El postre perfecto

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— Hey, Bakugo-kun ¡Despierta de una vez!

El chico explosivo soltó un gruñido mientras abría un ojo y vio la causa de su siesta interrumpida en el sillón, allí estaba su compañera de cabello castaño que le llegaba escasamente hasta los hombros.

— Maldita perra, ¿se puede saber por qué me has despertado?

No la soportaba, siempre lo molestaba por estupideces y siempre hacía de niñera del inútil de Deku, muchos la tomaban como una chica frágil, dulce y tierna, pero se equivocaban, ella sólo manipulaba a los demás para conseguir lo que quería; una sonrisa, un par de pucheros y obtenía lo que deseaba, bien, aceptaba que aunque no tenía la elegancia, excentricidad y el cuerpo de algunas de sus compañeras, la chica era linda, pero su estresante forma de ser le ganaba a su lindura.

— Me toca a mi esta vez ir por la despensa y yo sola no voy a poder cargar con todo, así que me tienes que acompañar. — dijo Uraraka poniendo ojitos de perrito, cosa que a Katsuki le daba igual.

— Me vale mierda, pídele a otro que vaya contigo, como la ojos de mapache o Deku. — dicho esto, le dió la espalda y se propuso volver a dormir.

— No puedo, al ser fin de semana todos se han ido, los únicos aquí somos tú, yo e Iida-kun, y él está arreglando unos asuntos de su puesto como delegado. — dijo mientras zarandeaba a Bakugo, como si así lo pudiera convencer.

— Tú no estás haciendo nada, caminar no te va hacer daño.

La verdad es que a la chica con el quirk de la gravedad tampoco le hacía gracia tener que ir con el de las explosiones, a ella tampoco le caía muy bien, siempre tan arrogante y grosero. Lo único bueno que tenía era una cara bonita, y unos brazos y un abdomen impresionante. Pero nada más, él estaba como quería, pero era un completo cretino, nunca dejaba de molestar a su amigo y siempre era un grosero con todos.

— ¡Está bien, estúpida! Deja de molestar. — se levantó sin ganas mientras se estiraba un poco, luego agarró de la muñeca a Uraraka quien estaba sentada en el mismo sillón donde él estaba y la levantó de un movimiento. — Anda, mientras más rápido mejor, perra.

— ¡Suéltame! ¡Puedo levantarme yo sola! — se soltó de manera brusca y le volteó la cara, después tomó el dinero que ocuparía y le hizo un gesto diciéndole que la siguiera. — Vámonos, yo también ya quiero acabar con esto.

— Hija de puta, jódete. — masculló entre dientes.

Ninguno de los dos sabía que al salir de ahí, jamás volverían a ser la chica gravedad y el chico explosiones, ni tampoco volverían a sentir todo aquello que se habían formado en sus cabezas desde hace tiempo. Ese día, cambió la manera en que se veían.

[...]

Ya en el centro de la ciudad, Ochako miraba embobada todas las tiendas de dulces y postres que veía, mientras Katsuki se dedicaba a insultar a la castaña mentalmente por haberlo molestado y hacerlo venir con ella.

Por donde pasaran, siempre se oían silbidos y piropos dedicados a Uraraka, de los cuales ella ya estaba acostumbrada por vivir con chicos como Denki y Mineta, y es que puede que ella no fuera una modelo pero a sus dieciocho años sus encantos, gracias a dietas y duros entrenamientos, se habían incrementado, aún era un poco rellenita pero tenía curvas y piernas que volvían loco a cualquiera.

Había algo que siempre la intrigó, y era la indiferencia de Bakugo, no lo decía por ella, pero en UA abundaban las chicas hermosas y él nunca mostró interés, quería saber si por lo menos era consciente de la causa de los arrebatos de Mineta.

Y era así, Bakugo sabía perfectamente lo buenas que estaban la mayoría de sus compañeras, no se iba tan lejos, para él Uraraka tenía un cuerpo que dejaba poco a la imaginación, de hecho, la encantaba verla con su apretado traje negro o como solía vestir al entrenar, con una pequeña blusa de tirantes. No le molestaría tenerla en su cama o en la cama de ella, como le viniera mejor, no era la primera vez que lo hacía, había compartido varias veces la cama con un par de chicas de las cuales ni recordaba el nombre, en fin, tampoco es que le importe mucho, para él lo importante siempre fue llegar a ser el héroe número uno.

Juntos a nuestra manera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora