Capítulo 34

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Estaba montada en mi automóvil. Tengo suerte de que estén dando casi la hora en la que me citó Ryan.

Me metí a una carretera y al final el centro comercial se alzó a mis ojos.

Mordí mi labio en signo de nerviosismo porque tendré que bajarme con el bolso y buscar un baño para cambiarme con el atuendo que él quiere que use. Y sinceramente no sé cómo le haré para aguantar las miradas que me alzarán cuando salga ya vestida, pero aun así tengo que sentirme como si estuvieran alabando mi cuerpo y no como otra cosa.

Enseguida el motor se apagó cuando estuve estacionada, todo estaba desierto pero sí habían personas saliendo de sus automóviles, algunas estacionando o simplemente metiendo las bolsas de plástico del supermercado.

Suspirando, cojo el bolso y salgo de una buena vez. A paso lento y algo rápido camino hasta entrar. El aire acondicionado frío me da la grata bienvenida.

El sonido de cosas caerse o chirridos de los carritos hacen eco en todo el lugar.

—Tú puedes —me alenté.

Seguí buscando el baño pero no lo encontraba, solamente habían locales de comida, ropa, zapatos, abrigos, maquillajes, la enorme sala de cine, etcétera, pero no el baño.

Los nervios empiezan atacarme y un leve dolor se impregna en mi cabeza, deteniéndome abruptamente.

Con una mano sobo la zona que duele pero pareciera que toda la cabeza me doliese cuando no lo siento así. Doy leves masajes en la cabeza, mayormente en la sien.

El dolor desaparece repentinamente, dejándome confundida y algo aturdida por segundos.

—Señora, ¿se encuentra bien? —una voz algo ronca me saca de mi entumecimiento.

—¿Ah? —cuando levantó la cabeza con tal rapidez que el dolor se hace presente, me quejo.

—No se encuentra bien —confirmó—, déjeme ayudarle —sugirió de forma amable pero negué con la mano.

—No fue nada, sólo fue un leve dolor, se irá.

Abrí mis ojos, sobando mi cabeza y el dolor se dispersó hasta no sentir nada. Miré hacia la voz y se encontraba una mujer un poco grande, su cuerpo estaba cubierto por un enterizo de mezclilla, en su mano tenía un trapeador y a su lado traía un carrito con algunas cubetas de agua, detergentes, aromatizantes, etcétera. Es una mujer de limpieza.

Sus cabellos cafés y algunos blancos estaban peinados en una coleta alta; ojos cafés, labios delgados y piel morena. Su rostro no había rastro alguno de maquillaje, dejándola ver su belleza natural.

—¿Está segura? —su preocupación por mí me calentó el corazón, su ingenuidad se parecía a la mía.

Asentí tratándole de sonreír —Sí, estoy más que segura. Solamente fue un dolor de cabeza. Gracias por su atención.

Ella por su parte inspeccionó mi cuerpo y mi cara, me puso incómoda.

—Te creo —dijo después de unos segundos—. Pero procura ir al médico, porque viéndote en tu estado supongo que estás embarazada.

Al terminar de decir eso se fue, dejándome con sus palabras rebotando en mi cabeza que me dejaban de que pensar.

Un bebé.

Quizás esté embarazada... Pero Ryan se puso el condón, ¿cierto? ¿Y si no se lo colocó como debió de hacerlo?

¡Dios mío!

Tanto deseé tener un bebé y ahora lo tendré pero las cosas están pésimas ahora mismo que un bebé no es lo correcto.

¡Maldición, esto es tan estresante!

Nuestro Pecado © (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora