Capítulo 6

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Entré al baño y con ello la bolsa donde se encuentra el vestido que utilizaré para hoy.

¡Y demonios que no quiero usarlo!

—Te odio, mamá —murmuro, viendo el vestido corto de color azúl.

Aprieto las manos en puños de impotencia. Si tan solo estuviese cerca el centro comercio iría y lo cambiaría pero ¡no! Está lejos, máximo una hora de la casa hasta ahí y lo más molestoso es que tengo treinta minutos para estar lista.

Sin más dejó la toalla roja caer, las gotas se deslizan en mi cuerpo. Me coloco lencería negra, luego me pongo crema para que este suave mi piel y luego no se reseque. Con sumo cuidado y con las manos temblando abro la bolsa y en segundos el color azúl aparece en mis ojos.

Demonios. No quiero usarlo pero tampoco tengo opción.

Trago saliva.

Cojo el vestido y lo saco de la bolsa y siento desmayarme.

Sé que estoy siendo algo exagerada pero no puedo evitarlo. Me siento de alguna forma culpable y más con lo que Ryan me había dicho en el local. Él quería hablar sobre el beso, estoy más segura que es eso.
Y también sé que no hay y no habrá ninguna atracción sexual, porque no siento eso por él. Está loco. De verdad que lo está.

Sin más me empiezo a poner el vestido. Tragándome las lágrimas y el dolor en mi corazón.

Con el vestido puesto me encamino al espejo de cuerpo completo que hay en el baño y me observo; no estoy nada mal, es más, el vestido corto resalta las curvas que poseo. Es de tirantes finos, se aprieta en mi torso y cae formando una tipo falda, y después se pega a los muslos. En el pecho del vestido se hallan unas incrustaciones plateadas y brillantes. Y debo decir que no escogió algo feo, sino que, el vestido realmente es hermoso.

Me hinco cogiendo la toalla que se halla en el suelo y la tiro en el cesto, después salgo del cuarto del baño apresurada. Rápidamente me ubico en el tocador, abro el cajón derecho y ahí se encuentra mis maquillajes. Saco el frasco de base y me la coloco en el rostro con sumo cuidado, después me pongo sombras algo oscuras, delineador, etcétera.

Cuando termino de maquillarme y compruebo que todo salió como debió corro a la cama para empezar a ponerme los tacones. Faltaba poco para que Marco venga a por mí.

Una vez lista con los tacones puestos me encamino de vuelta al tocador. Cojo el pequeño perfume de color crema y lo coloco en la ropa y en algunas partes del cuerpo, cojo un bolso y salgo de la recámara para caminar en el pasillo y llegar hasta las escaleras y bajarlas. Una vez en las escaleras me detengo, y veo a Marco; su cuerpo grande y musculoso es cubierto por un traje formal de color negro, sus cabellos están siendo peinados perfectamente. Bajo con cuidado de no tropezarme porque suelo caerme o doblarme el tobillo.

Cuando estoy en la planta baja y a centímetros cerca de Marco puedo oler su perfume; fuerte y varonil. Una sonrisa se expande en el rostro moreno de él.

—No tengo palabras para explicar lo que veo en este instante.

Sus simples palabras logran ponerme tímida. Juro sentir como mis mejillas toman un color rosado.

Sin dejarme responder Marco impacta sus labios en los míos y ambos cerramos nuestros ojos por inercia propia. Su beso es tierno, mas no demandante como suele besarme. Nuestros labios se separan y con ellos nuestros ojos se abren.

—Tampoco tengo palabras para ti —rio, contagiándolo.

Su mano se coló en mi cintura y la apretó para jalar mi cuerpo y estar pegados el uno y el otro. Su aliento impacta con mi rostro.

Nuestro Pecado © (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora