4 Capítulo cuatro 4

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Sábado por la madrugada, sin estruendosos sonidos que interrumpieran la paz del lugar podía jurar que de alguna manera el mundo le estaba brindando un poco de ayuda para que tuviera un día tranquilo, sin estrés o preocupación.

Basura.

El silencio le asqueó, suplicando porque Friday le diera los buenos días, o que Tony despertara y comenzara una banal plática, o que Thor decidiera volver repentinamente a la tierra con sus estruendosos rayos y truenos. Cualquier interrupción del escalofriante silencio seria bien recibida.

-Buenos días, Friday – Bien, si alguien no iba a hacer ruido lo mejor que podía hacer por su propio bienestar mental era hacerlo él mismo - ¿Qué hora es? -

- Buenos días, joven Peter. Son las cuatro y cuarenta y dos -

- Oh, Dios. No me llames así, es como si fuera el hijo del señor Stark – Dijo en un desesperado intento de bromear y sacar de su cabeza el peso de la decisión tomada con anterioridad.

- Está bien – Respondió con frialdad, haciéndole recordar al instante la enorme diferencia entre ella y su propia IA - ¿Cómo desea que lo llame? –

El adolescente sonrió a la nada ante la jocosa idea que estaba a punto de proponer, sin embargo, prefirió algo más neutral para no arrepentirse más tarde – Peter está bien -

- Pienso que "Sir Peter" quedaría mejor – Opinó la familiar voz a su lado, tomando por sorpresa a Peter, quien volteó la mirada para ver a su novio en un predecible intento de asegurarse que, en efecto, se había despertado.

- Buenos días, amor – Saludó Parker con una sonrisa en el rostro, encantado con la imagen que Tony le ofrecía por las mañanas.

Y es que Tony Stark madrugador era digno de ver por horas sin llegar a pensar en otra cosa.

Stark optó por evitar devolver el saludo mañanero removiéndose en las sabanas hasta quedar sobre Peter, quien aún con su impecable sonrisa en el rostro daba la impresión de que todo en su cabeza estaba de maravilla; por suerte, podía distinguir en su inmaculado rostro sereno cómo la ansiedad lo estaba comiendo vilmente por dentro.

Besó con suavidad su nariz, marcando un camino desde ese punto de partida recorriendo sus mejillas, su mentón y cuello hasta llegar a su clavícula, notándola más prominente de lo usual – Estás más delgado – Susurró con sus labios rozando su blanquecina piel, dispuesto a seguir bajando por su torso desnudo.

- Últimamente vomito más de lo que como – Contestó en un casi inaudible de voz, asegurándose de que aún en la intimidad de la habitación nadie pudiera escucharlo, claro, hasta que el millonario abandonó su labor de húmedos besos para continuar en una obscena y vulgar lamida sobre su pezón derecho. Con la guardia baja fue sorprendido con dicha perversidad, arrancándole un suspiro poco decoroso, casi llegando al gemido.

Fue victima de una segunda lamida, seguido de una tercera y cuarta hasta que el mayor optó por chupar aquella área ahora dura y sensible, continuamente de una simple y nada ruda mordida. Su miembro comenzó a endurecerse bajo el abdomen en movimiento de Anthony, y cuando este se percató de ello sonrió levantando la mirada a su colorado rostro mientras su mano masajeaba con deseo el miembro cada vez más erecto del adolescente, que por consecuencia comenzaba a producir un levantamiento en su propia masculinidad.

- No quiero - Sus palabras y su mueca de disgusto tomó por sorpresa al adulto.

- No parece - Respondió sin dejar de estimularlo pero con un ritmo más desacelerado, atento a las próximas palabras de su pareja.

- Lo siento, pero no tengo cabeza para nada -

Su ceño se frunció, retrocediendo en sus acciones hasta quedar frente a frente de nuevo con su amante. - No deberías llevar esto como una carga - Sugirió besando sus labios, contrastando su fugaz beso con la lentitud de su movimiento.

Entre mentiras y secretos  - StarkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora