunto, Sakura no tenía más que halagos para ella que era toda amabilidad. La médico ardía silenciosamente de celos, Yenn, ese era su nombre, se había pasado todo el trayecto charlando con su sensei, le sacaba las palabras con una facilidad sorprendente cuando ella debía esforzarse y armarse de paciencia. No era que Kakashi pareciera interesado en ella, pero durante el todo el trayecto no se había vuelto para echarle un vistazo a su alumna, entendía que lo suyo era estrictamente secreto, pero una discreta mirada no sería peligrosa para nadie.

Habían estado saliendo por lo últimos meses, se veían a escondidas y aprovechaban las misiones solos, pero no había sido nada fácil, no había sido como imaginó. Sakura sentía que había una barrera que los separaba...

-Extrañas a Sasuke, no es así?- le preguntó Naruto cuando fue bastante evidente que Sakura estaba perdida en sus propios pensamientos.

-Algo así... - claro que no era nada así, pero era mucho mejor que confesarle que ardía de celos por la mujer que platicaba tan animadamente con su sensei.

-Tranquila, Sakura-chan, lo traeremos de vuelta – la jovencita lo tomó del brazo y continuó su camino intentando prestarle atención a lo que decía su compañero.

Kakashi sólo se portaba amable, no estaba ni siquiera muy cerca de Yenn, pero Sakura no podía evitar sentirse amenazada.

Durante la noche nada mejoró. Sakura se quedó junto a Naruto y dormitó un buen rato, pero su sensei no se acercó ni una sola vez a ella. Se quedó cerca del comerciante y su hija, custodiándolos, ese era su trabajo, el de todos, pero cada vez era más difícil soportar esa misión. Kakashi ni de chiste se acercó a su alumna. Sakura tampoco lo intentó, debían mantener las apariencias y debía confiar en él, lo intentaba cada que se alejaban, además su sensei no estaba haciendo otra cosa más que cumplir la misión.

-Estás muy callada, Sakura-chan – le comentó Naruto – Es tu primera misión después del accidente, ¿te sientes mal o cansada? – Kakashi se detuvo un par de segundos, como para escuchar la respuesta.

-Me siento de maravilla, Naruto – le ofreció una sonrisa forzada – Pero ha pasado tanto tiempo desde mi última misión que ya no recuerdo qué hacer...

-Pues es muy fácil, Sakura-chan – la tomó de la mano y comenzó a correr con ella, pronto dejaron a Kakashi, al comerciante y a su hija atrás – Cuidaremos el frente, sensei – le gritó.

No se alejaron mucho, era una misión y no podían descuidarla, no era nada de peligro, esa era la razón por la cual la Hokage le insistió en que fuera con el grupo, sería un buen entrenamiento. Su compañero se encargó de mantenerla entretenida, de mejorar su humor y ayudarla a disfrutar de su primera misión.

Durante el resto del camino, nada cambió, Kakakshi mantuvo su postura completamente profesional, no se dirigía a ella a menos que fuera necesario, no se apartó del comerciante y mantuvo su distancia. Fue la misión más tediosa que la médico recordara, ya su sensei le había advertido que las misiones juntos serían difíciles, debían esforzarse para mantener las apariencias, pero eso era demasiado. La ignoraba tanto que Sakura comenzaba a dudar de su propia existencia, cuando sólo era su alumna, charlaban con frecuencia, durante horas completas, y ahora, nada. Era muy duro aceptar que de ahora en adelante las misiones serían así, había fantaseado a su sensei rompiendo las reglas para acercarse a ella furtivamente, pero el hombre era insufrible. Sí, era un caballero, pero en todo el tiempo juntos, aún no aparecía el príncipe que la jovencita imaginaba.

EN LA MEMORIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora