Capítulo 32

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Salí del baño envuelta en una toalla, las gotas se deslizan de mi cuerpo para bajo.

Hace aproximadamente una hora o más que llegué a casa, milagrosamente Marco no se encontraba y es algo que me llena mucho porque no tengo ganas de mirarle.

Vuelvo a coger el móvil entre mis manos e inmediatamente aprieto el nombre de Ryan, y mientras venía hasta aquí le marqué y nunca me contestó. Me muero por escuchar aquella voz que me encanta.

La línea queda en silencio y manda a buzón por tercera ocasión en el día.

Me insulto mentalmente por haberle dicho tales palabras.

Camino al armario, de ahí saco ropa interior, un short corto azúl de algodón y una camiseta blanca. Me lo coloco de forma rápida, vuelvo a sentarme y cojo el móvil de nuevo, aprieto su número, esperanzada para que me conteste.

Bien, lo tengo merecido por decirle eso y no querer verlo cuando me preparó una hermosa sorpresa para mi cumpleaños.

Respiro hondo a la vez que cierro los ojos cuando el teléfono me manda a buzón. Dejé el móvil a mi lado mientras me sentía desecha por completo.

El recuerdo y el recién relato confesado llegan a mi mente tan rápido como se me había olvidado.
No podía, no aún, creer lo que salió de su boca de papá; sufrimos un accidente automovilístico, no supe el cómo sucedió. Aunque ahora pensándolo bien todos creyeron que no recordaría, por esa razón vino Ryan, él tuvo fé en mí. Marco pensó que no había probabilidades por eso me presentó con Ryan, mamá siempre actuó normal. Ellos son unos mentirosos. Marco le restregó en la cara a mi hombre que ahora era suya pero eso cambió, desde que Ryan me miró por primera vez todo cambió porque mi corazón, amor, alma y cuerpo le pertenecen a Ryan, siempre le han pertenecido a él.

De repente, el estómago me gruñe, tengo hambre y pese a que el estómago esté gruñendo yo no tenía ánimos para digerir pero e incluso así lo haré, no quiero enfermar.

Tomo el móvil y salgo de la recámara con pesar. Toda la casona se encuentra en total silencio. Mientras camino pienso en cómo decirle a Marco que la boda se cancela, que recordé todo, más bien, me contaron absolutamente todo y que no lo amo como siempre había dicho sino que, de verdad al que amo es a Ryan. Mas no quiero lastimarlo porque siempre cuidó de mí, me regaló rosas, chocolates, me conquistó cuando mi vida con él fue una farsa por parte de mis padres y él mismo.

Cuando bajo por escaleras la planta de a bajo está en silencio, igual que arriba. No tenía pensado que al enterarme de la verdad estaría sola, me imaginé que estuviera en casa con Ryan y él me consolaría por los engaños... Pero yo fui la primera que arruinó todo y me arrepiento.

Camino hasta la cocina, encontrándome con nadie, suspiro, abriendo el refrigerador y de ahí saco la jarra de jugo de manzana, cojo un vaso de cristal y echo el jugo en el recipiente, de golpe me lo tomo.

Enseguida mi móvil empieza a sonar, asustandome, que tal consecuencia derramo el jugo, murmuro algo entre dientes. Cojo el pañuelo y limpio el desastre mientras contesto la llamada. No miré el nombre.

—¿Hola?

Limpié bien el jugo, sin dejar algo pegajoso porque las hormigas llegan. Dejé a un lado el pañuelo.

Me llamaste, quería saber qué pasó para que lo hicieras su tono arisco me dolía profundamente y que tenía más que merecido.

—Mm, este... —balbuceo.

¿Si? Estoy en una reunión importante —murmura.

—Oh, nada —me río, fingiendo—. Sigue con la reunión, después habrá tiempo para hablar.

Nuestro Pecado © (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora