X - Diecinueve Veces.

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- Nunca creí poder estar viva para escuchar decir: "Me estoy enamorando", de verdad... Es algo que en un punto hipotético me convencería de que ese día te ha llegado, aunque siempre te lo advertí - dijo Amanda, balanceándose sobre la silla

- Decía una vieja frase mi madre que cuando menos esperas, sucede.- replicó Stev.

- El amor nos vuelve filósofos o tal vez tontos. - ironizó Amanda.

En cambio, yo estaba expectante con las palabras y reacciones de mis amigos en aquella mesa de la cafetería. Pude notar que Stev pudo comprender nuestra relación o al menos eso transmitía en aquel entonces.

- Cuando nos dices que el amor nos vuelve filósofos o tontos, ¿Te refieres por experiencias? - pregunté, mirando con cierta burla hacía ella.

- Vivo a base de experiencias, tu quizás deberías aprender y ponerte al día, ¡Cariño!.

- ¡Oh!, la voz de la experiencia nos ha hablado. - contesté, con una voz cantarín y triunfante, estrechando la mano con una redención pretenciosa.

Me incorporé lentamente antes de emitir una pregunta.

- ¿Alguien vio a George?.

- Para ser sincero estuve desde muy temprano por aquí y no lo he visto por ninguna parte de la Universidad, quizás volvió a Cape o tal vez lo espantaron con sus demencias.

Stev se rió.

- Eso no asusta, el susto es él. - aseguré.

- Es que coordinamos un horario en el que pasaría a buscarme, claramente sin que Andrew lo supiese. Lo esperé treinta minutos más sobre el horario previsto él nunca apareció y me parece extraño.

Amanda se acomodó a mi lado y la miré con desaprobación ante su enigmática reacción.

- ¿Crees que le ha sucedido algo?, deberíamos mandarle un texto al menos para que sepa que no está tan solo en esta ciudad. - finalizó Amanda.

- ¡Rayos!. - me quejé, en voz baja.

- ¿Pasa algo?. - preguntó.

Ella repasó detenidamente mi expresión con mucha intriga.

- Si, y no sé si sea una preocupación o tranquilidad, en cuando me decida con una de las dos opciones ya será muy tarde.

- Ya, dilo. - exigió quisquillosa.

- Es mi teléfono, lo dejé en la habitación de Andrew en su mesita de luz a sus narices, ¿Sabes que significa eso?.

- Alguien se metió en líos y tendrá que rendir cuentas al llegar a casa. - bromeó Stev.

- No es hora para tus sarcasmos, Stev. - dije, juntando las cejas.

- En verdad eso me tiene sin cuidado no es el contenido del teléfono, más bien lo que la mente de Andrew imagina, lo siento venir. - cierta intuición se selló en mi labio.

- ¿Te imaginas, si George? - insinuó Amanda, levantando una ceja.

- No, ni lo menciones. - respondí, mordiendo el labio y tratando de ignorar su respuesta.

- ¿Eso importa?, desde cuando te importa tanto lo que un chico pueda pensar de ti, ¿Dónde está esa Brittany insípida, rebelde a la que todo le importada nada? - interrumpió Stev.

- Aprendió a relajarse o quizás murió en un intento de esquivar sus sentimientos. - admití.

- ¿Y eso?, ¡Oh! no, no es cierto. - dijo Stev, y su cara se tiñó de duda y asombro.

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