Inazuma Eleven Yaoi

3. VictorxGabi.【Love me】

Apto para todos los públicos.
Gabi: Kirino.
Víctor: Tsurugi.
Dedicado a: Eliza-Midorikawa

NARRA KIRINO RANMARU:

Si tan solo supieras que existo, si tan solo te fijaras en mí, mi vida cobraría sentido. A veces siento que te extraño y es irónico ¿sabes? Porque nunca te tuve. A veces te siento tan cerca, tan cálido, pero al mismo tiempo tan lejos y tan frío, que mi corazón está en una constante montaña rusa.

—¡Gabi! ¿Me estás escuchando? —Ricardo me hizo sobresaltar, y con desgana, asiento mientras seguía mirando por la ventana.

Estábamos en la hora del almuerzo y a pesar de eso, mi estómago se sentía cerrado, no tenía apetito. Lo único que podía pensar era la manera de poder hablar con ese chico de cabellos azules que tan alocado traía mi corazón.

En mi mano tenía un bolígrafo, que se encontraba en un vaivén entre mis dedos que sin percatarme de ello, desapareció, provocando una mueca en mi rostro. Miré a la mesa de mi compañero, estaba enfadado.

—¿Qué te pasa, Gabi? Llevas media hora moviendo el bolígrafo, mirando a la ventana y no estás aquí. —Mi compañero dejó el boli en el escritorio y apoyó su mano en mi hombro. —Sabes que puedes contar conmigo.

Solo suspiré y con una sonrisa, negué varias veces.

—No es nada, solo estaba pensando en... una nueva supertécnica. La niebla ya la conocen mis adversarios. —Puse la primera excusa que se me vino a la cabeza, aunque en parte era cierto, llevaba un tiempo pensando en innovar y hacer algo nuevo.

Ricardo, mirándome un poco inseguro, asintió y sin hablar mucho más, acabó el receso y volvimos a las aburridas clases.

El día pasó rápido, aunque supongo que es lógico, lo único que hacía eran garabatos en mi cuaderno, mientras pensaba en Víctor.

—Mañana nos vemos Gabi. —Se despidió mi amigo, y sin más preámbulos, me fui directo a la biblioteca para así terminar un trabajo de Filosofía y "el amor platónico".

Fui directo a los estantes donde se encontraban miles de libros de Platón, Aristóteles y mitología griega, cuando veo que cierto chico miraba curioso un libro. Al verlo, sentí por un momento como mi corazón se paró, ahogando un grito. Mi corazón empezó a bombardear, y como era costumbre, mis manos temblaron haciendo que se cayera un libro.

¿Por qué estaba él allí? Víctor no era conocido en absoluto como un fanático del silencio, ni de los libros, ¡mucho menos de la filosofía! Más bien, era conocido como el sarcástico y tsundere chico, que le encantaban las fiestas, y meterse en problemas.

Sigilosamente, cogí el libro e intenté irme lo más rápido del lugar, cuando una voz interrumpe mis planes.

—Oye, ¿sabes dónde encontrar a Kant? —Escuchar aquella voz grave y suave, dirigirse a mi persona hizo que mis piernas se volvieran gelatina. Miré a su dirección y sin poder mirarle a la cara, señale un estante.