Capítulo 8

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La platinada había terminado de pagar su orden en la cafetería, para cuando se dio vuelta se encontró en la fila al peliblanco. Quien le saludo con un gesto de mano y una media sonrisa.

Ella se le acercó para saludarlo, esa mañana estaba de ánimos.

-Buenos días, Elsa.

-Buenos días, Jack ¿Vas para el hospital?

-Sí...bueno por suerte hoy tendré medio turno. Volveré temprano.

Elsa asiente con una leve sonrisa de labios, después olfateó un aroma delicioso, uno de pan con queso y especias.

-Soy yo ¿O pareciera que huele a pizza?

Tal pregunta le hizo sonreír a Jack, al grado de que sus ojos se cerraron con levedad.

-Creo que son los diferentes aromas de la comida combinados para un antojo tuyo y de tu bebé – Dice mirando su vientre – Y ahí está, ya se te ve más.

Bajó su mirada la platinada, y con un discreto movimiento, cerró su saco color mostaza para evitar esa vista.

-Pues lamento que no den pizzas a esta hora, seguro y ya la compraría.

-¿Cuál es tu favorita?

Jack preguntó después de avanzar un paso para la fila, mientras que Elsa le retrocedió otro paso para seguir mirándolo.

-Me gustan varias, pero creo que mi favorita......en estos momentos sería una de tres quesos -Su boca comenzó a salivar y ese antojo cada vez crecía más.

Jackson le sonrío con ternura.

-Ya debo irme mejor, no quiero pensar en comida y necesito vender algunas pinturas y calificar trabajos.

-Suerte.

Se despidieron de una sonrisa que después Jack borró cuando se acercó a ordenar su pedido.

Tal como dijo el peliblanco, después de desayunar comenzó su día en el hospital. En el piso de maternidad, había muy pocas mujeres de cita con una de sus jefas.

Ayudó a recetar antibióticos para las mujeres embarazadas con resfrío o dolor de estómago, y por último ayudó a hacer ultrasonidos con su jefa.

Saliendo del hospital salió directo a su apartamento, estaba cansado y sólo tenía ganas de encerrarse. Miró la hora y eran las 4 con 30 minutos.

Comenzó a introducir la llave a su primer seguro de la puerta, pero le resultó extraño que el segundo seguro estaba abierto.

Con ciertos nervios abrió la puerta, pero se relajó pensando que posiblemente él no se fijó en cerrar ambas.

Cuando abrió en par la puerta, se le fue lanzado encima unos brazos.

-¡Jack! ¡Por fin veo tu nuevo hogar! ¡Es hermoso!

Se trataba de una pelirroja de cabellos rizados llamada Merida, novia de Hiccup desde hacía dos años.

Vestía unos shorts holgados a mitad de su muslo, unas botas a mitad de su espinillas y una camisa de cuadros.

-No es que no me guste verte, pero ¿Cómo demonios entraste?

-¡Hey! -Hiccup salió de la cocina con una lata de soda de naranja – Apenas te iba enviar aviso que venía a tu casa, no te vimos y entramos, sigo teniendo copia de tu apartamento.

-Si claro, avisarme no pedirme permiso.

-Oh tranquilo -Dice Merida soltándole un codazo a su brazo, a lo que Jack respondió sobándolo – No hicimos nada en tu cama, puede que en el sofá sí pero no en tu habitación.

Dulces lágrimas de mamá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora