Capítulo 13

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Capítulo dedicado a MayiSerranista7 ¡por sus increíbles comentarios! ❤, también quiero agradecerte el apoyo que le has dado a la novela, bella ¡te quiero!

Me acomodé en la enorme cama que compartía con Marco y me abracé a su almohada para aspirar su olor.

El timbre sonó haciendo que brinque del susto, ya que nadie se encuentra en la casa. Solamente Marco y yo dormíamos solos aquí. Por gusto de él es que no tenemos personal.

Con los ojos hinchados y pereza me levanto de la cama para dirigirme a la puerta.

—Natalia —el murmullo incrédulo de Ryan me dan ganas de volver a llorar.

—No digas nada, por favor —pedí.

Lo vi asentir.

Me hice a un lado para que pueda entrar, de soslayo veo hacía afuera y compruebo que el automóvil de él no esta, donde inusualmente lo deja. Volteándome, entro a la casa y cierro la puerta a mis espaldas. El sonido de la puerta resuena en el lugar.

Observo a Ryan que viste un chándal oscuro y una camiseta sencilla blanca. Me sorprendo cuando veo su mano derecha se halla una enorme bolsa gris.

Con curiosidad mi acerco a él pero su voz me hace verlo.

—Tu casa es enorme.

—No es mía, es de Marco —me rio.

Se da vuelta e inconsciente miro la bolsa gris en lugar de él y de agradecerle nuevamente por hacerme compañía.

—Es increíble. Gastó un buen dinero por esta mansión.

—Algo así.

—¿Cómo? —espetó confundido. Lo miro sonriente.

—Sí. Mi papá también pagó por la casa, no sólo él.

—Qué sorpresa... —murmuró —. Bueno, ¿quieres que subamos o nos quedamos aquí?

Señalé hacia las escaleras —Arriba es mucho más cómodo.

Asintió conforme a la respuesta que le di.

Mientras caminaba y él detrás de mí empecé a pensar en qué haría para que mi novio me perdonase tal chisme. Verdaderamente amo a Marco, por más que él no esté pasando sus días como antes solía hacer e incluso me pone triste cuando no está y se encuentra más concentrado en el trabajo y no en mí, en fin, decidí casarme con él a pesar de todo ¿no?

Al estar en frente de mi puerta alargo una respiración profunda para calmar los nervios fuertes que me empezaron a florecer mientras subía las escaleras.

Lentamente abrí la puerta, me hice a un lado para que Ryan pudiese entrar primero, después entro sin cerrar la puerta porque no me es necesario tenerla cerrada.

Observo a Ryan como él ve la recámara con atención, estudia cada rincón como si fuese algo importante. La cama enorme está en medio de la gran recámara, el ventanal se encuentra cerrado con telas rojas, y las paredes están pintadas de color crema. Un tocador, unas mesitas de noche con lámparas tenues y un armario. Simplemente sencillo y perfecto.

Ryan gira sobre sí mismo al admirar mi dormitorio, perecía estar fascinado con tanta sencillez. Cuando él está en frente de mí se muestra sorprendido y mediante pasan los segundos una sonrisa contagiosa se pinta en su rostro.

—Tu recámara es lujosa —admite.

Sin poder evitar me rio de su comparación. Mi dormitorio es muy sencillo, es más, parece que la recámara es un departamento.

—¡No seas gracioso! —exclamo entre risas—. Todo es sencillo, nada fuera de lo normal.

—Si tú lo dices —murmura —. Mi recámara es mucho más colorida que la tuya... algún día lo verás.

—De acuerdo —reí con mi ceño fruncido cuando me fijé del doble sentido, tal vez fue amistoso y lo comparo con una insinuación.

¡Maldición! Parece que todo lo que él dice —para mí— es una ¡insinuación!

Me encamino a la cama y me siento en ella, palmeo el lado mío cuando veo a Ryan dudar en sentarse en algún lugar del dormitorio. Con más confianza se aproxima a mí y en segundos el colchón se hunde, posa la bolsa gris en el suelo, y me mira con esos ojos cafés tan llamativos.

Una oleada de sentimientos extraños se remueven en mi interior, poniéndome nerviosa en instantes. Él perece notar mi repentina incomodidad por lo que desvía sus ojos.

Un silencio algo incómodo se posó sobre nosotros y en realidad no quería estar así. Me gusta estar cómoda con él.

—¿Qué traes en la bolsa? —inquerí para romper el silencio que se hacía más eterno.

Él pareció darse cuenta por lo que se inclinó y cogió la bolsa entre sus dedos para levantarla y dármela. Lo vi incrédula, imposible de aceptar la bolsa.

—Toma —dijo —. Todo lo que compré es para ti.

—¿Lo dices en serio?

—Sí, Natalia —sonrió, sacudiendo las manos para que la coja.

Sin perder tiempo la tomo, y siento como la bolsa pesa, con la curiosidad carcomiéndome la abro rápido y juro que mis ojos han de estar iluminados de tanta maravilla junta.

El capítulo es muy corto pero les juro que el próximo será algo extenso (no mucho). Espero les guste ❤

Nuestro Pecado © (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora